Cometidos generales y particulares de la
catequesis de adultos
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175. Para que la catequesis
de adultos pueda responder a las necesidades más profundas de nuestro
tiempo, debe proponer la fe cristiana en su integridad, autenticidad y
sistematicidad, de acuerdo con la comprensión que de ella tiene la
Iglesia, poniendo en un primer plano el anuncio de la salvación;
iluminando con su luz las dificultades, obscuridades, falsas interpretaciones,
prejuicios y objeciones hoy presentes; mostrando las implicaciones y exigencias
morales y espirituales del mensaje; introduciendo a la lectura creyente de la
Sagrada Escritura y a la práctica de la oración. El Catecismo de
la Iglesia Católica presta un servicio fundamental a la catequesis de
adultos y —en relación a él— los Catecismos de adultos de cada
Iglesia particular.
Más
en particular tareas de la catequesis de adultos son:
– Promover la formación y la
maduración de la vida en el Espíritu de Cristo Resucitado,
con medios adecuados como son la pedagogía sacramental, los retiros, la
dirección espiritual...
– Educar para juzgar con objetividad los
cambios socio-culturales de nuestra sociedad a la luz de la fe. De este
modo el pueblo cristiano es ayudado a discernir los valores auténticos, los
riesgos de nuestra civilización, y a asumir los comportamientos
adecuados.
– Dar respuesta a los interrogantes
religiosos y morales de hoy, es decir, aquellas cuestiones que se plantean
los hombres de nuestro tiempo, como por ejemplo a propósito de la moral
pública e individual, o las relacionadas con las cuestiones sociales, o
las que se refieren a la educación de las nuevas generaciones.
– Esclarecer las relaciones existentes
entre acción temporal y acción eclesial, manifestando las
mutuas distinciones, recíprocas implicaciones y, por consiguiente, la
debida interacción. A este fin, la doctrina social de la Iglesia es
parte integrante de la formación de los adultos.
– Desarrollar los fundamentos racionales
de la fe. La catequesis debe demostrar que la recta inteligencia de la fe y
de las verdades que hay que creer están conforme con las exigencias de
la razón humana y que el Evangelio es siempre actual y oportuno. Es,
pues, necesario promover eficazmente una pastoral del pensamiento y de la
cultura cristiana. Esto permitirá superar ciertas formas de integrismo y
de fundamentalismo, como también de interpretaciones arbitrarias y
subjetivas.
– Formar para asumir responsabilidades en
la misión de la Iglesia y para saber dar testimonio cristiano en la
sociedad. Se ha de ayudar al adulto a descubrir, valorar y vivir todo lo
que ha recibido de la naturaleza y de la gracia, tanto en la comunidad eclesial
como en la comunidad humana. De este modo podrá también superar
los riesgos de la masificación y del anonimato, particularmente
frecuentes en algunas sociedades de hoy, que llevan a la pérdida de
identidad y a la desconfianza en las propias posibilidades.
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