V.
Bendición y despedida
Antes de la bendición final,
el Presidente dirige a los presentes estas palabras de exhortación u otras
similares:
Hermanos
y hermanas, os exhorto en el nombre del Señor, con la fuerza de su Espíritu:
Sed testigos de su amor en medio de su pueblo. Armonizad vuestra vida con la dignidad
de vuestra vocación. Sed, de nombre y de hecho, siervos y siervas del Señor a imitación de la
Madre de Dios. Sed íntegros e íntegras en la fe, firmes en la esperanza,
fervientes en la caridad. Sed prudentes y vigilantes. Cuidad, en la humildad del corazón, el gran tesoro
que os ha sido concedido.
Alimentad
vuestra vida con el cuerpo de Cristo, fortificadla con el ayuno y la
penitencia, alimentadla con la meditación de la Palabra, con la oración
frecuente y con las obras de misericordia. Ocupaos de las cosas del Señor,
vuestra vida esté escondida con Cristo en Dios. Interceded incesantemente por
la propagación de la fe y la unidad de los cristianos.
Acordaos
de los que, olvidando el amor del Padre, se han alejado de Él, para que Él los
salve en su misericordia. Recordad que estáis al servicio de la iglesia y de los
hermanos, amad a todos y preferid a los pobres, socorredlos según vuestras
posibilidades. Curad a los enfermos, enseñad a los ignorantes, dad a todos la
caridad de la verdad, proteged a los niños, apoyad a los jóvenes, ayudad a los
ancianos, consolad a los que lloran, vuestra luz resplandezca ante a los
hombres.
Haced la voluntad de Dios como y con Jesús, su
Hijo, cooperando con amor a la llegada de Su reino en el mundo y Cristo será
vuestro gozo y corona en la tierra, hasta que os conduzca a las bodas eternas
donde, cantando el canto nuevo, seguiréis al Cordero adonde vaya.
El celebrante bendice la
Asamblea con la bendición solemne aronítica que está en el Misal romano I (Núm
6,24-26):
El
Señor os bendiga y os guarde.
Amén.
Haga
brillar su rostro sobre vosotros y os conceda su favor.
Amén.
Vuelva
su mirada a vosotros y os conceda la paz.
Amén.
La
bendición...
Glorificad
al Señor con vuestra vida, podéis ir en paz.
Demos
gracias a Dios.
Se puede entonar un
canto mariano como momento final de la celebración.
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