III. CONFLICTO ENTRE
TRABAJO Y CAPITAL EN LA PRESENTE FASE HISTÓRICA
11. Dimensión de este
conflicto
El esbozo de
la problemática fundamental del trabajo, tal como se ha delineado más arriba
haciendo referencia a los primeros textos bíblicos, constituye así, en un
cierto sentido, la misma estructura portadora de la enseñanza de la Iglesia,
que se mantiene sin cambio a través de los siglos, en el contexto de las
diversas experiencias de la historia. Sin embargo, en el transfondo de las
experiencias que precedieron y siguieron a la publicación de la Encíclica Rerum Novarum, esa enseñanza adquiere
una expresividad particular y una elocuencia de viva actualidad. El trabajo
aparece en este análisis como una gran realidad, que ejerce un influjo
fundamental sobre la formación, en sentido humano del mundo dado al hombre por
el Creador y es una realidad estrechamente ligada al hombre como al propio
sujeto y a su obrar racional. Esta realidad, en el curso normal de las cosas,
llena la vida humana e incide fuertemente sobre su valor y su sentido. Aunque
unido a la fatiga y al esfuerzo, el trabajo no deja de ser un bien, de modo que
el hombre se desarrolla mediante el amor al trabajo. Este carácter del trabajo humano, totalmente positivo y creativo, educativo y meritorio,
debe constituir el fundamento de las valoraciones y de las decisiones, que
hoy se toman al respecto, incluso referidas a los derechos subjetivos del hombre, como atestiguan las Declaraciones internacionales y también
los múltiples Códigos del trabajo, elaborados
tanto por las competentes instituciones legisladoras de cada País, como por las
organizaciones que dedican su actividad social o también científico-social a la
problemática del trabajo. Un organismo que promueve a nivel internacional tales
iniciativas es la Organización
Internacional del Trabajo, la más antigua Institución especializada de la
ONU.
En la parte
siguiente de las presentes consideraciones tengo intención de volver de manera
más detallada sobre estos importantes problemas, recordando al menos los
elementos fundamentales de la doctrina de la Iglesia sobre este tema. Sin
embargo antes conviene tocar un ámbito mucho más importante de problemas, entre
los cuales se ha ido formando esta enseñanza en la última fase, es decir en el
período, cuya fecha, en cierto sentido simbólica, es el año de la publicación
de la Encíclica Rerum Novarum.
Se sabe que
en todo este período, que todavía no ha terminado, el problema del trabajo ha
sido planteado en el contexto del gran
conflicto, que en la época del desarrollo industrial y junto con éste se ha
manifestado entre el «mundo del capital»
y el «mundo del trabajo», es decir, entre el grupo restringido, pero muy
influyente, de los empresarios, propietarios o poseedores de los medios de
producción y la más vasta multitud de gente que no disponía de estos medios, y
que participaba, en cambio, en el proceso productivo exclusivamente mediante el
trabajo. Tal conflicto ha surgido por el hecho de que los trabajadores,
ofreciendo sus fuerzas para el trabajo, las ponían a disposición del grupo de
los empresarios, y que éste, guiado por el principio del máximo rendimiento, trataba
de establecer el salario más bajo posible para el trabajo realizado por los
obreros. A esto hay que añadir también otros elementos de explotación, unidos
con la falta de seguridad en el trabajo y también de garantías sobre las
condiciones de salud y de vida de los obreros y de sus familias.
Este
conflicto, interpretado por algunos como un conflicto
socio-económico con carácter de clase, ha
encontrado su expresión en el conflicto
ideológico entre el liberalismo, entendido como ideología del capitalismo,
y el marxismo, entendido como ideología del socialismo científico y del
comunismo, que pretende intervenir como portavoz de la clase obrera, de todo el
proletariado mundial. De este modo, el conflicto real, que existía entre el
mundo del trabajo y el mundo del capital, se ha transformado en la lucha programada de clases,
llevada con métodos no sólo ideológicos, sino incluso, y ante todo, políticos.
Es conocida la historia de este conflicto, como conocidas son también las
exigencias de una y otra parte. El programa marxista, basado en la filosofía de
Marx y de Engels, ve en la lucha de clases la única vía para eliminar las
injusticias de clase, existentes en la sociedad, y las clases mismas. La
realización de este programa antepone la
«colectivización» de los medios de
producción, a fin de que a través del traspaso de estos medios de los
privados a la colectividad, el trabajo humano quede preservado de la
explotación.
A esto
tiende la lucha conducida con métodos no sólo ideológicos, sino también
políticos. Los grupos inspirados por la ideología marxista como partidos
políticos, tienden, en función del principio de la «dictadura del
proletariado», y ejerciendo influjos de distinto tipo, comprendida la presión
revolucionaria, al monopolio del poder en
cada una de las sociedades, para introducir en ellas, mediante la supresión
de la propiedad privada de los medios de producción, el sistema colectivista.
Según los principales ideólogos y dirigentes de ese amplio movimiento
internacional, el objetivo de ese programa de acción es el de realizar la
revolución social e introducir en todo el mundo el socialismo y, en definitiva,
el sistema comunista.
Tocando
este ámbito sumamente importante de problemas que constituyen no sólo una
teoría, sino precisamente un tejido de vida socio-económica, política e
internacional de nuestra época,no se puede y ni siquiera es necesario entrar en detalles, ya que éstos son
conocidos sea por la vasta literatura, sea por las experiencias prácticas. Se
debe, en cambio, pasar de su contexto al problema fundamental del trabajo
humano, al que se dedican sobre todo las consideraciones contenidas en el
presente documento. Al mismo tiempo pues, es evidente que este problema
capital, siempre desde el punto de vista del hombre, —problema que constituye
una de las dimensiones fundamentales de su existencia terrena y de su vocación—
no puede explicarse de otro modo si no es teniendo en cuenta el pleno contexto
de la realidad contemporánea.
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