« Mayor felicidad hay
en dar que en recibir » (Act 20, 35)
81.
Son muchas las necesidades materiales y económicas de las misiones; no sólo
para fundar la Iglesia con estructuras mínimas (capillas, escuelas para
catequistas y seminaristas, viviendas), sino también para sostener las obras de
caridad, de educación y promoción humana, campo inmenso de acción, especialmente
en los países pobres. La Iglesia misionera da lo que recibe; distribuye
a los pobres lo que sus hijos más pudientes en recursos materiales ponen
generosamente a su disposición. A este respecto, deseo dar las gracias a todos
aquellos que dan con sacrificio para la obra misionera; sus renuncias y su
participación son indispensables para construir la Iglesia y testimoniar la
caridad.
Respecto a las ayudas materiales es importante comprobar el
espíritu con el que se da. Para ello, es necesario revisar el propio estilo de
vida: las misiones no piden solamente ayuda, sino compartir el anuncio y la
caridad para con los pobres. Todo lo que hemos recibido de Dios —tanto la vida
como los bienes materiales— no es nuestro sino que nos ha sido dado para usarlo.
La generosidad en el dar debe estar siempre iluminada e inspirada por la fe:
entonces sí que hay más alegría en dar que en recibir.
La Jornada Misionera
Mundial, orientada a sensibilizar sobre el problema misionero, así como a recoger
donativos, es una cita importante en la vida de la Iglesia, porque enseña cómo
se ha de dar: en la celebración
eucarística, esto es, como ofrenda a Dios, y para todas las misiones del mundo.
|