Los religiosos en la catequesis
228. La Iglesia convoca
particularmente a las personas de vida consagrada a la actividad
catequética y desea « que las comunidades religiosas dediquen el
máximo de sus capacidades y de sus posibilidades a la obra específica
de la catequesis ».(89)
La aportación peculiar de los
religiosos, de las religiosas y de los miembros de sociedades de vida
apostólica a la catequesis brota de su condición
específica. La profesión de los consejos evangélicos, que
caracteriza a la vida religiosa, constituye un don para toda la comunidad
cristiana. En la acción catequética diocesana, su
aportación original y específica nunca podrá ser suplida
por la de los sacerdotes y laicos. Esta contribución original brota del
testimonio público de su consagración, que les convierte en signo
viviente de la realidad del Reino: « La profesión de estos consejos en
un estado de vida estable reconocido por la Iglesia es lo que caracteriza la
vida consagrada a Dios ».(90) Aunque los valores evangélicos
deben ser vividos por todo cristiano, las personas de vida consagrada «
encarnan la Iglesia deseosa de entregarse a la radicalidad de las
bienaventuranzas ».(91) El testimonio de los religiosos, unido al
testimonio de los laicos, muestra el rostro total de la Iglesia que es, toda
ella, signo del Reino de Dios.(92)
229.
« Muchas familias religiosas, masculinas y femeninas, nacieron para la
educación cristiana de los niños y de los jóvenes,
particularmente los más abandonados ».(93) Ese mismo carisma de
los fundadores hace que muchos religiosos y religiosas colaboren hoy en la
catequesis diocesana de adultos. En el
curso de la historia siempre « se han encontrado muy comprometidos en la
acción catequética de la Iglesia ».(94)
Los carismas fundacionales(95) no
quedan al margen cuando los religiosos participan en la tarea
catequética. Manteniendo intacto el carácter propio de la catequesis,
los carismas de las diversas comunidades religiosas enriquecen una tarea
común con unos acentos propios, muchas veces de gran hondura religiosa,
social y pedagógica. La historia de la catequesis demuestra la vitalidad
que estos carismas han proporcionado a la acción educativa de la
Iglesia.
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