Características de esta catequesis
(579)
178. La catequesis de los
pequeños está necesariamente ligada a su situación y
condición de vida y es fruto de la intervención de distintos
educadores, entre sí complementarios.
Se pueden indicar algunas
características de especial importancia de valor universal:
– La infancia y la niñez,
comprendidas y tratadas ambas según sus rasgos peculiares, representan el
tiempo de la llamada primera socialización y de la educación
humana y cristiana en la familia, en la escuela y en la comunidad cristiana, y
por eso hay que considerarlas como un momento decisivo para el futuro de la fe.
– De acuerdo con una tradición ya
consolidada, es en esta etapa, de ordinario, en la que tiene lugar la
iniciación cristiana comenzada con el Bautismo. Con la recepción
de los sacramentos, se inicia la primera formación orgánica de la
fe del niño y su incorporación en la vida de la Iglesia.
(580)
– Por eso el proceso catequético en
el tiempo de la infancia será eminentemente educativo, atento a
desarrollar las capacidades y aptitudes humanas, base antropológica de
la vida de fe, como el sentido de la confianza, de la gratuidad, del don de
sí, de la invocación, de la gozosa participación... La
educación a la oración y la iniciación a la Sagrada
Escritura son aspectos centrales de la formación cristiana de los
pequeños. (581)
– Finalmente, hay que tener en cuenta la
importancia de dos ámbitos educativos: la familia y la escuela. La
catequesis familiar es, en cierto modo, insustituíble, sobre todo por el
ambiente positivo y acogedor, por el atrayente ejemplo de los adultos, por la
primera y explícita sensibilización de la fe y por la
práctica de la misma.
179.
El ingreso en la escuela significa para
el niño entrar a formar parte de una sociedad más amplia que la
familia, con la posibilidad de desarrollar mucho más sus capacidades
intelectuales, afectivas, y de comportamiento. En la escuela misma,
frecuentemente, se imparte una específica enseñanza religiosa.
Todo esto requiere que la catequesis y los
catequistas lleven a cabo una colaboración constante con los padres y
también con los maestros, de acuerdo con las posibilidades de cada
lugar. (582) Recuerden los pastores que, cuando ayudan a padres y
educadores a cumplir bien su misión, se está edificando la
Iglesia. Este trabajo, por otra parte, ofrece una gran oportunidad para la
catequesis de adultos. (583)
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