La importancia de la juventud para la
sociedad y para la Iglesia
(588)
182.
La Iglesia, que ve a los jóvenes
como « la esperanza », los contempla hoy como « un gran desafío para el
futuro de la Iglesia ». (589)
El rápido y tumultuoso cambio
cultural y social, el crecimiento numérico de jóvenes, el
alargamiento de la etapa de la juventud antes de entrar a tomar parte en las
responsabilidades de los adultos, la falta de trabajo y en ciertos
países las condiciones permanentes de subdesarrollo, las presiones de la
sociedad de consumo..., todo ayuda a perfilar el mundo de los jóvenes
como el tiempo de espera, a veces de desencanto y de insatisfacción,
incluso de angustia y de marginación. El alejamiento de la Iglesia, o al
menos la desconfianza hacia ella, está presente en muchos como actitud
de fondo. A la vez, en los jóvenes se refleja a menudo la falta de apoyo
espiritual y moral de las familias y la precariedad de la catequesis recibida.
Por otro lado, en numerosos jóvenes
se descubre una fuerte e impetuosa tendencia a la búsqueda de sentido de
la vida, a la solidaridad, al compromiso social, e incluso a la misma
experiencia religiosa...
183.
De aquí se desprenden algunas
consecuencias para la catequesis.
Ante todo, el servicio de la fe tiene que
estar atento a las luces y las sombras de la condición de la vida de los
jóvenes, tal como se dan en las distintas regiones y ambientes.
La propuesta explícita de Cristo al
joven del Evangelio (590) es el corazón de la catequesis;
propuesta dirigida a todos los jóvenes y a su medida, en la
comprensión atenta de sus problemas. En el Evangelio, los jóvenes
aparecen de hecho como interlocutores directos de Jesucristo que les revela su
« singular riqueza », y que a la vez les compromete en un proyecto de
crecimiento personal y comunitario de valor decisivo para la sociedad y la
Iglesia. (591)
Por eso no debe verse a los jóvenes
sólo como objeto de la catequesis, sino como « sujetos activos,
protagonistas de la evangelización y artífices de la
renovación social »(592)
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