Catequesis de los ancianos
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La tercera edad, don de Dios a la Iglesia
186.
El número creciente de personas
ancianas representa en diversos países del mundo una nueva y
específica tarea pastoral de la Iglesia. Las personas de esta edad, a
veces considerados como objeto pasivo, más o menos molesto, es
necesario, sin embargo, verlas a la luz de la fe, como un don de Dios a la
Iglesia y a la sociedad, a las que hay que dedicarles también el cuidado
de una catequesis adecuada. Tienen a ella el mismo derecho y deber que los
demás cristianos.
Se ha de tener en cuenta la diversidad de
situaciones personales, familiares, sociales, en particular, la
situación de soledad y el riesgo de marginación.
La familia cumple una función
primaria, porque en ella el anuncio de la fe puede darse en un clima de acogida
y de amor que confirman, mejor que ninguna otra cosa, el valor de la Palabra.
En todo caso, la catequesis de los ancianos
ha de asociar al contenido de la fe la presencia cordial del catequista y de la
comunidad creyente. Por lo que es deseable que los ancianos participen
plenamente en el itinerario catequético de la comunidad.
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