La pedagogía de Cristo
140.
Llegada la plenitud de los tiempos, Dios
envió a la humanidad a su Hijo, Jesucristo. El entregó al mundo
el don supremo de la salvación, realizando su misión redentora a
través de un proceso que continuaba la « pedagogía de Dios », con
la perfección y la eficacia inherente a la novedad de su persona. Con
las palabras, signos, obras de Jesús, a lo largo de toda su breve pero
intensa vida, los discípulos tuvieron la experiencia directa de los
rasgos fundamentales de la « pedagogía de Jesús »,
consignándolos después en los evangelios: la acogida del otro, en
especial del pobre, del pequeño, del pecador como persona amada y
buscada por Dios; el anuncio genuino del Reino de Dios como buena noticia de la
verdad y de la misericordia del Padre; un estilo de amor tierno y fuerte que
libera del mal y promueve la vida; la invitación apremiante a un modo de
vivir sostenido por la fe en Dios, la esperanza en el Reino y la caridad hacia
el prójimo; el empleo de todos los recursos propios de la
comunicación interpersonal, como la palabra, el silencio, la
metáfora, la imagen, el ejemplo, y otros tantos signos, como era
habitual en los profetas bíblicos. Invitando a los discípulos a
seguirle totalmente y sin condiciones, (491) Cristo les enseña
la pedagogía de la fe en la medida en que comparten plenamente su
misión y su destino.
|