Dominum et vivificantem
Cap., N. 1 1, 24 | miedo a los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban
2 1, 25 | Cenáculo, « estando las puertas cerradas », más tarde, el
3 1, 25 | los hombres. Se abren las puertas del Cenáculo y los apóstoles
Evangelium vitae
Cap., N. 4 2, 36 | de par en par a todos las puertas del reino de la vida (cf.
5 3, 66 | muerte, haces bajar a las puertas del Hades y de allí subir » (
6 4, 83 | sufriendo, marginado o a las puertas de la muerte; sino que se
7 4, 91 | tenemos ante nosotros, a las puertas del tercer milenio, es arduo.
Fides et ratio
Cap., N. 8 2, 16 | asoma a sus ventanas y a sus puertas escucha. Acampa muy cerca
Redemptoris missio
Cap., N. 9 Intro, 3| Pueblos todos, abrid las puertas a Cristo! Su Evangelio no
10 3, 24 | momento la Iglesia abre sus puertas y se convierte en la casa
11 4, 39 | va repitiendo: ¡Abrid las puertas a Cristo!~Me dirijo a todas
12 4, 39 | particulares: ¡Abrid las puertas a los misioneros!, ya que «
13 5, 46 | el Espíritu que abre las puertas de los corazones, a fin
14 5, 50 | criatura y cierra a muchos las puertas de la fe ».81 El hecho de
15 7, 85 | consecuencia de cerrar las puertas a los misioneros. A estas
Ut unum sint
Cap., N. 16 Intro, 3| que la Iglesia tiene a las puertas del nuevo Milenio, momento
17 1, 11 | de gracia. Incluso « las puertas del infierno no prevalecerán
18 2, 57 | nosotros ».89 Si hoy, a las puertas del tercer milenio, buscamos
19 3, 91 | edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán
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