CAPITULO
II
La formación
para el servicio de la catequesis
La pastoral de catequistas en la Iglesia
particular
233.
Para el buen funcionamiento del
ministerio catequético en la Iglesia particular es preciso contar, ante
todo, con una adecuada pastoral de los catequistas. En ella varios aspectos
deben ser tenidos en cuenta. Se ha de tratar, en efecto, de:
– Suscitar en las parroquias y comunidades
cristianas vocaciones para la catequesis. En los tiempos actuales, en los que
las necesidades de catequización son cada vez más diferenciadas,
hay que promover diferentes tipos de catequistas. « Se requerirán, por
tanto, catequistas especializados ». (113) Conviene determinar los
criterios de elección.
– Promover un cierto número de «
catequistas a tiempo pleno », que puedan dedicarse a la catequesis de manera
más intensa y estable, (114) junto a la promoción de «
catequistas de tiempo parcial », que ordinariamente serán los más
numerosos.
– Establecer una distribución
más equilibrada de los catequistas entre los sectores de destinatarios
que necesitan catequesis. La toma de conciencia de la necesidad de una
catequesis de jóvenes y adultos, por ejemplo, obligará a
establecer un mayor equilibrio respecto al número de catequistas que se
dedican a la infancia y adolescencia.
– Promover animadores responsables de la
acción catequética, que asuman responsabilidades en el nivel
diocesano, zonal o parroquial. (115)
– Organizar adecuadamente la
formación de los catequistas, tanto en lo que concierne a la
formación básica inicial como a la formación permanente.
– Cuidar la atención personal y
espiritual de los catequistas y del grupo de catequistas como tal. Esta
acción compete, principal y fundamentalmente, a los sacerdotes de las
respectivas comunidades cristianas.
– Coordinar a los catequistas con los
demás agentes de pastoral en las comunidades cristianas, a fin de que la
acción evangelizadora global sea coherente y el grupo de catequistas no
quede aislado de la vida de la comunidad.
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