Situación de la catequesis:
vitalidad y problemas
29.
Muchos son los aspectos positivos de la catequesis en estos últimos
años, que muestran su vitalidad. Entre ellos cabe destacar:
– El gran número de sacerdotes,
religiosos y laicos que se consagran con entusiasmo y constancia a la
catequesis. Es una de las acciones eclesiales más relevantes.
– También hay que destacar el carácter
misionero de la catequesis actual y su tendencia a asegurar la adhesión
a la fe por parte de los catecúmenos y de los catequizandos, en medio de
un mundo donde el sentido religioso se oscurece. En esta dinámica se
toma clara conciencia de que la catequesis debe adquirir el carácter de
la formación integral, y no reducirse a una mera enseñanza:
deberá empeñarse, en efecto, en suscitar una verdadera
conversión.(54)
– En sintonía con lo anterior, tiene
extraordinaria importancia el incremento que va adquiriendo la catequesis de
adultos (55) en el proyecto de catequesis de numerosas Iglesias
particulares. Esta opción aparece como prioritaria en los planes
pastorales de muchas diócesis. Igualmente, en algunos movimientos y grupos
eclesiales ocupa un lugar central.
– Favorecido sin duda por las orientaciones
recientes del Magisterio, el pensamiento catequético ha ganado, en
nuestro tiempo, en densidad y profundidad. En este sentido, muchas Iglesias
particulares cuentan ya con adecuadas y oportunas orientaciones pastorales.
30. Algunos problemas, sin
embargo, deben hoy ser examinados con particular cuidado, tratando de encontrar
solución a los mismos:
– El primero se refiere a la
concepción de la catequesis como escuela de fe, como aprendizaje y
entrenamiento de toda la vida cristiana, concepción que no ha penetrado
plenamente en la conciencia de los catequistas.
En lo que concierne a la orientación
de fondo, el concepto de « Revelación » impregna ordinariamente la
actividad catequética; sin embargo, el concepto conciliar de «
Tradición » tiene un menor influjo en cuanto elemento realmente
inspirador. De hecho, en muchas catequesis, la referencia a la Sagrada
Escritura es casi exclusiva, sin que la reflexión y la vida dos veces milenaria
de la Iglesia(56) la acompañe de modo suficiente. La naturaleza
eclesial de la catequesis aparece, en este caso, menos clara. La
interrelación entre la Sagrada Escritura, la Sagrada Tradición y
el Magisterio, «cada uno a su modo»,(57) no fecunda aún de modo
armonioso la transmisión catequética de la fe.
– Respecto a la finalidad de la catequesis,
que trata de propiciar la comunión con Jesucristo, es necesaria una
presentación más equilibrada de toda la verdad del misterio de
Cristo. A veces se insiste sólo en su humanidad, sin hacer
explícita referencia a su divinidad; en otras ocasiones, menos
frecuentes en nuestro tiempo, se acentúa tan exclusivamente su divinidad
que no se pone de relieve la realidad del misterio de la Encarnación del
Verbo.(58)
– Acerca del contenido de la catequesis,
subsisten varios problemas. Existen ciertas lagunas doctrinales sobre la verdad
de Dios y del hombre, sobre el pecado y la gracia, y sobre los
novísimos. Existe la necesidad de una más sólida formación
moral; se advierte una inadecuada presentación de la historia de la
Iglesia y una escasa relevancia de su doctrina social. En algunas regiones
proliferan catecismos y textos de iniciativa particular, con tendencias
selectivas y acentuaciones tan diversas que llegan a dañar la necesaria
convergencia en la unidad de la fe.(59)
– « La catequesis está
intrínsecamente unida a toda la acción litúrgica y
sacramental ».(60) A menudo, sin embargo, la práctica
catequética muestra una vinculación débil y fragmentaria
con la liturgia: una limitada atención a los signos y ritos
litúrgicos, una escasa valoración de las fuentes
litúrgicas, itinerarios catequéticos poco o nada conectados con
el año litúrgico y una presencia marginal de celebraciones en los
itinerarios de la catequesis.
– En lo que concierne a la pedagogía,
después de una acentuación excesiva del valor del método y
de las técnicas por parte de algunos, no se atiende aún
debidamente a las exigencias y originalidad de la pedagogía propia de la
fe.(61) Se cae con facilidad en el dualismo « contenido-método
», con reduccionismos en uno u otro sentido. Respecto a la dimensión
pedagógica, no se ha ejercido siempre el necesario discernimiento
teológico.
– Por lo que concierne a la diversidad de
culturas en relación al servicio de la fe, está el problema de
saber transmitir el Evangelio en el horizonte cultural de los pueblos a los que
se dirige, de modo que pueda ser percibido realmente como una gran noticia para
la vida de las personas y de la sociedad.(62)
– La formación al apostolado y a la
misión es una de las tareas fundamentales de la catequesis. Sin embargo,
mientras crece en la actividad catequética una nueva sensibilidad para
formar a los fieles laicos para el testimonio cristiano, el diálogo
interreligioso y el compromiso en el mundo, la educación en el sentido
de la « misión ad gentes » es aún débil e inadecuada. A
menudo, la catequesis ordinaria concede a las misiones una atención
marginal y de carácter ocasional.
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