La obra de los catequistas y la variedad de los ministerios
73. Entre los laicos que se hacen
evangelizadores se encuentran en primera línea los catequistas. El Decreto
conciliar misionero los define como « esa legión tan benemérita de la, obra de
las misiones entre los gentiles », los cuales, « llenos de espíritu apostólico,
prestan con grandes sacrificios una ayuda singular y enteramente necesaria para
la expansión de la fe y de la Iglesia ».154 No sin razón las Iglesias
más antiguas, al entregarse a una nueva evangelización, han incrementado el
número de catequistas e intensificado la catequesis. « El título de
"catequista" se aplica por excelencia a los catequistas de tierras de
misión ... Sin ellos no se habrían edificado Iglesias hoy día florecientes
».155
Aunque ha habido un incremento de los, servicios eclesiales
y extraeclesiales, el ministerio de los catequistas continúa siendo siempre
necesario y tiene unas características peculiares: los catequistas son agentes
especializados, testigos directos, evangelizadores insustituibles, que
representan la fuerza básica de las comunidades cristianas, especialmente en
las Iglesias jóvenes, como varias veces he afirmado y constatado en mis viajes
misioneros. El nuevo Código de Derecho Canónico reconoce sus cometidos,
cualidades y requisitos.156
Pero no se puede olvidar que el trabajo de los catequistas
resulta cada vez más difícil y exigente debido a los cambios eclesiales y
culturales en curso. Es válido también en nuestros días lo que el Concilio
mismo sugería: una preparación doctrinal y pedagógica más cuidada, la constante
renovación espiritual y apostólica. La necesidad de « procurar ... una
condición de vida decorosa y la seguridad social » a los
catequistas.157 Igualmente, es importante favorecer la creación y el
potenciamiento de las escuelas para catequistas, que, aprobadas por las
Conferencias Episcopales, otorguen títulos oficialmente reconocidos por éstas
últimas.158
74. Además de los catequistas, hay que
recordar las demás formas de servicio a la vida de la Iglesia y a la misión,
así como otros agentes: animadores de la oración, del canto y de la liturgia;
responsables de comunidades eclesiales de base y de grupos bíblicos; encargados
de las obras caritativas; administradores de los bienes de la Iglesia;
dirigentes de los diversos grupos y asociaciones apostólicas; profesores de
religión en las escuelas. Todos los fieles laicos deben dedicar a la Iglesia
parte de su tiempo, viviendo con coherencia la propia fe.
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