II.
La Eucaristía: escucha de la Palabra, contemplación del misterio, llamada a la
misión
CON JESÚS EN EL MONTE TABOR
Un lector introduce la lectura del Evangelio de la Transfiguración con las
palabras del tercer párrafo del n. 14 de « Vita consecrata » hasta el final: «
En el Evangelio son muchas... el camino de la cruz ».
Luego todos se ponen de pie y se escucha la proclamación del Evangelio de
Mt 17,1-9, aclamando al final la Palabra del Señor.
Puede seguir un canto
apropiado... y un momento de silencio para vivir en la contemplación el
misterio y el icono del Tabor que da sentido a la vida consagrada.
CONTEMPLACIÓN Y CONFESIÓN DE FE
Siguen algunas aclamaciones a Cristo, que se inspiran en el n. 24 de V.C. y
en el texto de San Agustín allí citado. La asamblea responde con una invocación: Kyrie
eleison o Adoramus Te, Domine.
Invoquemos
al Señor.
Tú
que en la Santa montaña te has revelado como Hijo muy amado por el Padre,
resplandeciente en la luz del Espíritu Santo.
Tú
que eres el Transfigurado del Tabor y el Desfigurado sin belleza del Calvario.
Tú que eres el esplendor de la belleza divina y nos
invitas a seguirte por las sendas del evangelio.
Tú que eres el Verbo Encarnado, bello en el cielo y
en la tierra.
Tú que eres bello en el seno de la Virgen, en los
brazos de la madre, sobre los hombros de José.
Tú que eres bello en las palabras y en los
milagros, en tu estar con los discípulos, en la amistad de Betania, en el amor
por los pobres.
Tú que eres bello en los suplicios, sobre la Cruz,
tendido y amortajado en el sepulcro.
Tú que eres esplendor de belleza en la resurrección,
en la paz donada a los discípulos, en el camino de Emaús, en la gloria de tu
Ascensión.
Tú que eres en la Eucaristía esplendor de belleza
escondida, presencia amiga, alimento para nuestro camino, atráenos siempre
hacia el Padre, en el Espíritu Santo, junto con todos nuestros hermanos y
hermanas del mundo, que tienen hambre y sed de la belleza divina.
Amén.
Todos oran en silencio algunos momentos.
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