Las
comunidades eclesiales de base
263.
Las comunidades eclesiales de base se
han difundido grandemente en las últimas décadas. (196)
Son grupos cristianos que « nacen de la necesidad de vivir todavía con
más intensidad la vida de la Iglesia; o del deseo y búsqueda de
una dimensión más humana, que difícilmente pueden ofrecer
las comunidades eclesiales más grandes... ». (197)
Las comunidades eclesiales de base son « un
signo de vitalidad de la Iglesia ». (198) En ellas los
discípulos de Cristo se reúnen para una atenta escucha de la
Palabra de Dios, para la búsqueda de unas relaciones más
fraternas, para celebrar desde la propia vida los misterios cristianos y para
asumir el compromiso de transformar la sociedad. Junto a estas dimensiones
específicamente cristianas, emergen también importantes valores
humanos: la amistad y el reconocimiento personal, el espíritu de
corresponsabilidad, la creatividad, la respuesta vocacional, el interés
por los problemas del mundo y de la Iglesia. Puede resultar de ello una
enriquecedora experiencia comunitaria, « verdadera expresión de
comunión e instrumento para edificar una comunión más
profunda ». (199)
Para ser auténtica « cada comunidad
debe vivir unida a la Iglesia particular y universal, en sincera
comunión con los pastores y el magisterio, comprometida en la
irradiación misionera y evitando toda forma de cerrazón y de
instrumentalización ideológica ». (200)
264.
En las comunidades eclesiales de base
puede desarrollarse una catequesis muy fecunda:
– El clima fraterno de que se ven dotadas es
lugar adecuado para una acción catequizadora integral, siempre que se
sepa respetar la naturaleza y el carácter propio de la catequesis.
– Por otra parte, la catequesis da hondura a
la vida comunitaria, ya que asegura los fundamentos de la vida cristiana de los
fieles. Sin ella las comunidades eclesiales de base difícilmente
tendrán solidez.
– Finalmente, la pequeña comunidad es
meta adecuada para acoger a los que han terminado un proceso de
catequización.
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