Los catequistas laicos
230. La acción
catequética de los fieles laicos tiene, también, un
carácter peculiar debido a su particular condición en la Iglesia:
« el carácter secular es propio de los laicos ».(96) Los laicos
ejercen la catequesis desde su inserción en el mundo, compartiendo todo
tipo de tareas con los demás hombres y mujeres, aportando a la
transmisión del Evangelio una sensibilidad y unas connotaciones específicas:
« esta evangelización... adquiere una nota específica por el
hecho de que se realiza dentro de las comunes condiciones de la vida en el
mundo ».(97)
En efecto, al vivir la misma forma de vida
que aquellos a quienes catequizan, los catequistas laicos tienen una especial
sensibilidad para encarnar el Evangelio en la vida concreta de los seres
humanos. Los propios catecúmenos y catequizandos pueden encontrar en
ellos un modelo cristiano cercano en el que proyectar su futuro como creyentes.
231.
La vocación del laico para la
catequesis brota del sacramento del Bautismo, es robustecida por el sacramento
de la Confirmación, gracias a los cuales participa de la « misión
sacerdotal, profética y real de Cristo ».(98) Además de
la vocación común al apostolado, algunos laicos se sienten
llamados interiormente por Dios para asumir la tarea de ser catequistas. La
Iglesia suscita y discierne esta llamada divina y les confiere la misión
de catequizar. El Señor Jesús invita así, de una forma
especial, a hombres y mujeres, a seguirle precisamente en cuanto maestro y
formador de discípulos. Esta llamada personal de Jesucristo, y la
relación con El, son el verdadero motor de la acción del
catequista. « De este conocimiento amoroso de Cristo es de donde brota el deseo
de anunciarlo, de evangelizar, y de llevar a otros al "sí" de
la fe en Jesucristo ».(99)
Sentirse llamado a ser catequista y recibir
de la Iglesia la misión para ello, puede adquirir, de hecho, grados
diversos de dedicación, según las características de cada
uno. A veces, el catequista sólo puede ejercer este servicio de la
catequesis durante un período limitado de su vida, o incluso de modo
meramente ocasional, aunque siempre como un servicio y una colaboración
preciosa. No obstante, la importancia del ministerio de la catequesis aconseja
que en la diócesis exista, ordinariamente, un cierto número de
religiosos y laicos, estable y generosamente dedicados a la catequesis,
reconocidos públicamente por la Iglesia, y que —en comunión con
los sacerdotes y el Obispo— contribuyan a dar a este servicio diocesano la
configuración eclesial que le es propia. (100)
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