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Ioannes Paulus PP. II Catechesi Tradendae IntraText CT - Texto |
8. El que enseña así merece a título único el nombre de Maestro. ¡Cuántas veces se le da este título de maestro a lo largo de todo el Nuevo Testamento y especialmente en los Evangelios!(20) Son evidentemente los Doce, los otros discípulos y las muchedumbres que lo escuchan quienes le llaman «Maestro» con acento a la vez de admiración, de confianza y de ternura.(21) Incluso los Fariseos y los Saduceos, los Doctores de la Ley y los Judíos en general, no le rehúsan esta denominación: «Maestro, quisiéramos ver una señal tuya»;(22) «Maestro, ¿qué tengo que hacer de bueno para alcanzar la vida eterna?».(23) Pero sobre todo Jesús mismo se llama Maestro en ocasiones particularmente solemnes y muy significativas: «Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y decís bien, porque de verdad lo soy»;(24) y proclama la singularidad, el carácter único de su condición de Maestro: «Uno solo es vuestro Maestro»:(25) Cristo. Se comprende que, a lo largo de dos mil años, en todas las lenguas de la tierra, hombres de toda condición, raza y nación, le hayan dado con veneración este título repitiendo a su manera la exclamación de Nicodemo: «has venido como Maestro de parte de Dios».(26)
Esta imagen de Cristo que enseña, a la vez majestuosa y familiar, impresionante y tranquilizadora, imagen trazada por la pluma de los evangelistas y evocada después, con frecuencia, por la iconografía desde la época paleocristiana,(27) —¡tan atractiva es!— deseo ahora evocarla en el umbral de estas reflexiones sobre la catequesis en el mundo actual.