3. Dios se comunica a
Sí mismo a la humanidad
Por esta
sobreabundancia de amor, Dios decidió comunicarse a Sí mismo a
los seres humanos que Él había creado. El Unigénito Hijo
de Dios asumió la naturaleza humana «para reunir a todos los hijos de
Dios que están dispersos» (Jn 11: 52), restaurar la comunión
entre Dios y la humanidad, comunicar la vida divina a las gentes y, finalmente,
darles la visión eterna de Dios.
La
encarnación es la suprema manifestación de la voluntad
salvífica de Dios. Es el camino escogido por Dios para ir en
búsqueda de los seres humanos, dañados y enajenados de Dios a
causa del pecado original, como el pastor va en busca de la oveja perdida. La
encarnación significa, de un lado, que el Hijo de Dios asumió
todo lo que es positivo en la naturaleza humana. De otro lado, toma la forma de
kenosis. Como san Pablo escribe a los Filipenses: «tened los mismos sentimientos
que tuvo Cristo Jesús, quien, existiendo en forma de Dios, no
reputó como botín ser igual a Dios, antes se anonadó,
tomando la forma de siervo y haciéndose semejante a los hombres; y en la
condición de hombre se humilló hecho obediente hasta la muerte, y
muerte de cruz» (Fil 2:5-8). Este fue el camino escogido por el plan divino
para restablecer la comunión entre la humanidad y Dios, recapitular
todas las cosas de modo que finalmente «Dios sea todo en todos» (1Cor 15:28;
cf. Ef 1:15). Es así que, cuando los cristianos encuentran a otros
creyentes, están llamados a tener a Cristo en su mente, a seguir sus
pasos.
|