Características de la catequesis
para jóvenes
(593)
184. Por la amplitud de la
tarea, corresponde ciertamente a los Directorios catequéticos de las
Iglesias particulares y de las Conferencias Episcopales nacionales y regionales
especificar, teniendo en cuenta las circunstancias, lo que conviene en cada
lugar.
Sin embargo, cabe indicar unas líneas
generales comunes:
– Se ha de tener presente las diferentes
situaciones religiosas: jóvenes no bautizados; jóvenes bautizados
que no han realizado el proceso catequético ni completado la
iniciación cristiana; jóvenes que atraviesan crisis de fe a veces
graves; otros con posibilidades de hacer una opción de fe o que la han
hecho y esperan ser ayudados.
– No se puede olvidar que resulta provechosa
aquella catequesis que se puede llevar a cabo al interior de una pastoral
más amplia de preadolescentes, adolescentes y jóvenes orientada
al conjunto de problemas que afectan a sus vidas. A este fin la catequesis debe
integrar aspectos tales como el análisis de la situación, la
atención a las ciencias humanas y de la educación y la
colaboración de los laicos y de los mismos jóvenes.
– Y son mediaciones útiles para una
catequesis eficaz: Una acción de grupo bien orientada, una pertenencia a
asociaciones juveniles de carácter educativo, (594) y un
acompañamiento personal del joven, en el que destaca la dirección
espiritual.
185.
Entre las diversas formas de catequesis
de jóvenes, hay que prever, teniendo en cuenta las situaciones, un
catecumenado juvenil en edad escolar; una catequesis que complete y culmine la
iniciación cristiana; una catequesis sobre cuestiones específicas;
así como encuentros más o menos ocasionales e informales.
En general se ha de proponer a los
jóvenes una catequesis con itinerarios nuevos, abiertos a la
sensibilidad y a los problemas de esta edad, que son de orden teológico,
ético, histórico, social... En particular, deben ocupar un puesto
adecuado, la educación para la verdad y la libertad según el
Evangelio, la formación de la conciencia, la educación para el
amor, el planteamiento vocacional, el compromiso cristiano en la sociedad y la
responsabilidad misionera en el mundo. (595) Con todo hay que poner de
relieve, que la evangelización contemporánea de los
jóvenes debe adoptar con frecuencia un carácter misionero
más que el estrictamente catecumenal. En realidad, la situación
exige a menudo que la acción apostólica con los jóvenes
sea de índole humanizadora y misionera, como primer paso
necesario para que maduren unas disposiciones más favorables a la
acción estrictamente catequética. Por tanto, muchas veces en la
realidad, será oportuno intensificar la acción precatecumenal al
interior de procesos educativos globales.
Una de las dificultades mayores a las que
hay que enfrentarte y dar respuesta se refiere a la diferencia de lenguaje (mentalidad,
sensibilidad, gustos, estilo, vocabulario...) entre los jóvenes y la
Iglesia (catequesis y catequistas). Vale la pena por eso insistir en la
necesidad de una adaptación de la catequesis a los jóvenes,
sabiendo traducir a su lenguaje « con paciencia y buen sentido, sin
traicionarlo, el mensaje de Jesucristo ». (596)
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