Nuevas formas de
cooperación misionera
82. La cooperación se abre hoy a nuevas formas, incluyendo no sólo la
ayuda económica sino también la participación directa. Nuevas situaciones relacionadas con el fenómeno de la movilidad
humana exigen a los cristianos un auténtico espíritu misionero.
El turismo a escala internacional es ya un fenómeno de masas
positivo, si se practica con actitud respetuosa en orden a un mutuo
enriquecimiento cultural, evitando ostentaciones y derroches, y buscando la
comunicación humana. Pero a los cristianos se les exige sobre todo la
conciencia de deber ser siempre testigos de la fe y de la caridad en Cristo.
También el conocimiento directo de la vida misionera y de las comunidades
cristianas puede enriquecer y dar vigor a la fe. Son encomiables las visitas a
las misiones, sobre todo por parte de los jóvenes, que van para prestar un
servicio y tener una experiencia fuerte de vida cristiana
Las exigencias del trabajo llevan hoy a numerosos cristianos
de jóvenes comunidades a regiones donde el cristianismo es desconocido y, a
veces, proscrito o perseguido. Esto pasa también con los fieles de países de
antigua tradición cristiana, que trabajan temporalmente en países no
cristianos. Estas circunstancias son ciertamente una ocasión para vivir y
testimoniar la fe. Durante los primeros siglos, el cristianismo se difundió
sobre todo porque los cristianos, viajando o estableciéndose en regiones donde
Cristo no había sido anunciado, testimoniaban con valentía su fe y fundaban
allí las primeras comunidades.
Más numerosos son los ciudadanos de países de misión y los
que pertenecen a regiones no cristianas, que van a establecerse en otras
naciones por motivos de trabajo, de estudio, o bien obligados por las
condiciones políticas o económicas de sus lugares de origen. La presencia de
estos hermanos en los países de antigua tradición cristiana es un desafío para
las comunidades eclesiales, animándolas a la acogida, al diálogo, al servicio,
a compartir, al testimonio y al anuncio directo. De hecho, también en los países
cristianos se forman grupos humanos y culturales que exigen la misión ad gentes. Las Iglesias locales, con la
ayuda de personas provenientes de los países de los emigrantes y de misioneros
que hayan regresado, deben ocuparse generosamente de estas situaciones.
La cooperación puede implicar también a los responsables de
la política, de la economía de la cultura, del periodismo, además de los
expertos de los diversos Organismos internacionales. En el mundo moderno es
cada vez más difícil trazar líneas de demarcación geográfica y cultural; se da
una creciente interdependencia entre los pueblos, lo cual es un estímulo para
el testimonio cristiano y para la evangelización.
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