La experiencia humana en la catequesis
(520)
152.
La experiencia ejerce diversas funciones
en la catequesis, a la luz de las cuales la existencia misma debe ser siempre
debidamente valorada.
a) Hace que nazcan en el hombre intereses, interrogantes, esperanzas e
inquietudes, reflexiones y juicios, que confluyen en un cierto deseo de
transformar la existencia. Es tarea de la catequesis procurar que las personas
estén atentas a sus experiencias más importantes, ayudarlas a
juzgar a la luz del Evangelio las preguntas y necesidades que de estas
experiencias brotan, educar al hombre a vivir la vida de un modo nuevo. De esta
forma la persona será capaz de comportarse de modo activo y responsable
ante el don de Dios.
b) La experiencia ayuda a hacer inteligible el mensaje cristiano. Esto se
ajusta al modo de obrar de Jesús, que se sirvió de experiencias y
situaciones humanas para anunciar realidades escatológicas y transcendentes
e indicar a la vez la actitud ante ellas. En este aspecto, la experiencia es
mediación necesaria para explorar y asimilar las verdades que
constituyen el contenido objetivo de la Revelación.
c) Estas funciones indican que la experiencia asumida por la fe viene a
ser en cierto modo ámbito en el que se manifiesta y realiza la
salvación, en la que Dios, de acuerdo con la pedagogía de la
encarnación, se acerca al hombre con su gracia y lo salva. El catequista
debe ayudar a la persona a leer de este modo lo que está viviendo, para
descubrir la invitación del Espíritu Santo a la
conversión, al compromiso, a la esperanza, y así descubrir cada
vez más el proyecto de Dios en su propia vida.
153.
La iluminación y la
interpretación de la experiencia a la luz de la fe se convierte en una
tarea permanente de la pedagogía catequética, no exenta de
dificultades, pero que no puede descuidarse, so pena de caer en yuxtaposiciones
artificiosas o en comprensiones reducionistas de la verdad.
Esta tarea hace posible una correcta
aplicación de la correlación o interacción entre las
experiencias humanas profundas (521) y el mensaje revelado. Lo
testifican ampliamente el anuncio de los profetas, la predicación de
Cristo y las enseñanzas de los apóstoles, que por eso constituyen
el criterio básico y normativo para todo encuentro entre fe y
experiencia humana en el tiempo de la Iglesia.
La memorización en la catequesis
(522)
154.
La catequesis está vinculada a la
« Memoria » de la Iglesia que mantiene viva entre nosotros la presencia del
Señor. (523)
El
ejercicio de la memoria es, por tanto, un elemento constitutivo de la
pedagogía de la fe, desde los comienzos del cristianismo. Para superar
los riesgos de una memorización mecánica, el ejercicio de la
memoria ha de integrarse armónicamente entre las diversas funciones del
aprendizaje, tales como la espontaneidad y la reflexión, los momentos de
diálogo y de silencio, la relación oral y el trabajo escrito.
(524)
En particular, se han de considerar
oportunamente como objeto de memoria las principales fórmulas de la fe,
ya que aseguran una exposición más precisa de la misma y
garantizan un rico patrimonio común doctrinal, cultural y lingüístico.
El conocimiento y asimilación de los lenguajes de la fe es
condición indispensable para vivir esa misma fe.
Es necesario, sin embargo, que tales
fórmulas, propuestas como síntesis después de una previa
explicación, sean fieles al mensaje cristiano. Entran ahí algunas
fórmulas y textos mayores de la Biblia, del dogma, de la liturgia, y las
oraciones bien conocidas de la tradición cristiana (Símbolo
apostólico, Padre Nuestro, Ave María...). (525)
« Estas flores, por así decir, de la
fe y de la piedad no brotan en los espacios desérticos de una catequesis
sin memoria. Lo esencial es que esos textos memorizados sean interiorizados y
entendidos progresivamente en su profundidad, para que sean fuente de vida
cristiana personal y comunitaria ». (526)
155.
Con mayor profundidad aún, el
aprendizaje de las fórmulas de la fe y su profesión creyente se
han de comprender en el cauce del ejercicio tradicional y válido de la «
traditio » y « redditio », gracias al cual, a la entrega de la fe en
la catequesis (traditio) corresponde la respuesta del hombre a lo largo
del camino catequético y después en la vida (redditio).
(527)
Este proceso favorece una mejor
participación en la verdad recibida. Es cabal y madura la respuesta personal
que respeta plenamente el sentido genuino del mensaje de la fe y da muestras de
haber comprendido el lenguaje empleado para transmitirlo (bíblico,
litúrgico, doctrinal...).
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