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Leo PP. XIII Arcanum Divinae Sapientiae IntraText - Concordancias (Hapax Legomena) |
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1 III,12 | separar contrato y sacramento~12. Y no se le ocurra a nadie 2 III,11(41)| Novel. 137. ~ 3 III,14 | del matrimonio cristiano~14. Si se considera a qué fin 4 III,19(50)| pastoralis, de 6 de mayo de 1742.~ 5 III,19(48)| lucionense, de 28 de mayo de 1793; Pío VII, encíclica de 17 6 III,19(48)| encíclica de 17 de febrero de 1809 y constitución de fecha 7 III,19(48)| de fecha 19 de julio de 1817; Pío VIII, encíclica de 8 III,19(48)| encíclica de 29 de mayo de 1829; Gregorio XVI, constitución 9 III,19(48)| constitución del 15 de agosto de 1832; Pío IX, alocución de 22 10 III,11(42)| institut. Christ. (Pest 1835). ~ 11 III,11(32)| Philosophum. Oxon ( 1851 ).~ 12 III,19(48)| alocución de 22 de septiembre de 1852.~ 13 V,28 | Pedro, a 10 de febrero de 1880, año segundo de nuestro 14 IV,20 | El poder civil~20. Siendo las cosas así, los 15 IV,21 | 21. Y esto con tanta mayor 16 IV,25 | 25. Tomaos el mayor cuidado 17 II,7(10) | Ef 5,25ss.~ 18 V,27 | 27. Estas enseñanzas y preceptos 19 II,9(23) | C.30 cuest.3 c.3 De cognat. spirit~ 20 III,11(35)| Legat. pro Christian. n.32-33.~ 21 III,11(35)| Legat. pro Christian. n.32-33.~ 22 II,7(12) | Ef 5,39.~ 23 III,19(52)| San Jerónimo, Epist. 79, ad Ocean; San Ambrosio, 24 II,6 | digo, pues, que todo el que abandona a su mujer, a no ser por 25 II,6 | adultera; y el que toma a la abandonada, adultera(7).~ 26 III,17 | corren el peligro de verse abandonadas así que hayan satisfecho 27 II,4 | esto lo vemos declarado y abiertamente confirmado en el Evangelio 28 II,7 | cuerpos.., ya que nadie aborrece jamás su propia carne, sino 29 III,17 | atestigua la experiencia, abre las puertas y lleva a las 30 II,7 | sino que la nutre y la abriga, como Cristo también a la 31 II,5 | facultad de repudio, se abrió la puerta a los divorcios. 32 IV,25 | cuidado de que los pueblos abunden en los preceptos de la sabiduría 33 II,6 | costumbres de los hebreos, que abusaban de la pluralidad de mujeres 34 II,5 | relegada a un grado de abyección tal, que se la consideraba 35 II,8 | se limita sólo a lo que acabamos de recordar su excelencia 36 III,16 | la sociedad, entonces se accedió, al fin, a que las separaciones 37 III,11 | acostumbraron a consultar y aceptar reverentemente en las controversias 38 IV,25 | nobilísimas causas del matrimonio, acercándose a él con las debidas intenciones, 39 IV,25 | los cuidados y remedios acomodados a las condiciones de los 40 IV,24 | Mas, al mismo tiempo que aconsejamos insistentemente la amigable 41 III,15 | consentimiento mutuo u otras causas aconsejen la necesidad de separarse. 42 III,14 | del mejor espíritu y que, acostumbrados a reverenciar y amar a Dios, 43 I,2 | humanos aprendieran y se acostumbraran a confiar en la paternal 44 III,11(38)| Harduin, Act. Concil. t.l can.l l. ~ 45 III,11 | pueden verse libres de la acusación de falsedad. En efecto, 46 IV,20 | constituirse en sus enemigos y acusarla falsa e inicuamente de haber 47 III,19(52)| San Jerónimo, Epist. 79, ad Ocean; San Ambrosio, 1.8 48 III,13 | cual llegara a tener su más adecuada realización. Ahora bien: 49 III,11 | del sacramento, con cuya adición los matrimonios cristianos 50 IV,22 | funciones; pero con este aditamento: que a las dos conviene 51 III,12 | inventada con el propósito de adjudicar al poder y arbitrio de los 52 III,10 | humana y que se rigen y administran por el derecho civil de 53 I,2 | sociedad doméstica y civil, es admirable cuánto haya ganado en dignidad, 54 III,19 | posteridad toda verá con admiración los documentos reveladores 55 II,9(22) | Canon Interfectores y canon Admonere cuest.2.~ 56 II,5 | cónyuges, ya que el marido adquiría el dominio de la mujer y 57 III,12 | no se le ocurra a nadie aducir aquella decantada distinción 58 II,9 | al marido castigar a la adúltera con la muerte(22) y violar 59 III,11 | públicamente como injustos y adulterinos algunos matrimonios que, 60 III,18 | crueldad, a las injurias y al adulterio al objeto de alegar motivos 61 III,11 | sagrado y religioso, no adventicio, sino ingénito; no recibido 62 IV,25 | falaces conclusiones de los adversarios, según los cuales esta potestad 63 III,17 | privada y pública. Y se advertirá que son mucho más graves 64 III,15 | al surgir por doquier el afán de sustituir por el humano 65 IV,23 | las cosas, con el mismo afecto que otras veces lo hemos 66 II,9(24) | C.8 De consang. et affin; c.l De cognat. legali.~ 67 II,9 | matrimonios entre parientes y afines de determinados grados(24), 68 III,18 | desde luego; pero ésas, por afinidad entre cosas semejantes, 69 III,11 | predecesores nuestros, han podido afirmar, no sin razón ni temerariamente, 70 III,19(48)| constitución del 15 de agosto de 1832; Pío IX, alocución 71 IV,25 | moderación, sino incluso con agrado.~ 72 III,11(37)| De Aguirre, Conc. Hispan. t.l can.13. 73 IV,24 | En cuanto esté a vuestro alcance, con todo lo que pueda vuestra 74 II,7 | conseguida por los méritos de El, alcanzasen en el matrimonio mismo la 75 III,18 | al adulterio al objeto de alegar motivos con que disolver 76 IV,25 | matrimonial, por más razones que aleguen en su descargo. Porque, 77 III,18 | multiplicaron tanto entre alemanes, americanos y otros, que 78 | algún 79 | alguno 80 IV,25 | Cristo, autor de la Nueva Alianza, lo elevó de menester de 81 III,17 | consigo. Debido a él, las alianzas conyugales pierden su estabilidad, 82 II,9(25) | De sponsal. et matrim. et alibi.~ 83 II,4 | infundió en su rostro el aliento de vida, quiso darle una 84 I,2 | providencia de Dios y a alimentar una esperanza, que no defrauda, 85 II,6 | matrimonio, tuvieron, finalmente, alivio y remedio, sin embargo, 86 III,13 | para la salvación de las almas y el bienestar de la república.~ 87 III,19(48)| agosto de 1832; Pío IX, alocución de 22 de septiembre de 1852.~ 88 II,7 | representación de cosas altísimas.~ 89 V,27 | poderoso patrocinio del aluvión desbordado de los errores.~ 90 II,7 | dice el apóstol San Pablo—, amad a vuestras mujeres igual 91 III,16 | confesándose partidarios y amantes de los mismos principios 92 III,19(52)| Epist. 79, ad Ocean; San Ambrosio, 1.8 sobre el c.16 de San 93 IV,23 | para impedir los daños que amenazan no sólo a la Iglesia, sino 94 III,19 | cuales pedían incluso con amenazas que la Iglesia ratificara 95 III,18 | multiplicaron tanto entre alemanes, americanos y otros, que los hombres 96 IV,24 | aconsejamos insistentemente la amigable unión de las voluntades 97 IV,22 | potestad civil se comporta amigablemente con la Iglesia, las dos 98 II,7 | mujeres igual que Cristo amó a la Iglesia y se entregó 99 II,9 | con toda certeza, que los amores disolutos y libres fueron 100 I,2 | modos, al orden natural ampliamente; por lo cual han recibido 101 III,12 | celebrado legítimamente. Añádese a esto que el matrimonio 102 III,19 | esta materia(48); por su anatema dictado contra la detestable 103 II,9 | se extendiera por un más ancho campo; cuidara de que se 104 III,11 | instituciones de los pueblos que anduvieron más cerca de la civilización 105 III,11 | cristianismo, cuyo supremo anhelo no fue otro que el de aplastar 106 III,14 | fundadamente esperar ciudadanos animados del mejor espíritu y que, 107 V,28 | a 10 de febrero de 1880, año segundo de nuestro pontificado. ~ 108 III,15 | soportables y que muchos ansíen liberarse de un vínculo 109 IV,22 | según hemos expuesto en anteriores encíclicas, si está de acuerdo 110 III,11 | éstos se hallaba informado y anticipado que, cuando se pensaba en 111 IV,25 | debidas intenciones, sin anticiparse a las nupcias, irritando 112 II,9 | para todos, suprimida la antigua diferencia entre esclavos 113 III,11 | tanto los monumentos de la antigüedad cuanto las costumbres e 114 II,5 | Corrupción del matrimonio antiguo~5. Pero esta forma del matrimonio, 115 II,9 | manera que dicha potestad apareciera como propia suya, y no obtenida 116 III,11 | emanado de la Iglesia se apartaba del derecho civil, hasta 117 III,16 | nuestros tiempos, pues quieren apartar en absoluto a Dios y a la 118 II,7 | aparte de su marido; y si se apartare, que permanezca sin casarse 119 IV,21 | Iglesia, igual que no puede apartarse en cosa alguna del cumplimiento 120 III,11 | anhelo no fue otro que el de aplastar con la violencia y la muerte 121 IV,25 | vivir separado de la otra y, aplicando los cuidados y remedios 122 III,11(34)| Apolog. mai n.15.~ 123 I,2 | hubiera podido ella misma aportar más en orden a una vida 124 V,28 | vigilancia, la bendición apostólica.~Dada en Roma, junto a San 125 II,7 | Y dentro del magisterio apostólico, debe considerarse lo que 126 I,2 | que los individuos humanos aprendieran y se acostumbraran a confiar 127 | aquel 128 I,1 | las cosas en Cristo~1. El arcano designio de la sabiduría 129 IV,23 | opinión de los hombres. Ardiendo ya los ánimos en el más 130 III,11 | concilios Iliberitano(37), Arelatense(38), Calcedonense(39), Milevitano 131 III,19(50)| instrucción de Eugenio IV a los armenios; Benedicto XIV, constitución 132 IV,22 | En una composición y casi armonía de esta índole se contiene 133 II,5(5) | Arnobio, Contra los gentiles 4.~ 134 III,18 | que, todo lo contrario, arrastra a la sociedad a una ruina 135 IV,25 | prometidos, en vez de dejarse arrastrar por la pasión, pensaran 136 III,10 | Finalmente, vemos que le ha sido arrebatada con tanta saña a la Iglesia 137 IV,26 | aquellos miserables que, arrebatados por la llama de las pasiones 138 III,18 | relajación moral, que llegaron a arrepentirse hasta los propios defensores 139 III,13 | despojándolo de toda santidad, lo arrojan al montón de las cosas humanas, 140 II,9 | reciprocidad de los deberes; asegurada y reivindicada la dignidad 141 III,14 | concordia entre los padres, asegurar la buena educación de los 142 II,8 | Pues, en primer lugar, se asignó a la sociedad conyugal una 143 III,17 | infidelidad, se malogra la asistencia y la educación de los hijos, 144 III,10 | dictar leyes sobre este asunto, que ya no se tiene en cuenta 145 IV,22 | lo que se refiere a los asuntos de esta vida cuanto en lo 146 II,9 | los intentos de muchos que atacaban el matrimonio cristiano: 147 III | III. ATAQUES DE QUE ES OBJETO~~ 148 III,11 | Mártir(33), Justino(34), Atenágoras(35) y Tertuliano(36) condenaban 149 III,19 | que la Iglesia católica, atenta siempre a defender la santidad 150 III,17 | los pueblos, y, conforme atestigua la experiencia, abre las 151 II,4 | divina de Jesucristo, que atestiguó a los judíos y a los apóstoles 152 IV,26 | vuestro diligente celo en atraer a éstos al cumplimiento 153 III,13 | castigar la soberbia y el atrevimiento de los mortales. Ahora bien: 154 III,10 | necesariamente había de seguirse que atribuyeran todo derecho sobre el matrimonio 155 IV,25 | lo que atañe al vínculo, atribuyó la potestad legislativa 156 IV,23 | vilipendiando con criminal audacia todo yugo de autoridad, 157 I,2 | exclusivamente para administrar y aumentar los bienes y comodidades 158 III,18 | seguro camino al divorcio, aumentaron enormemente las disensiones, 159 I,2 | el orden temporal~2. Mas, aunque esta divina restauración 160 III,15 | La ausencia de religión en el matrimonio~ 161 III,15 | matrimonios de los que se halla ausente la religión cristiana, que 162 III,18 | lo que se lee en algunos autores: que las mujeres introdujeron 163 III,11 | religiosas, mediante la autorización de los pontífices y el ministerio 164 III,18 | dictaron al principio leyes autorizando el divorcio en determinadas 165 II,7 | los cónyuges, protegidos y auxiliados por la gracia celestial 166 I,2 | que no defrauda, de los auxilios celestiales; con lo que 167 III,10 | faltan, sin embargo, quienes, ayudados por el enemigo del género 168 III,13 | en el cambio su poder de ayudar, ya porque Dios mismo quiera 169 V,28 | a vuestra vigilancia, la bendición apostólica.~Dada en Roma, 170 III,19(50)| Eugenio IV a los armenios; Benedicto XIV, constitución Etsi pastoralis, 171 IV,21 | sobre todo, propensa a la benignidad y a la indulgencia en todo 172 II,4 | esfuerzan ya desde tiempo por borrar la memoria de todos los 173 IV,26 | por mediación de personas buenas, procurad por todos los 174 III,15 | grandes bienes. ¿Qué de bueno pueden reportar, en efecto, 175 II,8 | leves; mas para los esposos buenos, a causa de la virtud que 176 III,18 | los cuales, de no haber buscado rápidamente el remedio en 177 III,16 | corrupción de las costumbres debe buscarse en semejantes leyes.~ 178 I,1 | propio cuerpo, mortal y caduco, había de participar algún 179 IV,21 | del matrimonio, pero que caen del lado de lo civil y respecto 180 III,15 | los matrimonios tienen que caer necesariamente de nuevo 181 I,1 | que, si algo estuviere caído, que lo levantara.~ 182 III,18 | igualmente lamentables y calamitosas si llegaran a establecerse 183 III,11 | Iliberitano(37), Arelatense(38), Calcedonense(39), Milevitano I I(40) 184 III,18 | siguió dejó pequeños los cálculos de los gobernantes. Pues 185 III,11 | tácito mandato de Tiberio, de Calígula o de Nerón! Jamás se logrará 186 III,18 | paganas. Por ello, si no cambian estas maneras de pensar, 187 III,18 | grande como para llegar a cambiar la índole ni la estructura 188 III,18 | como la ley franqueó seguro camino al divorcio, aumentaron 189 II,9 | extendiera por un más ancho campo; cuidara de que se prohibieran 190 II,6 | su presencia las bodas de Caná de Galilea, inmortalizándolas 191 III,11 | defensores de los sagrados cánones. Y si dictaminaron algo 192 IV,25 | día, que no hay potestad capaz de disolver el vínculo de 193 II,5 | solemnes, instituidos al capricho de los legisladores, conferían 194 III,15 | como la incompatibilidad de caracteres, o las discordias, o la 195 IV,25 | del sacramento, tal unión carece de toda fuerza y razón de 196 III,11 | tuvieron en estos ánimos carentes de la doctrina celestial 197 IV,25 | costumbres y de carácter, que la carga de los cuidados maternales, 198 III,15 | fácil en efecto, que las cargas y obligaciones del matrimonio 199 IV,22 | una, la que tiene a su cargo las cosas humanas, dependa 200 II,7 | siempre inviolables. «A los casados —dice el mismo San Pablo— 201 IV,22 | celestiales. En una composición y casi armonía de esta índole se 202 II,7 | honorable»(13), piadoso, casto, venerable, por ser imagen 203 II,8(15) | Catec. Romano c.8.~ 204 III,18 | otra manera en las naciones católicas, en las que, si alguna vez 205 III,16 | hombres; hay, por tanto, que ceder a los tiempos y conceder 206 III,12 | contrato, siempre que se haya celebrado legítimamente. Añádese a 207 III,10 | contratos conyugales fueron celebrados válidamente o no. Finalmente, 208 III,11 | las bodas acostumbraron a celebrarse frecuentemente entre ellos, 209 III,19 | Felipe I, rey de Francia; por Celestino III e Inocencio III contra 210 | cerca 211 III,11 | entre ellos, no sin las ceremonias religiosas, mediante la 212 II,9 | Sabemos, en efecto, con toda certeza, que los amores disolutos 213 III,11 | matrimonios incestuosos por cesión o tácito mandato de Tiberio, 214 III,11(42)| Feier, Matrim. ex institut. Christ. (Pest 1835). ~ 215 III,11(35)| Legat. pro Christian. n.32-33.~ 216 I,1 | Cristo, lo que hay en el cielo y en la tierra»(1). Y, realmente, 217 III,19 | el curso de los últimos cien años, contra las leyes civiles 218 | cierto 219 III,10 | santidad y de reducirlo al círculo verdaderamente muy estrecho 220 II,9 | de Jerusalén(18); que un ciudadano incestuoso de Corinto fue 221 II,7 | transmitido por escrito y más claramente los apóstoles, mensajeros 222 III,14 | matrimonio, se verá con toda claridad que Dios quiso poner en 223 III,11 | fuerza de la historia, que clarísimamente nos enseña que la potestad 224 III,19 | príncipe de Francia; por Clemente VII y Paulo III contra Enrique 225 III,15 | separarse. Y si entonces los códigos les impiden dar satisfacción 226 III,11(43)| C.3 De ordin. cognit. ~ 227 II,9 | siempre fueron rechazados y combatidos con igual vigor los intentos 228 III,18 | tardó poco, sin embargo, en comenzar a embotarse en los espíritus 229 III,13 | provechosamente instituidas o comienzan a convertirse en un obstáculo 230 I,2 | y aumentar los bienes y comodidades de la vida terrena, no parece 231 IV,21 | indulgencia en todo lo que sea compatible con la integridad de sus 232 III,10 | su naturaleza, perfecta y completa en todas sus partes. La 233 IV,22 | si la potestad civil se comporta amigablemente con la Iglesia, 234 IV,22 | cosas celestiales. En una composición y casi armonía de esta índole 235 II,5 | hijos. Impúdicamente se compraba y vendía a las que iban 236 IV,26 | dan ocasión a un trato y comunicación vedados sobre cosas sagradas, 237 III,11(37)| De Aguirre, Conc. Hispan. t.l can.13.15.16. 238 II,7 | en éste, admirablemente concebido a semejanza de la mística 239 III,16 | que ceder a los tiempos y conceder la facultad de divorcio. 240 III,17 | se considera que, una vez concedida la facultad de divorciarse, 241 II,5 | de cosas materiales(5), concediéndose a veces al padre y al marido 242 II,5 | además, para proponer y concertar a su arbitrio los matrimonios 243 II,9 | suya, y no obtenida por concesión de los hombres, sino recibida 244 III,11(38)| Harduin, Act. Concil. t.l can.l l. ~ 245 II,8 | la prole de la Iglesia, conciudadanos de los santos y domésticos 246 V | V. CONCLUSIÓN~ 247 IV,25 | arrastradas por las falaces conclusiones de los adversarios, según 248 II,5 | de esposas o el torpe de concubinas; se llegó incluso a que 249 II,5 | a quiénes no, leyes que conculcaban gravemente la equidad y 250 III,11 | Atenágoras(35) y Tertuliano(36) condenaban públicamente como injustos 251 II,9 | disolutos y libres fueron condenados por sentencia del concilio 252 III,19(51)| C.7 De condit. apost.~ 253 III,19 | Conducta de la Iglesia frente al 254 II,5 | capricho de los legisladores, conferían a las mujeres el título 255 III,16 | legisladores de nuestros tiempos, confesándose partidarios y amantes de 256 IV,24 | para que entre las gentes confiadas a vuestra vigilancia se 257 IV,22 | de la otra, a que se han confiado las cosas celestiales. En 258 V,28 | hermanos, y a los pueblos confiados a vuestra vigilancia, la 259 I,2 | aprendieran y se acostumbraran a confiar en la paternal providencia 260 II,9 | y tan grande excelencia, confió y encomendó toda la disciplina 261 III,18 | Su confirmación por los hechos~18. Todas 262 II,4 | declarado y abiertamente confirmado en el Evangelio por la autoridad 263 III,16 | tanto revolución cuanto conflagración francesa, cuando, negado 264 III,14 | matrimonios, siempre que sean conformes a la naturaleza y estén 265 IV,25 | en medio de tan enorme confusión de opiniones como se propagan 266 II,9(20) | C.1 De coniug. serv.~ 267 II,9 | su fundador. Es de sobra conocido por todos, para que se haga 268 III,11 | se distinguieron por un conocimiento más perfecto del derecho 269 II,8 | su vez, es necesario que consagren todos sus cuidados y pensamientos 270 II,9(24) | C.8 De consang. et affin; c.l De cognat. 271 III,11 | disparidad de culto, de consanguinidad, de crimen, de honestidad 272 IV,21 | vinculación con cosas humanas, consecuencias indudables del matrimonio, 273 II,7 | por la gracia celestial conseguida por los méritos de El, alcanzasen 274 III,14 | estén de acuerdo con los consejos de Dios, podrán de seguro 275 III,11 | que los poderes públicos consentían en ello o transigían. ¡Cuán 276 III,15 | cualquiera de ellos, o el consentimiento mutuo u otras causas aconsejen 277 III,15 | Iglesia, que es la más fiel conservadora y defensora de tales propiedades. 278 II,9 | cuidados haya puesto para conservar la santidad del matrimonio 279 II,4 | ininterrumpidas procreaciones se conservara por todos los tiempos. Y 280 III,13 | útiles y saludables cuanto se conservaran más íntegras e inmutables 281 III,15 | realmente el matrimonio mientras conservó sus propiedades de santidad, 282 II,5 | abyección tal, que se la consideraba como un mero instrumento 283 IV,23 | consiguiente, movidos por esta consideración de las cosas, con el mismo 284 I,2 | en la sociedad civil son consideradas como útiles, y hasta tal 285 III,19 | otras tantas deben ser considerados como defensores no sólo 286 II,7 | magisterio apostólico, debe considerarse lo que los Santos Padres, 287 | consigo 288 I,2 | celestiales; con lo que se consiguen la fortaleza, la moderación, 289 II,9 | condición para los dos (21); consolidados de una manera estable esos 290 I,2 | fortaleza, la moderación, la constancia, la tranquilidad del espíritu 291 III,11 | hablando fue ejercida libre y constantemente por la Iglesia, aun en aquellos 292 I,2 | y directa a los hombres constituidos en el orden sobrenatural 293 IV,20 | las familias, antes que constituirse en sus enemigos y acusarla 294 I,1 | mientras hubiera hombres, constituyó a la Iglesia en vicaria 295 III,18 | años no por los cambios de cónsules, sino de maridos. Los protestantes, 296 III,11 | parecer acostumbraron a consultar y aceptar reverentemente 297 IV,25 | de un matrimonio rato y consumado entre cristianos y que, 298 III,17 | ánimos de muchos como una contagiosa enfermedad o como un torrente 299 III,17 | suficientemente poderoso para contenerla dentro de unos límites fijos 300 IV,22 | armonía de esta índole se contiene no sólo la mejor relación 301 II,8 | fidelidad y una solícita y continua ayuda. El marido es el jefe 302 II,5 | quiénes les estaba permitido contraer matrimonio y a quiénes no, 303 III,19 | declarado nulos los matrimonios contraídos con la condición de disolverlos 304 III,18 | rápidamente el remedio en la ley contraria, era de temer que se precipitara 305 III,15 | inicuas, de inhumanas y de contrarias al derecho de ciudadanos 306 IV,25 | propios de la vida y que los contratiempos se soporten no sólo con 307 III,10 | judiciales acerca de si los contratos conyugales fueron celebrados 308 III,17 | poderío de los reinos, nada contribuye tanto como la corrupción 309 III,11 | aceptar reverentemente en las controversias sobre la honestidad de los 310 III,13 | cosas, supo muy bien qué convendría a la estructura y conservación 311 II,9(26) | C.1 De convers. infid.; c.5 y 6 De eo que 312 III,13 | instituidas o comienzan a convertirse en un obstáculo o dejan 313 IV,22 | aditamento: que a las dos conviene y a todos los hombres interesa 314 IV,25 | a tal extremo que ya la convivencia es imposible, entonces la 315 IV,26 | peligro para la religión del cónyuge católico, porque impiden 316 II,9 | ciudadano incestuoso de Corinto fue condenado por autoridad 317 III,11(36)| De coron. milit. c.13.~ 318 III,17 | dignidad de las mujeres, que corren el peligro de verse abandonadas 319 III,11 | declarado que, cuanta es, corresponde a la Iglesia. En efecto, 320 II,9 | esos mismos derechos por la correspondencia en el amor y por la reciprocidad 321 II,5 | superior, comenzó poco a poco a corromperse y desaparecer entre los 322 III,11 | condenado la inveterada corruptela de la poligamia y del repudio 323 III,13 | principios resulte una tal cosecha de males, que nada pueda 324 IV,26 | matrimonios deben evitarse a toda costa, porque dan ocasión a un 325 II,4 | sacada admirablemente del costado de él mismo mientras dormía. 326 II,4 | que en el sexto día de la creación formó Dios al hombre del 327 III,13 | nativo, puesto que Dios, creador de todas las cosas, supo 328 IV,26 | sobre cosas sagradas, porque crean un peligro para la religión 329 III,16 | remedio más eficaz contra la creciente corrupción de las costumbres 330 III,18 | bienestar público quienes creen que puede trastocarse impunemente 331 II,5 | sociedad pagana, apenas cabe creerse cuánto degeneró y qué cambios 332 IV,23 | libertinaje y vilipendiando con criminal audacia todo yugo de autoridad, 333 III,18 | tiempo vienen proponiendo las criminales hordas de socialistas y 334 III,18 | engaños y recurrir a la crueldad, a las injurias y al adulterio 335 II,4 | consta, venerables hermanos, cuál es el verdadero origen del 336 | cualquier 337 | cualquiera 338 | cuanta 339 | cuantas 340 | cuántas 341 | cuántos 342 II,7 | mujeres como a sus propios cuerpos.., ya que nadie aborrece 343 II,9 | por un más ancho campo; cuidara de que se prohibieran en 344 II,5 | lupanares y esclavas, como si la culpa dependiera de la dignidad 345 III,17 | apenas cabe expresar el cúmulo de males que el divorcio 346 III,17 | prurito de los divorcios, cundiendo más de día en día, invada 347 I,1 | fisonomía nuevas. El mismo curó, en efecto, las heridas 348 III,19 | públicas protestas, en el curso de los últimos cien años, 349 II,9 | al matrimonio, el mejor custodio y defensor del género humano 350 III,11 | lícito ser otra cosa que custodios y defensores de los sagrados 351 V,28 | la bendición apostólica.~Dada en Roma, junto a San Pedro, 352 II,5 | verdadero origen del matrimonio, dándose por doquiera leyes emanadas, 353 II,4 | el aliento de vida, quiso darle una compañera, sacada admirablemente 354 IV,26 | Matrimonios con acatólicos~26. Deberá evitarse también que se 355 IV,25 | acercándose a él con las debidas intenciones, sin anticiparse 356 III,17 | divorcio lleva consigo. Debido a él, las alianzas conyugales 357 IV,20 | utilidad de los pueblos, debieron preferir que las sagradas 358 III,17 | pierden su estabilidad, se debilita la benevolencia mutua, se 359 II,4 | ni extinguir ni siquiera debilitar la fuerza y la luz de la 360 III,10 | ejerció tal potestad, esto se debió a indulgencia de los príncipes 361 III,12 | ocurra a nadie aducir aquella decantada distinción de los regalistas 362 II,9 | de la mujer, pues, como decía San Jerónimo, entre nosotros, 363 I,1 | cuando Cristo Nuestro Señor decidió cumplir el mandato que recibiera 364 IV,25 | ininterrumpida de pecados. Y, para decirlo todo en pocas palabras, 365 III,11 | que el apóstol San Pablo declarara ilícitos el divorcio y los 366 II,9 | de las personas(26), el decoro de los matrimonios(27) y 367 II,7 | voluntad de Dios ha sido decretado y establecido sobre los 368 III,15 | desecharlas y derogarlas y de decretar otra más humana en que sean 369 III,18 | los proyectos ni en los decretos de los hombres una potestad 370 II,6 | perfeccionador de las leyes mosaicas, dedicó al matrimonio un no pequeño 371 III,19 | católica, atenta siempre a defender la santidad y la perpetuidad 372 II,9 | la religión(28). En fin, defendió con tal vigor, con tan previsoras 373 II,9 | matrimonio, el mejor custodio y defensor del género humano es la 374 III,15 | más fiel conservadora y defensora de tales propiedades. Mas, 375 V,27 | sembradores de la verdad, que defiendan al género humano con su 376 II,8 | segundo lugar, quedaron definidos íntegramente los deberes 377 III,11 | derecho, por consiguiente, se definió en el concilio Tridentino 378 I,2 | alimentar una esperanza, que no defrauda, de los auxilios celestiales; 379 II,5 | apenas cabe creerse cuánto degeneró y qué cambios experimentó 380 IV,25 | imposible, entonces la Iglesia deja al uno vivir separado de 381 III,13 | convertirse en un obstáculo o dejan de ser provechosas, ya por 382 III,16 | propia historia testifica. Dejando a un lado, en efecto, otros 383 II,7 | de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a 384 IV,25 | los prometidos, en vez de dejarse arrastrar por la pasión, 385 III,18 | los males que se siguió dejó pequeños los cálculos de 386 IV,22 | se enaltece, y yendo por delante la religión, jamás será 387 III,11 | repudio con una potestad delegada en El por el procurador 388 III,12 | puede probarse, siendo cosa demostrada que en el matrimonio cristiano 389 II,9 | para que se haga necesario demostrarlo, cuántos y qué vigilantes 390 IV,25 | cuales incluso habrá que demostrárselas e inculcárselas en los ánimos, 391 IV,26 | todos los medios que se den cuenta de que han obrado 392 III,10 | someterse y obedecer, trabajando denodadamente, además, para que no sólo 393 IV,22 | cargo las cosas humanas, dependa oportuna y convenientemente 394 II,5 | esclavas, como si la culpa dependiera de la dignidad y no de la 395 III,17 | familias, se empequeñece y se deprime la dignidad de las mujeres, 396 III,15 | se vea de desecharlas y derogarlas y de decretar otra más humana 397 III,11 | instituciones, frecuentemente muy en desacuerdo con las disposiciones imperiales, 398 II,5 | poco a poco a corromperse y desaparecer entre los pueblos gentiles; 399 II,4 | de los hombres puede ser desatado o roto. Se unirá (el hombre) 400 II,6 | todo mandando que nadie desatara lo que el mismo Dios había 401 III,18 | por ello interpretan muy desatinadamente el bienestar público quienes 402 III,17 | como un torrente que se desborda rotos los diques.~ 403 V,27 | poderoso patrocinio del aluvión desbordado de los errores.~ 404 IV,25 | razones que aleguen en su descargo. Porque, si las cosas llegaran 405 IV,25 | Iglesia, antes bien quiere y desea que los efectos del matrimonio 406 II,9 | a los hijos o hijas que desearan casarse(23); prohibiera 407 IV,22 | nobleza y en vigor para desechar los errores, y, a su vez, 408 III,15 | lo mismo, que se vea de desecharlas y derogarlas y de decretar 409 IV,22 | cada una de ellas en el desempeño de sus respectivas funciones; 410 II,5 | entregado a una sensualidad desenfrenada e indomable, le estaba permitido 411 IV,25 | restablecer la concordia, sin desesperar nunca de lograrlo. Son éstos, 412 I,1 | cosas en Cristo~1. El arcano designio de la sabiduría divina que 413 III,10 | la sociedad humana entera desoiga soberbiamente el mandato 414 II,5 | el vínculo conyugal. Gran desorden hubo también en lo que atañe 415 II,5 | mujer y muchas veces la despedía sin motivo alguno justo; 416 I,1 | lo primero que hizo fue, despojándolas de su vejez, dar a todas 417 III,13 | matrimonio sea algo sagrado y, despojándolo de toda santidad, lo arrojan 418 III,10 | tratan, por el contrario, de despojarlo de toda santidad y de reducirlo 419 III,10 | beneficios de la redención, desprecian también o tratan de desconocer 420 III,15 | ánimo generoso y noble? Desterrada y rechazada la religión, 421 III,13 | la divina Providencia y destruyen, en lo posible, lo instituido. 422 III,15 | natural, no sólo comenzó a desvanecerse la idea y la noción elevadísima 423 III,18 | autorizando el divorcio en determinadas causas, pocas desde luego; 424 II,9 | entre parientes y afines de determinados grados(24), con objeto de 425 II,5 | se llegó incluso a que determinara la autoridad de los gobernantes 426 II,8 | excelsa que antes, porque se determinó que era misión suya no sólo 427 III,19 | anatema dictado contra la detestable herejía de los protestantes 428 II,4 | Pues, a pesar de que los detractores de la fe cristiana traten 429 III,18 | establecerse en nuestros días? No se halla ciertamente 430 III,10 | derecho. Y ya es tiempo, dicen, que los gobernantes del 431 III,12 | Dicha distinción o, mejor dicho, partición no puede probarse, 432 IV,26 | haya en lo demás. Más aún: dichos matrimonios deben evitarse 433 II,5 | no las que la naturaleza dicta. Ritos solemnes, instituidos 434 III,11 | disposiciones imperiales, fueron dictadas por los prelados de la Iglesia 435 III,19 | materia(48); por su anatema dictado contra la detestable herejía 436 III,11 | los sagrados cánones. Y si dictaminaron algo acerca de impedimentos 437 IV,21 | deberes. Por ello jamás dictaminó nada sobre matrimonios sin 438 III,10 | potestad de instituir y dictar leyes sobre este asunto, 439 III,18 | protestantes, de igual modo, dictaron al principio leyes autorizando 440 IV,23 | paternal benevolencia, nuestra diestra con el ofrecimiento del 441 IV,26 | matrimonio. Empeñad todo vuestro diligente celo en atraer a éstos al 442 III,17 | que se desborda rotos los diques.~ 443 I,2 | de una manera principal y directa a los hombres constituidos 444 IV,26 | cumplimiento del deber, y, directamente vosotros o por mediación 445 III,11 | establecer los impedimentos dirimentes del matrimonio(46) y que 446 III,17 | siembran las semillas de la discordia en las familias, se empequeñece 447 III,15 | incompatibilidad de caracteres, o las discordias, o la violación de la fidelidad 448 III,11 | tiempos, sin preocuparles discrepar de las instituciones civiles. 449 IV,26 | religiones a un mismo nivel, sin discriminación de lo verdadero y de lo 450 II,5 | indomable, le estaba permitido discurrir impunemente entre lupanares 451 III,18 | aumentaron enormemente las disensiones, los odios y las separaciones, 452 IV,25 | palabras, los matrimonios disfrutarán de una plácida y quieta 453 III,17 | los hijos, se da pie a la disolución de la sociedad doméstica, 454 II,9 | certeza, que los amores disolutos y libres fueron condenados 455 III,19 | contraídos con la condición de disolverlos en un tiempo dado(51); finalmente, 456 III,11 | de vínculo, de voto, de disparidad de culto, de consanguinidad, 457 IV,25 | principio por autoridad y disposición de Dios, y precisamente 458 III,11 | muy en desacuerdo con las disposiciones imperiales, fueron dictadas 459 III,11 | de la civilización y se distinguieron por un conocimiento más 460 III,12 | propiedad extrínseca, que quepa distinguir o separar del contrato, 461 IV,22 | la potestad sagrada fuera distinta de la civil, y libres y 462 IV,22 | aun cuando bajo aspectos diversos, son de derecho y juicio 463 II,7 | mensajeros de las leyes divinas. Y dentro del magisterio 464 III,17 | concedida la facultad de divorciarse, no habrá freno suficientemente 465 III,11 | popular y se esfuerzan en divulgar por todas las naciones estas 466 V,27 | importancia y gravedad, tanto más dóciles y dispuestos a obedecer 467 III,11 | naciones estas perversas doctrinas, no pueden verse libres 468 III,19 | verá con admiración los documentos reveladores de un espíritu 469 II,8 | conciudadanos de los santos y domésticos de Dios(14), esto es, la 470 V,28 | Entretanto, como prenda de los dones celestiales y testimonio 471 III,15 | propiedades. Mas, al surgir por doquier el afán de sustituir por 472 II,5 | matrimonio, dándose por doquiera leyes emanadas, desde luego, 473 II,4 | costado de él mismo mientras dormía. Con lo cual quiso el providentísimo 474 III,11 | y Justiniano(41) no han dudado en manifestar que, en todo 475 III,18 | tales leyes. ¿Y quién podrá dudar de que los resultados de 476 III,10 | con las cuales vivieron durante tanto tiempo unos pueblos, 477 II,5 | y luego, cuando, por la dureza de corazón de los mismos(3), 478 II,9(26) | infid.; c.5 y 6 De eo que duxit in matr.~ 479 IV,22 | El poder eclesiástico~22. Nadie duda que el fundador 480 III,11 | competencia de los jueces eclesiásticos(47). ~ 481 II,8 | en la virtud: Padres..., educad (a vuestros hijos) en la 482 II,8 | y principalísimamente a educarlos en la virtud: Padres..., 483 III,12 | sacramento. Cristo Nuestro Señor, efectivamente, enriqueció con la dignidad 484 IV,25 | bien quiere y desea que los efectos del matrimonio se logren 485 III,19 | los divorcios por ellos efectuados, otras tantas deben ser 486 I,1 | Pablo, cuando escribía a los efesios: «El sacramento de su voluntad..., 487 III,15 | su fructífera y saludable eficacia; y no cabe la menor duda 488 III,14 | sacramento. Es también un medio eficacísimo en orden al bienestar familiar, 489 III,12 | porque es un signo sagrado y eficiente de gracia y es imagen de 490 II,5 | de sus hijos y hasta para ejercer sobre los mismos la monstruosa 491 III,11 | que venimos hablando fue ejercida libre y constantemente por 492 III,10 | absoluto la restauración y elevación del matrimonio. Fue falta 493 III,15 | desvanecerse la idea y la noción elevadísima a que la naturaleza había 494 | ellas 495 II,5 | dándose por doquiera leyes emanadas, desde luego, de la autoridad 496 III,11 | sobre todo cuando el derecho emanado de la Iglesia se apartaba 497 III,18 | sin embargo, en comenzar a embotarse en los espíritus el sentido 498 IV,26 | legítimo vínculo de matrimonio. Empeñad todo vuestro diligente celo 499 III,13 | los hombres o su maldad se empeñara en torcer o perturbar un 500 III,17 | discordia en las familias, se empequeñece y se deprime la dignidad