CAPITULO
II
« Esta es nuestra fe,
ésta es la fe de la Iglesia »
« Toda Escritura es inspirada por Dios y
útil para enseñar, para argüir, para corregir y para educar
en la justicia; así el hombre de Dios se encuentra perfecto y preparado
para toda obra buena » (2 Tm 3,16).
« Mantenéos firmes y conservad las tradiciones que habéis aprendido
de nosotros, de viva voz o por carta » preparado para toda obra buena » (2 Ts
2,15).
119.
Este capítulo reflexiona sobre el
contenido de la catequesis tal como la Iglesia lo expone en las síntesis
de fe que oficialmente elabora y propone en sus Catecismos.
La Iglesia ha dispuesto siempre de
formulaciones de la fe que, en forma breve, condensan lo esencial de lo que
Ella cree y vive: textos neotestamentarios, símbolos o credos,
fórmulas litúrgicas, plegarias eucarísticas. Más
tarde ha considerado también conveniente explicitar de modo más
amplio la fe, a manera de una síntesis orgánica, por medio de los
Catecismos que, en numerosas Iglesias locales, se han ido elaborando en estos
últimos siglos. En dos momentos históricos, con ocasión
del concilio de Trento y en nuestros días, se ha considerado oportuno
ofrecer una exposición orgánica de la fe mediante un Catecismo de
carácter universal, como punto de referencia para la catequesis en toda
la Iglesia. Así, en efecto, ha procedido Juan Pablo II, al promulgar el
Catecismo de la Iglesia Católica el 11 de octubre de 1992.
El presente capítulo trata de situar
estos instrumentos oficiales de la Iglesia, como son los Catecismos, en
relación a la actividad o práctica catequética.
En primer lugar reflexionará sobre el
Catecismo de la Iglesia Católica, procurando clarificar el papel que le
corresponde desempeñar en el conjunto de la catequesis eclesial. Se
analiza, después, la necesidad de los Catecismos locales, que tienen por
objeto adaptar el contenido de la fe a las diferentes situaciones y culturas y
se ofrecerán algunas orientaciones para facilitar su elaboración.
La Iglesia, al contemplar la riqueza del contenido de la fe expuesta en estos
instrumentos que los propios Obispos proponen al Pueblo de Dios y que, a modo
de « sinfonía » (414) expresan lo que Ella cree, celebra, vive y
proclama: « Esta es nuestra fe, esta es la fe de la Iglesia ».
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