Un mensaje que anuncia la
salvación
101.
El mensaje de Jesús sobre Dios es
una buena noticia para la humanidad. Jesús, en efecto, anunció el
Reino de Dios: (328) una nueva y definitiva intervención divina,
con un poder transformador tan grande, y aún mayor, que el que
utilizó en la creación del mundo. (329) En este sentido,
« como núcleo y centro de la Buena Nueva, Cristo anuncia la salvación:
ese gran don de Dios que es liberación de todo lo que oprime al hombre,
pero que es sobre todo liberación del pecado y del maligno, dentro de la
alegría de conocer a Dios y de ser conocido por El, de verlo, de entregarse
a El ». (330)
La catequesis transmite este mensaje del
Reino, central en la predicación de Jesús. Y al hacerlo, este
mensaje « se profundiza poco a poco y se desarrolla en sus corolarios
implícitos », (331) mostrando las grandes repercusiones que
tiene para las personas y para el mundo.
102.
En esta explicitación del kerigma
evangélico de Jesús, la catequesis subraya los siguientes
aspectos fundamentales:
– Jesús, con la llegada del Reino,
anuncia y revela que Dios no es un ser distante e inaccesible, « no es un poder
anónimo y lejano », (332) sino que es el Padre, que está
en medio de sus criaturas actuando con su amor y poder. Este testimonio acerca
de Dios como Padre, ofrecido de una manera sencilla y directa, es fundamental en
la catequesis.
– Jesús indica, al mismo tiempo, que
Dios con su reinado ofrece el don de la salvación integral: libera del
pecado, introduce en la comunión con el Padre, otorga la
filiación divina y promete la vida eterna, venciendo a la muerte.
(333) Esta salvación integral es, a un tiempo, inmanente y
escatológica, ya que « comienza ciertamente en esta vida, pero tiene su
cumplimiento en la eternidad ». (334)
– Jesús, al anunciar el Reino,
anuncia la justicia de Dios: proclama el juicio divino y nuestra
responsabilidad. El anuncio del juicio de Dios, con su poder de
formación de las conciencias, es contenido central del Evangelio y buena
noticia para el mundo. Lo es para el que sufre la falta de justicia y para todo
el que lucha por implantarla; lo es, también, para el que no ha sabido
amar y ser solidario, porque es posible la penitencia y el perdón, ya
que en la cruz de Cristo se nos gana la redención del pecado. La llamada
a la conversión y a creer en el Evangelio del Reino, que es reino de
justicia, amor y paz, y a cuya luz seremos juzgados, es fundamental para la
catequesis.
– Jesús declara que el Reino de Dios
se inaugura con él, en su propia persona. (335) Revela, en
efecto, que él mismo, constituido Señor, asume la
realización de ese Reino hasta que lo entregue, consumado plenamente, al
Padre, cuando venga de nuevo en su gloria. (336) « El Reino está
ya misteriosamente presente en nuestra tierra; cuando venga el Señor se
consumará su perfección ». (337) Jesús indica,
así mismo, que la comunidad de sus discípulos, su Iglesia,
"constituye el germen y el comienzo de este Reino en la tierra »
(338) y que, como fermento en la masa, lo que ella desea es que el
Reino de Dios crezca en el mundo como un árbol frondoso, incorporando a
todos los pueblos y a todas las culturas. « La Iglesia está efectiva y
concretamente al servicio del Reino ». (339)
– Jesús manifiesta, finalmente, que
la historia de la humanidad no camina hacia la nada sino que, con sus aspectos
de gracia y pecado, es —en El— asumida por Dios para ser transformada. Ella, en
su actual peregrinar hacia la casa del Padre, ofrece ya un bosquejo del mundo
futuro donde, asumida y purificada, quedará consumada. « La
evangelización no puede menos de incluir el anuncio profético de
un más allá, vocación profunda y definitiva del hombre, en
continuidad y discontinuidad a la vez con la situación presente ».
(340)
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