El Obispo, primer responsable de la
catequesis en la Iglesia particular
222.
El Concilio Vaticano II pone de relieve
la importancia eminente que, en el ministerio episcopal, tiene el anuncio y la
transmisión del Evangelio: « Entre las principales tareas de los obispos
destaca la predicación del Evangelio ».(61) En la
realización de esta tarea los obispos son, ante todo, « pregoneros de la
fe »,(62) tratando de ganar nuevos discípulos para Cristo y son,
al mismo tiempo, « maestros auténticos »,(63) transmitiendo al
pueblo que se les ha encomendado la fe que ha de profesar y vivir. En el
ministerio profético de los obispos, el anuncio misionero y la
catequesis son dos aspectos íntimamente unidos. Para desempeñar
esta función los obispos reciben « el carisma cierto de la verdad
».(64)
Los obispos son « los primeros responsables
de la catequesis, los catequistas por excelencia ».(65) En la historia
de la Iglesia es patente el papel preponderante de grandes y santos obispos que
marcan, con sus iniciativas y sus escritos, el período más
floreciente de la institución catecumenal. Concebían a la
catequesis como una de las tareas básicas de su ministerio.(66)
223.
Esta preocupación por la
actividad catequética llevará al obispo a asumir « la alta
dirección de la catequesis »(67) en la Iglesia particular, lo
que implica entre otras cosas:
– Asegurar en su Iglesia la prioridad
efectiva de una catequesis activa y eficaz, « promoviendo la
participación de las personas, de los medios e instrumentos, así
como de los recursos económicos necesarios ».(68)
– Ejercer la solicitud por la catequesis con
una intervención directa en la transmisión del Evangelio a los
fieles, velando al mismo tiempo por la autenticidad de la confesión de
fe y por la calidad de los textos e instrumentos que deban
utilizarse.(69)
– « Suscitar y mantener una verdadera
mística de la catequesis, pero una mística que se encarne en una
organización adecuada y eficaz »,(70) actuando con el
convencimiento profundo de la importancia de la catequesis para la vida
cristiana de una Diócesis.
– Cuidar de que « los catequistas se
preparen de la forma debida para su función, de suerte que conozcan con
claridad la doctrina de la Iglesia y aprendan teórica y
prácticamente las leyes psicológicas y las disciplinas
pedagógicas ».(71)
– Establecer en la diócesis un
proyecto global de catequesis, articulado y coherente, que responda a las
verdaderas necesidades de los fieles y que esté convenientemente ubicado
en los planes pastorales diocesanos. Tal proyecto ha de estar coordinado,
igualmente, en su desarrollo, con los planes de la Conferencia episcopal.
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