« El Reino interesa a todos »
(545)
163.
Al comienzo de su ministerio,
Jesús proclama que ha sido enviado a anunciar a los pobres la buena
noticia, (546) dando a entender, y confirmándolo después
con su vida, que el Reino de Dios está destinado a todos los hombres,
primordialmente a los más necesitados. De hecho El se hace catequista
del Reino de Dios para toda clase de personas, mayores y pequeños, ricos
y pobres, sanos y enfermos, próximos y lejanos, judíos y paganos,
hombres y mujeres, justos y pecadores, pueblo y autoridades, individuos y
grupos... Se muestra disponible a cada persona y se interesa por las
necesidades de cada uno: las del alma y las del cuerpo, sanando y perdonando,
corrigiendo y animando, con palabras y con hechos.
Jesús concluye su vida terrena
invitando a sus discípulos a hacer lo mismo, a predicar el Evangelio a
toda criatura, (547) a « todas las gentes » (Mt 28,19; Lc 24,47),
« hasta los confines de la tierra » (Hch 1,8), y para siempre, « hasta
el fin del mundo » (Mt 28,20).
164.
Esta es la misión que la Iglesia
lleva a cabo desde hace dos mil años, con una inmensa variedad de
modalidades de anuncio y catequesis, urgida continuamente por el
Espíritu de Pentecostés para llegar con el Evangelio « a los
griegos y a los bárbaros, a los sabios y a los ignorantes » (Rm 1,14).
Se configuran así los rasgos de una
pedagogía de la fe, en la que se conjugan estrechamente la apertura
universal de la catequesis y su ejemplar encarnación en el mundo de los
destinatarios.
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