Características y
exigencias del Reino
14.
Jesús revela progresivamente las características y exigencias del Reino
mediante sus palabras, sus obras y su persona.
El Reino está
destinado a todos los hombres, dado que todos son llamados a ser sus miembros.
Para subrayar este aspecto, Jesús se ha acercado sobre todo a aquellos que
estaban al margen de la sociedad, dándoles su preferencia, cuando anuncia la «
Buena Nueva ». Al comienzo de su ministerio proclama que ha sido « enviado a
anunciar a los pobres la Buena Nueva » (Lc
4, 18). A todas las víctimas del rechazo y del desprecio Jesús les dice: «
Bienaventurados los pobres » (Lc 6,
20). Además, hace vivir ya a estos marginados una experiencia de liberación,
estando con ellos y yendo a comer con ellos (cf. Lc 5, 30; 15, 2), tratándoles como a iguales y amigos (cf. Lc 7, 34), haciéndolos sentirse amados
por Dios y manifestando así su inmensa ternura hacia los necesitados y los pecadores
(cf. Lc 15, 1-32).
La
liberación y la salvación que el Reino de Dios trae consigo alcanzan a la
persona humana en su dimensión tanto física como espiritual. Dos gestos
caracterizan la misión de Jesús: curar y perdonar. Las numerosas curaciones demuestran
su gran compasión ante la miseria humana, pero significan también que en el
Reino ya no habrá enfermedades ni sufrimientos y que su misión, desde el
principio, tiende a liberar de todo ello a las personas. En la perspectiva de
Jesús, las curaciones son también signo de salvación espiritual, de liberación
del pecado. Mientras cura, Jesús invita a la fe, a la conversión, al deseo de
perdón (cf. Lc 5, 24). Recibida la
fe, la curación anima a ir más lejos: introduce en la salvación (cf. Lc 18, 42-43). Los gestos liberadores de
la posesión del demonio, mal supremo y símbolo del pecado y de la rebelión
contra Dios, son signos de que « ha llegado a vosotros el Reino de Dios » (Mt 12, 28).
15.
El Reino tiende a transformar las relaciones humanas y se realiza
progresivamente, a medida que los hombres aprenden a amarse, a perdonarse y a
servirse mutuamente. Jesús se refiere a toda la ley, centrándola en el
mandamiento del amor (cf. Mt 22,
34-40); Lc 10, 25-28). Antes de dejar
a los suyos les da un « mandamiento nuevo »: « Que os améis los unos a los
otros como yo os he amado » (Jn 15,
12; cf. 13, 34). El amor con el que Jesús ha amado al mundo halla su expresión
suprema en el don de su vida por los hombres (cf. Jn 15, 13), manifestando así el amor que el Padre tiene por el
mundo (cf. Jn 3, 16). Por tanto la
naturaleza del Reino es la comunión de todos los seres humanos entre sí y con
Dios.
El Reino
interesa a todos: a las personas, a sociedad, al mundo entero. Trabajar por el
Reino quiere decir reconocer y favorecer el dinamismo divino, que está presente
en la historia humana y la transforma. Construir el Reino significa trabajar
por la liberación del mal en todas sus formas. En resumen, el Reino de Dios es
la manifestación y la realización de su designio de salvación en toda su
plenitud.
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