PREFACIO
1. El Concilio Vaticano II
prescribió la redacción de un « Directorio sobre la
formación catequética del pueblo cristiano ».(1) En
cumplimiento de este mandato conciliar, la Congregación para el Clero se
sirvió de una Comisión especial de expertos y consultó a
las Conferencias episcopales del mundo, que remitieron numerosas sugerencias y
observaciones al respecto. El texto preparado fue revisado por una
Comisión teológica ad hoc y por la Congregación
para la Doctrina de la Fe. El 18 de marzo de 1971 fue definitivamente aprobado
por Pablo VI y promulgado el 11 de abril del mismo año, con el
título Directorium Catechisticum Generale
2.
Los treinta años transcurridos
desde la clausura del Concilio Vaticano II hasta el umbral del tercer milenio,
constituyen —sin duda— un tiempo muy rico en orientaciones y promoción
de la catequesis. Ha sido un tiempo que, de algún modo, ha vuelto a
hacer presente la vitalidad evangelizadora de la Iglesia de los orígenes
y a impulsar oportunamente las enseñanzas de los Padres, favoreciendo el
retorno actualizado al Catecumenado antiguo. Desde 1971, el Directorium
Catechisticum Generale ha orientado a las Iglesias particulares en el largo
camino de renovación de la catequesis, proponiéndose como punto
de referencia tanto en cuanto a los contenidos como en cuanto a la
pedagogía y los métodos a emplear.
El camino recorrido por la catequesis en ese
período se ha caracterizado por doquier por la generosa
dedicación de muchas personas, por iniciativas admirables y por frutos
muy positivos para la educación y la maduración de la fe de
niños, jóvenes y adultos. Sin embargo, no han faltado —al mismo
tiempo— crisis, insuficiencias doctrinales y experiencias que han empobrecido
la calidad de la catequesis debido, en gran parte, a la evolución del
contexto cultural mundial y a cuestiones eclesiales no originadas en la
catequesis.
3.
El Magisterio de la Iglesia nunca ha
dejado, en estos años, de ejercer con perseverancia su solicitud
pastoral en favor de la catequesis. Numerosos Obispos y Conferencias episcopales,
en todos los continentes, han impulsado de manera notable la catequesis,
publicando Catecismos valiosos y orientaciones pastorales, promoviendo la
formación de peritos y favoreciendo la investigación
catequética. Estos esfuerzos han sido fecundos y han redundado
favorablemente sobre la actividad catequética de las Iglesias
particulares. Una aportación particularmente rica para la
renovación catequética fue el Ritual de la iniciación
cristiana de adultos, promulgado el 6 de Enero de 1972 por la Congregación
para el Culto Divino.
Es obligado recordar, de manera especial, el
ministerio de Pablo VI, el Pontífice que guió a la Iglesia
durante el primer período posconciliar. A este propósito, Juan
Pablo II se manifiesta así: « Mi venerado predecesor Pablo VI sirvió
a la catequesis de la Iglesia de manera especialmente ejemplar con sus gestos,
su predicación, su interpretación autorizada del Concilio
Vaticano II —que él consideraba como la gran catequesis de los tiempos
modernos—, con su vida entera ».(2)
4.
Un hito decisivo para la catequesis fue
la reflexión realizada por la Asamblea General del Sínodo de los
obispos acerca de la evangelización del mundo contemporáneo, que
se celebró en octubre de 1974. Las proposiciones de esta Asamblea fueron
presentadas al papa Pablo VI, que promulgó la Exhortación
apostólica Evangelii Nuntiandi, del 8 de Diciembre de 1975. Este
documento presenta, entre otros, un principio de particular importancia: la
catequesis como acción evangelizadora dentro del ámbito de la
misión general de la Iglesia. La actividad catequética, de ahora
en adelante, deberá ser considerada como partícipe siempre de las
urgencias y afanes propios del mandato misionero para nuestro tiempo.
Además, la última Asamblea
sinodal convocada por Pablo VI en octubre de 1977 escogió la catequesis
como tema de análisis y reflexión episcopal. Este Sínodo
vio « en la renovación catequética un don precioso del
Espíritu Santo a la Iglesia de hoy ».(3)
5.
Juan Pablo II asumió en 1978 esta
herencia y formuló sus primeras orientaciones en la Exhortación
apostólica Catechesi Tradendae, del 16 de octubre de 1979. Esta
Exhortación forma una unidad totalmente coherente con la
Exhortación Evangelii Nuntiandi y vuelve a situar plenamente a la
catequesis en el marco de la evangelización.
A lo largo de su pontificado, Juan Pablo II
ha ofrecido un magisterio constante de muy alto valor catequético. Entre sus
discursos, cartas y enseñanzas escritas destacan las doce
Encíclicas: desde Redemptor Hominis a Ut Unum Sint. Estas Encíclicas constituyen por sí
mismas un cuerpo de doctrina sintético y orgánico, en orden a la
aplicación de la renovación de la vida eclesial postulada por el
Concilio Vaticano II.
En cuanto al valor catequético de
estos documentos del Magisterio de Juan Pablo II destacan: Redemptor Hominis
(4 marzo 1979), Dives in Misericordia (30 noviembre 1980), Dominum et
Vivificantem (18 mayo 1986) y, en razón de la reafirmación de
la validez permanente del mandato misionero, Redemptoris Missio (7
diciembre 1990).
6.
Por otra parte, las Asambleas Generales,
ordinarias y extraordinarias, del Sínodo de los Obispos han tenido una
particular incidencia en el campo de la catequesis. Por su particular relieve
deben señalarse las Asambleas Sinodales de 1980 y de 1987, sobre la
misión de la familia y sobre la vocación de los laicos
bautizados. A los trabajos sinodales siguieron las correspondientes
Exhortaciones apostólicas de Juan Pablo II Familiaris Consortio
(22 noviembre 1981) y Christifideles Laici (30 diciembre 1988). El mismo
Sínodo extraordinario de 1985 ha influido, también, de manera
decisiva sobre el presente y futuro de la catequesis de nuestro tiempo. En
aquella ocasión se hizo balance de los veinte años de aplicación
del Concilio Vaticano II, y los Padres sinodales propusieron al Santo Padre la
elaboración de un Catecismo universal para la Iglesia Católica.
La propuesta de la Asamblea sinodal extraordinaria de 1985 fue acogida
favorablemente y hecha propia por Juan Pablo II. Culminado el paciente y
complejo proceso de su elaboración, el Catecismo de la Iglesia
Católica fue entregado a los obispos y a las Iglesias particulares
mediante la Constitución apostólica Fidei Depositum el 11
octubre 1992.
7.
Este acontecimiento de tan profunda
significación y el conjunto de hechos y de intervenciones magisteriales
anteriormente señalados, imponían el deber de una revisión
del Directorium Catechisticum Generale, a fin de adaptar este valioso
instrumento teológico-pastoral a la nueva situación y a las
nuevas necesidades. Recoger tal herencia y sistematizarla sintéticamente
en orden a la actividad catequética, siempre en la perspectiva de la
presente etapa de la vida de la Iglesia, es un servicio de la Sede
Apostólica a todos.
El trabajo para la reelaboración del
Directorio General para la Catequesis, promovido por la Congregación
para el Clero, ha sido realizado por un grupo de Obispos y de expertos en
teología y en catequesis. Seguidamente, ha sido sometido a consulta de
las Conferencias episcopales, de diversos peritos e Institutos o Centros de
estudios catequéticos; y ha sido en el respeto substancial a la
inspiración y contenidos del texto de 1971.
Evidentemente, la nueva redacción del
Directorio General para la Catequesis ha debido conjugar dos exigencias
principales:
– por una parte, el encuadramiento de la
catequesis en la evangelización, postulado en particular por las
Exhortaciones Evangelii Nuntiandi y Catechesi Tradendae;
– por otra parte, la asunción de los
contenidos de la fe propuestos por el Catecismo de la Iglesia
Católica.
8.
El Directorio General para la
Catequesis, conservando la estructura básica del texto de 1971, se
articula del siguiente modo:
– Una Exposición Introductoria,
en la que se ofrecen pautas y orientaciones para la interpretación y la
comprensión de las situaciones humanas y eclesiales, desde la fe y la
confianza en la fuerza de la semilla del Evangelio. Son breves
diagnósticos en orden a la misión.
– La Primera Parte(4) se
articula en tres capítulos y enraiza de forma más acentuada la
catequesis en la Constitución conciliar Dei Verbum,
situándola en el marco de la evangelización presente en Evangelii
Nuntiandi y Catechesi Tradendae. Propone, asimismo, una clarificación
sobre la naturaleza de la catequesis.
– La Segunda Parte(5) consta
de dos capítulos. En el primero, bajo el título « Normas y
criterios para la presentación del mensaje evangélico en la
catequesis », con nueva articulación y en una perspectiva enriquecida,
se recogen en su totalidad los contenidos del capítulo correspondiente
del texto anterior. El capítulo segundo, completamente nuevo,
está al servicio de la presentación del Catecismo de la
Iglesia Católica, como texto de referencia para la transmisión
de la fe en la catequesis y para la redacción de los Catecismos locales.
El texto ofrece también principios básicos en orden a la
elaboración de los Catecismos por las Iglesias particulares y locales.
– La Tercera Parte(6) aparece
bastante renovada, formulando también la substancia de una
pedagogía de la fe, inspirada en la pedagogía divina;
cuestión ésta que concierne tanto a la teología como a las
ciencias humanas.
– La Cuarta Parte(7) tiene
por título « Los destinatarios de la catequesis ». En cinco breves
capítulos, se atiende a las muy diversas situaciones de las personas a
las que se dirige la catequesis, a los aspectos relativos a la situación
socio-religiosa y de modo especial, a la cuestión de la inculturación.
– La Quinta Parte(8) coloca,
como centro de gravitación, la Iglesia particular, que tiene el deber
primordial de promover, programar, supervisar y coordinar toda la actividad
catequizadora. Adquiere un particular relieve la descripción de los
respectivos roles de los diversos agentes (que tienen siempre su referencia en
el Pastor de la Iglesia particular) y de las exigencias formativas en cada
caso.
– La Conclusión exhorta a una
intensificación de la acción catequética en nuestro tiempo
y corona la reflexión y las directrices con una llamada a la confianza
en la acción del Espíritu Santo y en la eficacia de la Palabra de
Dios sembrada en el amor.
9.
La finalidad del presente Directorio es,
obviamente, la misma que perseguía el texto de 1971. Se propone, en
efecto, indicar « los principios teológico-pastorales de carácter
fundamental —tomados del Magisterio de la Iglesia y particularmente del
Concilio Ecuménico Vaticano II— por los que pueda orientarse y regirse más
adecuadamente la acción pastoral del ministerio de la palabra » y, en
concreto, de la catequesis.( 9) El propósito fundamental era y es
ofrecer reflexiones y principios, más que aplicaciones inmediatas o
directrices prácticas. Tal camino
y método se emplea, sobre todo, por la siguiente razón:
únicamente si desde el principio se entiende con rectitud la naturaleza
y los fines de la catequesis, como también las verdades y valores que
deben transmitirse, podrán evitarse defectos y errores en materia
catequética.(10)
Es competencia específica de los
Episcopados la aplicación más concreta de estos principios y
enunciados, mediante orientaciones y Directorios nacionales, regionales o
diocesanos, Catecismos y demás medios que resulten idóneos para
promover eficazmente la catequesis.
10.
Es evidente que no todas las partes del
Directorio tienen la misma importancia. Lo que se dice de la divina
revelación, de la naturaleza de la catequesis y de los criterios con los
que hay que presentar el mensaje cristiano, tiene valor para todos. En cambio,
las partes que se refieren a la situación presente, a la
metodología y a la manera de adaptar la catequesis a las diferentes
situaciones de edad o de contexto cultural, deben más bien recibirse
como sugerencias e indicaciones.(11)
11.
Los destinatarios del Directorio son
principalmente los Obispos, las Conferencias episcopales y, en general,
cuantos, bajo su mandato y presidencia, desempeñan una responsabilidad
en el campo de la catequesis. Es obvio que el Directorio puede ser un
instrumento válido para la formación de los candidatos al
sacerdocio, para la formación permanente de los presbíteros y
para la formación de los catequistas.
Una finalidad inmediata del Directorio es
prestar ayuda para la redacción de Directorios catequéticos y
Catecismos. De acuerdo con las sugerencias formuladas por muchos Obispos, se
incluyen numerosas notas y referencias, que pueden ser muy útiles para
la elaboración de los mencionados instrumentos.
12.
Puesto que el Directorio se dirige a Iglesias particulares, cuyas situaciones y
necesidades pastorales son muy diversas, es evidente que únicamente las
situaciones comunes o intermedias han podido ser tomadas en
consideración. Esto sucede,
igualmente, cuando se describe la organización de la catequesis en los
diversos niveles. Al utilizar el Directorio téngase presente esta
observación. Como ya se advertía en el texto de 1971, lo que
será insuficiente en aquellas regiones donde la catequesis ha podido
alcanzar un alto nivel de calidad y de medios, quizá parecerá
excesivo en aquellos lugares donde la catequesis no ha podido todavía
experimentar tal progreso.
13.
Al publicar este documento, nuevo
testimonio de la solicitud de la Sede Apostólica por el ministerio
catequético, se espera que sea acogido, examinado y estudiado con gran
atención, teniendo en cuenta las necesidades pastorales de cada Iglesia
particular; y también que pueda estimular en el futuro estudios e
investigaciones más profundas, que respondan a las necesidades de la
catequesis y a las normas y orientaciones del Magisterio de la Iglesia.
Que la Bienaventurada Virgen María,
Estrella de la nueva evangelización, guíe al conocimiento de
Jesucristo, Maestro y Señor.
« Finalmente, hermanos, orad por nosotros
para que la Palabra de Dios siga propagándose y adquiriendo gloria, como
entre vosotros » (2 Ts 3,1).
En el Vaticano, 15 de agosto de 1997. Solemnidad de la Asunción de la B.V. Maria
Darío
Castrillón Hoyos
Arzobispo
Emérito de Bucaramanga
Pro-Prefecto
Crescenzio
Sepe
Arzobispo
tit. de Grado
Secretario
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