No sólo dar a la misión, sino también recibir
85. Cooperar con las misiones quiere decir
no sólo dar, sino también saber recibir: todas las Iglesias particulares,
jóvenes o antiguas, están llamadas a dar y a recibir en favor de la misión
universal y ninguna deberá encerrarse en sí misma: « En virtud de esta
catolicidad —dice el Concilio—, cada una de las partes colabora con sus dones
propios con las restantes partes y con toda la Iglesia, de tal modo que el todo
y cada una de las partes aumenten a causa de todos los que mutuamente se
comunican y tienden a la plenitud en la unidad ... De aquí se derivan... entre
las diversas partes de la Iglesia, unos vínculos de íntima comunión en lo que
respecta a riquezas espirituales, obreros apostólicos y ayudas temporales
».171
Exhorto a todas las Iglesias, a los Pastores, sacerdotes,
religiosos y fieles a abrirse a la
universalidad de la Iglesia, evitando cualquier forma de particularismo,
exclusivismo o sentimiento de autosuficiencia. Las Iglesias locales, aunque
arraigadas en su pueblo y en su cultura, sin embargo deben mantener
concretamente este sentido universal de la fe, es decir, dando y recibiendo de
las otras Iglesias dones espirituales, experiencias pastorales del primer
anuncio y de evangelización, personal apostólico y medios materiales.
En efecto, la tendencia a cerrarse puede ser fuerte: las
Iglesias antiguas, comprometidas en la nueva evangelización, piensan que la
misión han de realizarla en su propia casa, y corren el riesgo de frenar el
impulso hacia el mundo no cristiano, concediendo no de buena gana las
vocaciones a los Institutos misioneros, a las Congregaciones religiosas y a las
demás Iglesias. Sin embargo, es dando generosamente de lo nuestro como
recibiremos; y ya hoy las Iglesias jóvenes —no pocas de las cuales experimentan
un prodigioso florecimiento de vocaciones— son capaces de enviar sacerdotes,
religiosos y religiosas a las antiguas.
Por otra parte, estas Iglesias jóvenes sienten el problema
de la propia identidad, de la inculturación, de la libertad de crecer sin
influencias externas, con la posible consecuencia de cerrar las puertas a los
misioneros. A estas Iglesias les digo: lejos de aislaros, acoged abiertamente a
misioneros y medios de las otras Iglesias y enviadlos también vosotras mismas
al mundo. Precisamente por los problemas que os angustian tenéis necesidad de
manteneros en continua comunicación con los hermanos y hermanas en la fe. Haced valer por todos los medios
legítimos las libertades a las que tenéis derecho, acordándoos de que los
discípulos de Cristo tienen el deber de « obedecer a Dios antes que a los
hombres » (Act 5, 29).
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