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Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica
Jubileo de la Vida Consagrada

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  • FIESTA DE LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR
    • Introducción a la Celebración
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Introducción a la Celebración

Hoy, con Simeón y Ana, contemplamos al Niño Divino, el Verbo Encarnado, que es presentado en el Templo: el Templo de nuestro corazón.

Que este Hoy en este año tan especial nos encuentre más fieles, en una vida de total entrega a Dios (VC, n. 2) con la respuesta de una entrega total y exclusiva (VC, n. 17).

Digamos Hoy el Fiat de nuestro compromiso de obediencia al Evangelio, a la voz de la Iglesia, a nuestra regla de vida.

Con gozo confirmamos nuestro propósito de vivir con sobriedad y austeridad, para vencer el ansia de posesión mediante la gracia de la entrega, de servirnos de los bienes del mundo para la causa del Evangelio y la promoción del hombre, de cuidar con amor la castidad del cuerpo y la pureza de la mente, de vivir con corazón indiviso para Gloria de Dios y salvación del hombre.

Que en este camino, nos acompañe María, la Virgen Madre, Templo Santísimo de Dios; nos ayude sobre todo en el momento de la prueba, Ella, que fue atravesada por la espada del Espíritu, y guardó en el corazón lo que había contemplado.

« De este modo, Señor, disponiéndolo tú,
el mismo amor asocia al Hijo y a la Madre,
el mismo dolor los une
y una misma voluntad
de agradarte los mueve »
(3. Prefacio de la Misa « María Virgen en la Presentación del Señor »).

En efecto, « la [vida] contemplativa comienza aquí y se completa en la patria celestial; porque el fuego del amor que comienza a arder aquí, cuando viere al mismo a quien ama ya, se enardece más en su amor. Luego la vida contemplativa jamás se quita, porque, desaparecida la luz del presente siglo, llega a su perfección. » (4. Gregorio Magno: Hom. sobre Ez. II,2,9 en B.A.C. p. 411).

« ¡Ea!, hermanos; inflámese nuestro ánimo, avívese la fe en aquello que creemos, enciéndanse nuestros deseos por lo de arriba, y amar así, ya es ir. No haya obstáculo que nos impida el gozo de la interior solemnidad, pues tampoco aspereza alguna del camino hace cambiar de propósito a quien desea llegar a un lugar determinado... ». « ¡Ea!, suspire con todas las ganas el ánimo por la patria eterna ». (5. Gregorio Magno: Hom. sobre los Ev. 14,6 en B.A.C. p. 592).

El 2 de febrero es el momento culminante de nuestra celebración del Jubileo. Toda persona consagrada se ha preparado mediante la meditación sobre el don de la propia vocación a la consagración total a Cristo, en una experiencia de sincero arrepentimiento por sus propias faltas y de renovado amor, para vivir una relación más verdadera con Dios y con el prójimo. Ahora, en la Celebración Eucarística —con Cristo, en Cristo y por Cristoqueremos ofrecer al Padre, guiados por el Espíritu, nuestra vida renovada en la fe, en la esperanza y en la caridad.

En todo lugar —en el ámbito diocesano o nacionalsería oportuno que la Celebración Eucarística fuera presidida por los Pastores y hubiera una amplia participación, no sólo de personas consagradas, sino también del pueblo de Dios.

 




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