El Espíritu guía la
misión
24.
La misión de la Iglesia, al igual que la de Jesús, es obra de Dios o, como dice
a menudo Lucas, obra del Espíritu. Después de la resurrección y ascensión de
Jesús, los Apóstoles viven una profunda experiencia que los transforma:
Pentecostés. La venida del Espíritu Santo los convierte en testigos o profetas (cf. Act 1,
8; 2, 17-18), infundiéndoles una serena audacia que les impulsa a transmitir a
los demás su experiencia de Jesús y la esperanza que los anima. El Espíritu les
da la capacidad de testimoniar a Jesús con « toda libertad ».33
Cuando los
evangelizadores salen de Jerusalén, el Espíritu asume aún más la función de «
guía » tanto en la elección de las personas como de los caminos de la misión.
Su acción se manifiesta de modo especial en el impulso dado a la misión que de
hecho, según palabras de Cristo, se extiende desde Jerusalén a toda Judea y
Samaria, hasta los últimos confines de la tierra.
Los Hechos recogen seis síntesis de los «
discursos misioneros » dirigidos a los judíos el los comienzos de la Iglesia
(cf. Act 2, 22-39; 3, 12-26; 4, 9-12;
5, 29-32; 10, 34-43; 13, 16-41). Estos discursos-modelo, pronunciados por Pedro
y por Pablo, anuncian a Jesús e invitan a la « conversión », es decir, a acoger
a Jesús por la fe y a dejarse transformar en él por el Espíritu.
Pablo y
Bernabé se sienten empujados por el Espíritu hacia los paganos (cf. Act 13 46-48), lo cual no sucede sin
tensiones y problemas. ¿Cómo deben vivir su fe en Jesús los gentiles
convertidos? ¿Están ellos vinculados a las tradiciones judías y a la ley de la
circuncisión? En el primer Concilio, que reúne en Jerusalén a miembros de
diversas Iglesias alrededor de los Apóstoles, se toma una decisión reconocida
como proveniente del Espíritu: para hacerse cristiano no es necesario que un
gentil se someta a la ley judía (cf. Act 15,
5-11.28). Desde aquel momento la Iglesia abre sus puertas y se convierte en la
casa donde todos pueden entrar y sentirse a gusto, conservando la propia
cultura y las propias tradiciones, siempre que no estén en contraste con el
Evangelio.
25.
Los misioneros han procedido según esta línea, teniendo muy presentes las
expectativas y esperanzas) las angustias y sufrimientos la cultura de la gente
para anunciar la salvación en Cristo. Los discursos de Listra y Atenas (cf. Act 14, 11-17; 17, 22-31) son considerados como modelos para la
evangelización de los paganos. En ellos Pablo « entra en diálogo » con los
valores culturales y religiosos de los diversos pueblos. A los habitantes de
Licaonia, que practicaban una religión de tipo cósmico, les recuerda
experiencias religiosas que se refieren al cosmos; con los griegos discute
sobre filosofía y cita a sus poetas (cf. Act
17, 18.26-28). El Dios al que quiere revelar está ya presente en su vida;
es él, en efecto, quien los ha creado y el que dirige misteriosamente los pueblos
y la historia. Sin embargo, para reconocer al Dios verdadero, es necesario que
abandonen los falsos dioses que ellos mismos han fabricado y abrirse a aquel a
quien Dios ha enviado para colmar su ignorancia y satisfacer la espera de sus
corazones (cf. Act 17, 27-30). Son
discursos que ofrecen un ejemplo de inculturación del Evangelio.
Bajo la
acción del Espíritu, la fe cristiana se abre decisivamente a las a gentes » y
el testimonio de Cristo se extiende a los centros más importantes del
Mediterráneo oriental para llegar posteriormente a Roma y al extremo occidente.
Es el Espíritu quien impulsa a ir cada vez mas lejos, no sólo en sentido
geográfico, sino también más allá de las barreras étnicas y religiosas, para
una misión verdaderamente universal.
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