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Paulus PP. VI Ecclesiam Suam IntraText CT - Texto |
LA VIGILANCIA DE LOS FIELES SEGUIDORES DEL SEÑOR
6. Quisiéramos que esta reflexión sobre el origen y sobre la naturaleza de la relación nueva y vital, que la religión de Cristo establece entre Dios y el hombre asumiese el sentido de un acto de docilidad a la palabra del divino Maestro dirigida a sus oyentes, y especialmente a sus discípulos, entre los cuales Nos mismo, con toda razón, nos complacemos en contarnos. Entre tantas otras, escogeremos una de las más graves y repetidas recomendaciones hechas por el Señor y válida todavía hoy para quien quiera profesarse fiel seguidor suyo: la de la vigilancia. Es verdad que este aviso del Maestro se refiere principalmente al destino último del hombre, próximo o lejano en el tiempo. Mas precisamente porque esta vigilancia debe estar siempre presente y operante en la conciencia del siervo fiel, es la determinante de su conducta moral, práctica y actual, que debe caracterizar al cristiano en el mundo. La amonestación a la vigilancia viene intimada por el Señor aun aun en orden a los hechos próximos y cercanos, es decir, a los peligros y a las tentaciones que pueden hacer que la conducta del hombre decaiga y se desvíe6. Así es fácil descubrir en el Evangelio una continua invitación a la rectitud del pensamiento y de la acción. Por ventura ¿no se refería a ella la predicación del Precursor, con la que se abre la escena pública del Evangelio? Y Jesucristo mismo, ¿no ha invitado a acoger interiormente el reino de Dios7? Toda su pedagogía, ¿no es una exhortación, una iniciación a la interioridad? La conciencia psicológica y la conciencia moral están llamadas por Cristo a una plenitud simultánea, casi como condición para recibir, según conviene al hombre, los dones divinos de la verdad y de la gracia. Y la conciencia del discípulo luego se tornará en recuerdo8 de cuanto Jesús había enseñado y de cuanto a su alrededor había sucedido, y se desenvolverá y se precisará comprendendiendo mejor quién era El y de qué cosa había sido Maestro y autor.
El nacimiento de la Iglesia y el surgir de su conciencia profética son los dos hechos característicos y coincidentes de Pentecostés, y juntos irán progresando: la Iglesia, en su organización y en su desarrollo jerárquico y comunitario; la conciencia de la propia vocación, de la propia misteriosa naturaleza, de la propia doctrina, de la propia misión acompañará gradualmente tal desarrollo, según el deseo formulado por San Pablo: Y por esto ruego que vuestra caridad crezca más y más en conocimiento y en plenitud de discreción9.