Un Proyecto diocesano de catequesis
articulado y coherente
274. El Proyecto diocesano
de catequesis es la oferta catequética global de una Iglesia
particular que integra, de manera articulada, coherente y coordinada los
diferentes procesos catequéticos ofrecidos por la diócesis a los
destinatarios de las diferentes edades de la vida. (221)
En este sentido, toda Iglesia particular, en
orden ante todo a la iniciación cristiana, debe ofrecer, al menos, un
doble servicio:
a) Un proceso de iniciación cristiana, unitario y coherente, para niños,
adolescentes y jóvenes, en íntima conexión con los
sacramentos de la iniciación ya recibidos o por recibir y en
relación con la pastoral educativa.
b) Un proceso catequesis para adultos, ofrecido a aquellos
cristianos que necesiten fundamentar su fe, realizando o completando la
iniciación cristiana inaugurada o a inaugurar con el Bautismo.
En no pocas naciones, se presenta hoy la
necesidad de un proceso de catequesis para ancianos, ofrecido a aquellos
cristianos que, al abrirse a una tercera y definitiva fase de la vida humana,
desean, acaso por primera vez, poner sólidos fundamentos a su fe.
275.
Estos diversos procesos de catequesis
cada uno con posibles variantes socio-culturales, no deben organizarse por
separado, como si fueran « comportamientos estancos e incomunicados entre
sí ». (222) Es necesario que la oferta catequética de la
Iglesia particular esté bien coordinada. Entre estas diversas formas de
catequesis « es menester propiciar su perfecta complementariedad ».
(223)
Como ya ha quedado indicado, el principio
organizador, que da coherencia a los distintos procesos de catequesis que
ofrece una Iglesia particular, es la atención a la catequesis de adultos.
Ella es el eje en torno al cual gira y se inspira la catequesis de las primeras
edades y la de la tercera edad.(224)
El hecho de ofrecer los diferentes procesos
de catequesis en un único Proyecto diocesano de catequesis no quiere
decir que el mismo destinatario haya de recorrerlos uno tras otro. Si un joven
llega al umbral de la edad adulta con una fe bien fundamentada, en rigor no
necesita una catequesis de iniciación de adultos, sino otros alimentos
más sólidos que le ayuden en su permanente maduración en
la fe. En el mismo caso se encuentran los que acceden a la tercera edad con una
fe bien enraizada. (225)
Junto a esta oferta, absolutamente
imprescindible, de procesos de iniciación, la Iglesia particular debe
ofrecer también procesos diferenciados de catequesis permanente para
cristianos adultos.
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