La salvación es
ofrecida a todos los hombres
10.
La universalidad de la salvación no significa que se conceda solamente a los
que, de modo explícito, creen en Cristo y han entrado en la Iglesia. Si es
destinada a todos, la salvación debe estar en verdad a disposición de todos.
Pero es evidente que, tanto hoy como en el pasado, muchos hombres no tienen la
posibilidad de conocer o aceptar la revelación del Evangelio y de entrar en la
Iglesia. Viven en condiciones socioculturales que no se lo permiten y, en
muchos casos, han sido educados en otras tradiciones religiosas. Para ellos, la
salvación de Cristo es accesible en virtud de la gracia que, aun teniendo una
misteriosa relación con la Iglesia, no les introduce formalmente en ella, sino
que los ilumina de manera adecuada en su situación interior y ambiental Esta
gracia proviene de Cristo; es fruto de su sacrificio y es comunicada por el
Espíritu Santo: ella permite a cada
uno llegar a la salvación mediante su libre colaboración.
Por esto
mismo, el Concilio, después de haber afirmado la centralidad del misterio
pascual, afirma: « Esto vale no solamente para los cristianos, sino también
para todos los hombres de buena voluntad, en cuyo corazón obra la gracia de
modo invisible. Cristo murió por todos, y la vocación suprema del hombre en
realidad es una sola, es decir, divina. En consecuencia, debemos creer que el
Espíritu Santo ofrece a todos la posibilidad de que, en la forma de sólo Dios
conocida, se asocien a este misterio pascual ».19
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