Apéndice II - UN GESTO PROFÉTICO DE COMUNIÓN Y DE SOLIDARIDAD
La
Comisión —formada por las Uniones USG (Unión Superiores Generales), UISG (Unión
Internacional Superioras Generales) y la Conferencia Mundial de los Institutos
Seculares (CMSI)— que colabora con la Congregación para los Institutos de vida
consagrada y las Sociedades de vida apostólica (CIVCSVA) en la preparación de
las modalidades en que la Vida Consagrada está llamada a vivir el Jubileo, ha
considerado positivo y eficaz responder al deseo expresado por muchos de que se
subrayara el aspecto del perdón, de la solidaridad y de la mutua acogida, como
lo sugiere el espíritu mismo del Jubileo, haciendo un gesto profético de
comunión por parte de todas las personas consagradas en ayuda de los más
necesitados. Se están estudiando ahora las diversas propuestas que nos han
llegado.
Motivados
por este deseo de comunión pedimos, por tanto, a cada comunidad —también a las
más pobres— que ofrezcan, según sus posibilidades, una contribución que quiere
representar la conciencia por parte de la vida consagrada de la gran pobreza
que hiere a la humanidad, bajo cualquier aspecto.
Queremos
hacer este gesto de amor en el tiempo del Adviento, tiempo de espera y de
impetración, porque, conmemorando —tras 2000 años— el nacimiento de Jesús
Salvador y Redentor, nuestros corazones puedan ser renovados por su amor y por
una nueva fuerza de caridad, condición necesaria para obtener el don de la paz
entre los hombres y las Naciones.
Lo
que se recoja será entregado al Santo Padre por los Presidentes de las Uniones,
durante la Celebración Eucarística que tendrá lugar en la Basílica de San Pedro
el día 2 de febrero del 2000. Estarán presentes todos los Institutos de vida
consagrada residentes en Roma y, en el don que se entrega, cada comunidad del
mundo. Ese signo quiere representar la comunión, vivida en la fe y en la
esperanza y apoyada por el sacrificio, que todos queremos reforzar en nosotros,
en nuestras comunidades, en nuestras naciones y en el mundo entero.
Cada
comunidad podrá enviar su contribución a través de la Conferencia de los
respectivos Países o a través del Superior o de la Superiora General de su
propio Instituto. Estos, a su vez, la harán llegar a la CIVCSVA que se
encargará de entregarla a los Presidentes de las Uniones para que sea entregada
al Santo Padre.
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