La catequesis en relación a la
religiosidad popular
(7)
195. En las comunidades
cristianas existen, como dimensión vital de la realidad católica,
expresiones particulares de búsqueda de Dios y de vida religiosa,
cargadas de fervor y de pureza de intenciones a veces conmovedoras, que bien
cabe llamar « piedad popular ». Esta piedad popular « refleja una sed de Dios
que solamente los pobres y sencillos pueden conocer. Hace capaz de generosidad
y sacrificio hasta el heroísmo, cuando se trata de manifestar la fe.
Comporta un hondo sentido de los atributos profundos de Dios: la paternidad, la
providencia, la presencia amorosa y constante. Engendra actitudes interiores
que raramente pueden observarse en el mismo grado en quienes no poseen esa
religiosidad: paciencia, sentido de la cruz en la vida cotidiana, desapego,
aceptación de los demás, devoción ».(8) Es una
realidad rica y a la vez muy expuesta a deformaciones, en la que la fe, que es
su fundamento, necesita purificación y rebustecimiento.
Se requiere, pues, una catequesis que,
asumiendo tal riqueza religiosa, sea capaz de percibir sus dimensiones
interiores y sus valores innegables, ayudándola a superar los riesgos de
fanatismo, de superstición, de sincretismo y de ignorancia religiosa. «
Bien orientada, esta religiosidad popular puede ser cada vez más, para
nuestras masas populares, un verdadero encuentro con Dios en Jesucristo
».(9)
196.
También la veneración de
los fieles a la Madre de Dios ha asumido formas múltiples, según
las circunstancias de lugar y de tiempo, la diversa sensibilidad de los pueblos
y sus diferentes tradiciones culturales. Las formas en las que esta piedad
mariana se ha expresado, sujetas al desgaste del tiempo, se muestran
necesitadas de una catequesis renovada que permita que los elementos caducos
sean sustituidos, que se subrayen los valores perennes y que se incorporen
aquellos datos doctrinales que son fruto de la reflexión
teológica y son enseñados por el Magisterio de la Iglesia.
Tal catequesis es sumamente necesaria. Y se
caracterizará claramente por su dimensión trinitaria,
cristológica y eclesial, intrínseca a la mariología.
Además, en el discernimiento sobre los ejercicios de piedad mariana,
como en la creación de nuevas prácticas, habrá que tener
presentes las orientaciones eclesiales de tipo bíblico, litúrgico,
ecuménico y antropológico.(10)
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