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Paulus PP. VI Ecclesiam Suam IntraText CT - Texto |
44. Este deseo de moldear las relaciones interiores de la Iglesia en el espíritu propio de un diálogo entre miembros de una comunidad, cuyo principio constitutivo es la caridad, no suprime el ejercicio de la función propia de la autoridad por un lado, de la sumisión por el otro; es una exigencia tanto del orden conveniente a toda sociedad bien organizada como, sobre todo, de la constitución jerárquica de la Iglesia. La autoridad de la Iglesia es una institución del mismo Cristo; más aún: le representa a El, es el vehículo autorizado de su palabra, es un reflejo de su caridad pastoral; de tal modo que la obediencia arranca de motivos de fe, se convierte en escuela de humildad evangélica, hace participar al obediente de la sabiduría, de la unidad, de la edificación y de la caridad, que sostienen al cuerpo eclesial, y confiere a quien la impone y a quien se ajusta a ella el mérito de la imitación de Cristo que se hizo obediente hasta la muerte66.
Así, por obediencia enderezada hacia el diálogo, entendemos el ejercicio de la autoridad, todo él impregnado de la conciencia de ser servicio y ministerio de verdad y de caridad; y entendemos también la observancia de las normas canónicas y la reverencia al gobierno del legítimo superior, con prontitud y serenidad, cual conviene a hijos libres y amorosos. El espíritu de independencia, de crítica, de rebelión, no va de acuerdo con la caridad animadora de la solidaridad, de la concordia, de la paz en la Iglesia, y transforma fácilmente el diálogo en discusión, en altercado, en disidencia: desagradable fenómeno —aunque por desgracia siempre puede producirse— contra el cual la voz del apóstol Pablo nos amonesta: Que no haya entre vosotros divisiones67.