Los presbíteros, pastores y
educadores de la comunidad cristiana
224. La función propia
del presbítero en la tarea catequizadora brota del sacramento del Orden
que ha recibido. « Por el sacramento del Orden, los presbíteros se
configuran con Cristo sacerdote, como ministros de la Cabeza, para construir y
edificar todo su Cuerpo que es la Iglesia, como cooperadores del orden
episcopal ».(72) Por esta ontológica configuración con
Cristo, el ministerio de los presbíteros es un servicio configurador de
la comunidad, que coordina y potencia los demás servicios y carismas.
En relación con la catequesis, el
sacramento del Orden constituye a los presbíteros en « educadores en la
fe ».(73) Tratan, por ello, de que los fieles de la comunidad se formen
adecuadamente y alcancen la madurez cristiana.(74) Sabiendo, por otra
parte, que su « sacerdocio ministerial »(75) está al servicio
del « sacerdocio común de los fieles »,(76) los
presbíteros fomentan la vocación y la tarea de los catequistas,
ayudándoles a realizar una función que brota del Bautismo y se
ejerce en virtud de una misión que la Iglesia les confía. Los
presbíteros llevan a cabo, de esta manera, la recomendación del
Concilio Vaticano II, cuando les pide que « reconozcan y promuevan la dignidad
de los laicos y la parte que les corresponde en la misión de la Iglesia
».(77)
225.
Más en concreto, destacan como
tareas propias del presbítero en la catequesis, y particularmente del
párroco, las siguientes:(78)
– suscitar en la comunidad cristiana el
sentido de la común responsabilidad hacia la catequesis, como tarea que
a todos atañe, así como el reconocimiento y aprecio hacia los
catequistas y su misión;
– cuidar la orientación de fondo de
la catequesis y su adecuada programación, contando con la
participación activa de los propios catequistas, y tratando de que
esté « bien estructurada y bien orientada »;(79)
– fomentar y discernir vocaciones para el
servicio catequético y, como catequista de catequistas, cuidar la
formación de éstos, dedicando a esta tarea sus mejores desvelos;
– integrar la acción
catequética en el proyecto evangelizador de la comunidad y cuidar, en
particular, el vínculo entre catequesis, sacramentos y liturgia;
– garantizar la vinculación de la
catequesis de su comunidad con los planes pastorales diocesanos, ayudando a los
catequistas a ser cooperadores activos de un proyecto diocesano común.
La experiencia atestigua que la calidad de
la catequesis de una comunidad depende, en grandísima parte, de la
presencia y acción del sacerdote.
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