Progresos del diálogo
59.
Desde su creación en 1979, la Comisión
mixta internacional para el diálogo teológico entre la Iglesia católica y la
Iglesia ortodoxa en su conjunto ha trabajado intensamente, orientando
progresivamente su labor hacia las perspectivas que, de común acuerdo, habían
sido determinadas con el fin de restablecer la plena comunión entre las dos
Iglesias. Esta comunión basada en la unidad de fe, en continuidad con la
experiencia y la tradición de la Iglesia antigua, encontrará su plena expresión
en la concelebración de la Eucaristía. Con actitud positiva, basándose en
cuanto tenemos en común, la Comisión mixta ha podido avanzar sustancialmente y,
como pude declarar junto con el venerable Hermano, Su Santidad Dimitrios I,
Patriarca ecuménico, ha logrado expresar « lo que la Iglesia católica y la
Iglesia ortodoxa pueden ya profesar juntas como fe común sobre el misterio de
la Iglesia y el vínculo entre la fe y los sacramentos ».97 La comisión
ha podido constatar y afirmar además que « en nuestras Iglesias la sucesión
apostólica es fundamental para la santificación y la unidad del pueblo de Dios
».98 Se trata de puntos de referencia importantes para la continuación
del diálogo. Más aún: estas afirmaciones hechas en común constituyen la base
que permite a los católicos y ortodoxos ofrecer desde ahora, en nuestro tiempo,
un testimonio común fiel y concorde para que el nombre del Señor sea anunciado
y glorificado.
60.
Más recientemente, la Comisión mixta internacional ha dado un paso
significativo en la cuestión tan delicada del método a seguir en la búsqueda de
la comunión plena entre la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa, cuestión que
ha alterado con frecuencia las relaciones entre católicos y ortodoxos. La
Comisión ha puesto las bases doctrinales para una solución positiva del
problema, que se fundamentan en la doctrina de las Iglesias hermanas. En este
contexto se ha visto también claramente que el método a seguir para la plena
comunión es el diálogo de la verdad, animado y sostenido por el diálogo de la
caridad. El derecho reconocido a las Iglesias orientales católicas de
organizarse y desarrollar su apostolado, así como la participación efectiva de
estas Iglesias en el diálogo de la caridad y en el teológico, favorecerán no
sólo un real y fraterno respeto recíproco entre los ortodoxos y los católicos
que viven en un mismo territorio, sino también su común empeño en la búsqueda
de la unidad. 99
Se ha dado
un paso adelante. El esfuerzo debe continuar. Se puede constatar desde ahora
una pacificación de los ánimos, que hace la búsqueda más fecunda.
Respecto a
las Iglesias orientales en comunión con la Iglesia católica, el Concilio dijo:
« Este santo Sínodo, dando gracias a Dios porque muchos orientales, hijos de la
Iglesia 1 viven ya en comunión plena con los hermanos que practican la
tradición occidental, declara que todo este patrimonio espiritual y litúrgico,
disciplinar y teológico, en sus diversas tradiciones, pertenece a la plena
catolicidad y apostolicidad de la Iglesia ».100 Ciertamente las
Iglesias orientales católicas, en el espíritu del Decreto sobre el ecumenismo,
podrán participar positivamente en el diálogo de la caridad y en el diálogo
teológico, tanto a nivel local como universal, contribuyendo así a la recíproca
comprensión y a una búsqueda dinámica de la plena unidad. 101
61.
En esta línea, la Iglesia católica no busca más que la plena comunión entre
Oriente y Occidente. Para ello se inspira en la experiencia del primer milenio.
En efecto, en este período « el desarrollo de diferentes experiencias de vida
eclesial no impedía que, mediante relaciones recíprocas, los cristianos
pudieran seguir teniendo la certeza de que en cualquier Iglesia se podían
sentir como en casa, porque de todas se elevaba, con una admirable variedad de
lenguas y de modulaciones, la alabanza al único Padre, por Cristo, en el
Espíritu Santo; todas se hallaban reunidas para celebrar la Eucaristía, corazón
y modelo para la comunidad no sólo por lo que atañe a la espiritualidad o a la
vida moral, sino también para la estructura misma de la Iglesia, en la variedad
de los ministerios y de los servicios bajo la presidencia del Obispo, sucesor
de los Apóstoles. Los primeros Concilios son un testimonio elocuente de esta
constante unidad en la diversidad ».102 ¿Cómo reconstruir la unidad
después de casi mil años? Esta es la gran tarea que debe asumir y que
corresponde también a la Iglesia ortodoxa. De ahí se comprende la gran
actualidad del diálogo, sostenido por la luz y la fuerza del Espíritu Santo.
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