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Ioannes Paulus PP. II
Catechesi Tradendae

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Dimensión ecuménica de la catequesis

32. El gran movimiento, inspirado ciertamente por el Espíritu de Jesús, que, desde hace un cierto número de años, lleva a la Iglesia católica a buscar con otras Iglesias o confesiones cristianas el restablecimiento de la perfecta unidad querida por el Señor, me induce a hablar del carácter ecuménico de la catequesis. Este movimiento cobró todo su relieve en el Concilio Vaticano II,(82) , y, a partir del Concilio, ha conocido en la Iglesia una importancia, concretada en una serie impresionante de hechos y de iniciativas, conocidas por todos.

La catequesis no puede permanecer ajena a esta dimensión ecuménica cuando todos los fieles, según su propia capacidad y su situación en la Iglesia, son llamados a tomar parte en el movimiento hacia la unidad.(83)

La catequesis tendrá una dimensión ecuménica si, sin renunciar a enseñar que la plenitud de las verdades reveladas y de los medios de salvación instituidos por Cristo se halla en la Iglesia Católica,(84) lo hace, sin embargo, respetando sinceramente, de palabra y de obra, a las comunidades eclesiales que no están en perfecta comunión con esta misma Iglesia.

En este contexto, es muy importante hacer una presentación correcta y leal de las demás Iglesias y comunidades eclesiales de las que el Espíritu de Cristo no rehusa servirse como medio de salvación; por otra parte «los elementos o bienes que conjuntamente edifican y dan vida a la propia Iglesia, pueden encontrarse algunos, más aún, muchísimos y muy valiosos, fuera del recinto visible de la Iglesia católica».(85) Además esta presentación ayudará a los católicos por un lado a profundizar su propia fe y por otra a conocer mejor y estimar a los demás hermanos cristianos, facilitando así la búsqueda común del camino hacia la plena unidad en toda la verdad. Ella debería además ayudar a los no católicos a conocer mejor y a apreciar a la Iglesia católica y su convicción de ser el «auxilio general de salvación».

La catequesis tendrá una dimensión ecuménica si, además, suscita y alimenta un verdadero deseo de unidad; más todavía, si inspira esfuerzos sincerosincluido el esfuerzo por purificarse en la humildad y el fervor del Espíritu con el fin de despejar los caminos— no con miras a un irenismo fácil, hecho de omisiones y de concesiones en el plano doctrinal, sino con miras a la unidad perfecta, cuando el Señor quiera y por las vías que Él quiera.

Finalmente, la catequesis será ecuménica si se esfuerza por preparar a los niños y a los jóvenes, así como a los adultos católicos, a vivir en contacto con los no católicos, viviendo su identidad católica dentro del respecto a la fe de los otros.




82. Cf. todo el decreto sobre el ecumenismo Unitatis Redintegratio: AAS 57 (1965), pp. 90-112.



83. Cf. ibid., n. 5: l.c., p. 96; cf. también Conc. Ecum. Vat. II, Decr. sobre la actividad misionera de la Iglesia Ad Gentes, n. 15: AAS 58 (1966), pp. 963-965; S. Congregación para el Clero, Directorium Catechisticum Generale, n. 27: AAS 64 (1972), p. 115.



84. Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Decr. sobre el ecumenismo Unitatis Redintegratio, nn. 3-4: AAS 57 (1965), pp. 92-96.



85. Ibid., n 3: l. c., p. 93.






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