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CAPITULO 16a - De cuánto inporta que los hombres
sepan y conozcan la verdad de un spíritu extraordinario. Cuánto yerran y mal
hacen los que sin tener sciencia cierta desabonan algunos spíritus
extraordinarios; y cómo Dios vuelve por su causa
1. Ya hemos tratado en este capítulo
superior de los provechosb grandes que trai consigo a algunos spíritus
certificarles de su verdad y tener ciertos y verdaderos desengaños de que
ningunos padecen en el stado y camino que llevan.
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Ahora debemos en este
capítuloc tratar, aunque con cortedad por ser cosa muy clara, de los
provechos que consigo trai la certidumbre de este buen spíritu para las
personas que tratan con él y para los estraños. No tratemos de los provechos
que un bueno acarrea con su virtud a los pueblos y partes donde se halla, que
de esa verdad está la Scritura llena de testimonios y los libros de exemplos de
sanctos. Lo que digo es que saber y conocer los hombres la verdad del spíritu
extraordinario en algunos siervos de Dios, les acarrea mill provechos. Los
cuales confiesa la sancta madre Theresa de Jesús sentía y veía en las personas
con quien trataba cuando eran personas [que] daban crédito a las cosas que les
decía; y por el contrario las personas que dudaban o no creían, no sólo no se
aprovechaban, sino murmuraban y perturbaban1. Los que a la verdad de
este espíritu extraordinario asienten se alegran, consuelan, animan y dentro de
sí dicen: yo hombre soy como aquél, en algún tiempo sería peccador como yo;
Dios rico es para todos los que le tratan y invocan, ¿quién duda sino que, si
yo me dispusiese, no haríe otro tanto conmigo?; yo quiero encomendarme en las
oraciones y ruegos de esta persona. Pues ¿qué, si, tiniendo de ella este
crédito que vamos diciendo, este siervo de Dios la consuela y anima y le dice
algunas palabras amorosas y de caricias? Como tiene tanta fee con él, ya piensa que aquella noche se lo ha
revelado Dios, no habrá cosa por dificultosa que sea que no la haga ni medio
que no abrace.
[47v] Fuera nunca
acabar poner exemplos de éstos. Yo he visto arrobado al padre fray Domingo de
Jesús, carmelita descalzo2, y todos los que lo miraban compungirse de
tal manera que unos lloraban, otros hacían actos de contrición, otros lo
envidiaban. Y es certíssimo, y yo lo sé, que con la grande fee que muchos
tenían con su espíritu, cualquier consejo que daba se recebía y abrazaba; y que
por aconsejarlo él, como si fuera oráculo del cielo, se metían frailes y
trocaban y mejoraban en estado. Pues ¿qué diré de una sancta monja que dicen
hay en Carrión, a quien se despueblan las ciudades, los poderosos y grandes
pidiendo consejos, avisos, doctrina? Que siendo la propia la que dan los
predicadores en los púlpitos y los confesores en los confisionarios, parece que
tiene diferente ser y eficacia en los labios de quien ya se ha asentido que es
persona sierva de Dios, a quien Dios ama y regala. Y si acá decimos que la
imaginación y aprehensión que tenemos hace efecto y caso, aquel imaginar que en
aquella persona me habla Dios y me dice deje el mal estado, me enmiende y
mejore, es certíssimo que es suficiente para serme particular ayuda. Y si el
imaginar yo que aquel es buen spíritu hace tal operación en mí, el
serlod imaginar lo que hará.
2. De aquí saco dos o tres cosas: la
primera, que mal hacen los que, sin conocer de spíritus, se hacen letrados y
los desabonan, los
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dificultan y los hacen inciertos y dudosos, o se atienen
sin saberlo a que no son buenos, pues con sus sentencias y malos decretos
estorban muchos bienes; y de esto trataremos atrás. Lo segundo, que cuando un
spíritu no sea bueno y haya errado, puesto caso que en esos yerros puede haber
muchas cosas que escusen, que los que lo supieren y entendieren los
tapene y encubran porque no se destruya lo que con el tal spíritu se
hubiere edificado. Lo tercero, que las personas cuyos spíritus fueren conocidos
por ciertos y buenos, que nunca se les quite del todo el trato y communicación
con los hombres por los provechos que de los tales spíritus se les puede
conseguir. Y pues las casas de las malas mujeres, las que incitan y provocan a
ofender a Dios, se llaman casas públicas, no se llamen éstas casas secretas ni
se hagan casas y personas abscondidas, sino que, [48r] siendo ascuas y tizones
encendidos, abrasen y quemen tantas silvas y montañas como el demonio tiene en
el mundo sobre que ofrece sacrificios y celebra sus fiestas.
Lo
cuarto, que siempre procuremos decir bien de lo bueno y lo derramemos en la
calle, acordándonos de aquelf servicio que hizo la Madalena a Cristo la
noche que lo convidaron a cenar -y uno de los convidados era Lázaro-, que
derramó muchas libras de ungüento sobre aquellos sanctos pies de Cristo que se
enllenó la casa de suavidad; y si Judas murmuró y quiso enmendarg y
reprehender el hecho, Cristo lo recibió por un servicio agradable, volvió por
ella y alabó el hecho3. ¡Oh buen Dios mío! Si donde tú te hospedas y
cenas, que eres la limpieza de los ángeles, y donde uno deh los
convidados esi Lázaro resucitado, parece bien derramar olores, ¿cuánta
necesidad habrá en ese mundo asqueroso, inficionado, perdido, hediondo,
abominable donde el infierno celebra sus convites y se enpieza a oler el piedra
azufre que de allá sale, verter y derramar el spíritu y vida de los sanctos, a
quien san Pablo llama buen olor de Cristo?4 Que si algún maldiciente
con sus palabras y murmuraciones quiere esconder el thesoro ajeno para que en
él no haya provecho y que la sciencia celestial, que Dios puso en el alma de
sus siervos, sea no vista para que, como dice Salamón5, ni en lo uno ni
en lo otro no haya provecho, Dios tendrá cuidado de tomar la causa por suya y
volver por el inocente para que, manifestada su virtud, Dios sea alabado,
glorificado y bendito y los hombres aprovechados.
3. No
sin acuerdo, mandó Dios que "la vela no la pusiesen debajo de medio
celemín, sino sobre candelero para que alumbrej a los que están en la
casa"6. Que fue decir: no sepultes ni entierres la grandeza de
spíritu ajeno, que es cierto con eso lo apagas en lo que es de tu parte para
que no dé luz y alumbre con su virtud conocida a todos
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los que lo
supieren. No seas como el otro perezoso y tibio que escondió el talento que
Dios le había dado haciendo un hoyo y metiéndolo dentro7. ¿Qué otra
cosa es un siervo de Dios y el spíritu divino puesto en un justo sinok
talentol que vale más que un mundo, que Dios tiene dado a los hombres
para que con su virtud y exemplo granjeemos bienes nuestros? [48v] ¿Qué otra
cosa es deshacerlo, aniquilarlo y murmurarlo sinom hacer un hoyo y
sepultarlo para que, así enterrado, no sirva para los fines que Dios lo tiene
dado? ¿Qué otra cosa pretendió aquel mal pueblo judaico con Cristo sino
scurecer sus obras y amancillar su vida con muerte ignominiosa? ¿Qué
pretendieron con aquellos azotes sino publicarlo por malhechor? ¿Con aquellos
clavos sino que no se soltase y fuese a manifestarse por el mundo? ¿Con aquella
ropa blanca y salivas en su sacrosancto rostro burlar dél para que lo tuviesen
por loco? Conn aquella corona de spinas pretendieron publicar que su
reino era de burlas. ¿Qué significaba aquel guardarlo en el sepulcro sino que
no se saliese y alzase con el mundo más a banderas desplegadas que lo habíe
hecho en vida? Así lo dicen ellos que se guarde el sepulcro, no vengan sus
discípulos y lo hurten y sea el yerro postrero peor que el primero8.
¡Oh sancto Dios
mío! ¡Que tanto temen tus enemigos el hurto que de ti podían hacer tus sagrados
discípulos! Bien sabían que, si hurtaban, hurtaban cosa que valía más que los
cielos y la tierra, hurto que fuese el remedio de los hombres, hurto con que se
llevasen el mundo tras sí. No
pudieron, por mucho que lo quisieron, guardar, sepultar y enterrar con losa
encima. No fue necesario hurtarlo, que él se tenía gana muy buena de levantarse
y salir glorioso, darse y manifestarse a los hombres, porque no cabe en su
misericordia que el justo de los justos esté siempre enterradoo y
encubierto, sino que salga, que es luz del mundo, y alumbre a todos los que
están en tinieblas. Doyte millares de gracias, Dios mío, por tal misericordia
y merced.
4. Pues si esto es así, ¿por qué tú,
hermano, estás tan ciego que, movido de envidia o de presumción diabólica,
quieres hacer otro tanto con los varones justosp? Cuando de ellos
murmuras ¿qué otra cosa haces sino amancillarlos y azotarlos con tu lengua para
que no parezca lo que son? Cuando de sus virtudes burlas, burlas de su reino y
desprecias su verdadera corona, etc. Cánsate cuanto quisieres y pudieres, que
Dios es poderoso y al cabo "el justo ha de florecer como la
palma"9; que mientras más peso le ponen, [49r] más sube y se
levanta, porque tiene fortaleza de Dios. La palma, entre otras cosas, tiene tresq particulares a
este propósito: la una, que la corteza tiene recia, áspera como fuerte cilicio;
y así es el justo una aspereza insufrible y un cilicio intratable para el malo:
no lo puede tomar en su boca ni vestir sus
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obras y exemplo, y así procura hacerle guerra y, como
cosa que aborrece, huye dél y procura desapoyarlo. Lo segundo, tiene las hojas
como adargas, lanzones y espadas estendidas, que parecen scuadrón de soldados
r que en circuito aguardan al toro que con rabia y furia los quiere
acometer y matar; y es al revés, que entrándose por en medio de aquellas picas,
él es el que muere y el que cai. Así me parecen las virtudes del justo, que
aunque no picas para herir sino rosas y flores con que edificar, es tanto lo
que las aborrece el peccador que para él son más que agudas navajas, entre las
cuales metiéndose y haciendo sus acometimientos, pretendiendo con su lengua
matar -como dice el glorioso Agustino de los judíos, que aguzando sus lenguas,
con ellas mataron al justo de los justos10- él es el que muere y el que
cai, porque no hay mayor muerte para el peccador que ver al justo medrado,
tenido y estimado.
5. Lo tercero que tiene la palma [es] que,
si la ponéis entre otros árbores, por mucho que con sus ramas anchas y
frondosas la quieran tapar y encubrir, ella propia se descubre, se sube y
levanta sobre los demás árbores. Lo propio tiene el justo, que por mucho que lo sepultemos y
tapemos, su virtud lo ensalza y levanta y lo pone a mira de todo el pueblo. Y aun por eso, entre
otros títulos, dio Cristo tres al justos: de sal, de luz y de ciudad
puesta sobre monte alto11. La sal mal se puede disimular donde está; ni
la luz taparla, porque entre los más pequeños resquicios se saldrá y manifestará;
y la ciudad, si está sobre monte alto, es fuerza que todos la vean aunque más
la cerquen los vallest y collados. Y, si no, mirad lo que hacían los
tiranos con los sanctos, a quien después de grandes martirios los sepultaban en
lugares asquerosos y inmundos, y los animales del campo los guardaban y
descubrían; a otros con losas y piedras los echaban en el profundo del mar, y
en medio de su seguridad los hallaban a la orilla sanos y libres.
Así dijo el mismo Cristo a los scribas y
phariseos. Reprehendiéndole porque consentía que los niños lo
alabasen, [49v] les respondió: Quia si hii tacuerint, lapides
clamabunt12. Como quien dice: pues queréis que no haya quien descubra
al bueno y lo manifieste, dígoos de verdad que, así como estos niños hablan
porque vosotros calláis y a ellos, con ser niños del pecho, da el Spíritu
Sancto lenguas para que perficionen las alabanzas que vosotros, por no
tenerlas, dejáis de decir tiniendo obligación, dígoos, pues, de verdad que, si
éstos callaren, dará este mismo Spíritu lenguas a las piedras para que clamen y
den voces y descubran al que viene a salvar los hombres. Lo cual se cumplió en la muerte del mismo
Cristo: que, no habiendo quien lo alabase y publicase por inocente porque ni
habíe scribas ni fariseos que hiciesen ese officio ni
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bocas de niños, las piedras tomaron la causa por suya y
salieron a hacer su debido officio, y los muertos se tuvieron por muy dichosos
de salir de su sepulcro a dar voces estando muertos13. Porque es certíssimo
que, si todo el mundo faltare para alabar el justo y descubrir la verdad de su
spíritu, que han de salir muertos de sus cavernas y desencajarse piedras de sus
montes que a Dios le cumplan de justicia en causa tan justa. Porque no le sufre
a Dios el corazón defrauden al mundo de tanto bien como le viene de conocer los
justos y que se le manifiesten las almas puras y inocentes, porque sabe le son
con su virtudu estos tales una soberana medicina para sus dolencias,
con su humildad un enplasto para su hinchazón, con su charidad remedio para su
avaricia, y en ellos no falta virtud que sea remedio a puesto a todos los
vicios que en los hombres se hallaren.
6. ¡Oh, qué bueno es, mis charíssimos
hermanos, en todas las conversaciones decir bien de nuestros hermanos,
descubrir sus virtudes y manifestar su espíritu! Haciendo en esto officio de
ángeles, que estando Cristo en un pesebre tapado y encubierto, ellos andan por
las cabañas dando gritos y voces y publicando las señas para que no le desconozcan14.
Haciendo officio de cielo, que da luz y vista con que se descubren las
perfecciones de las cosas. Haciendo officio de Cristo, que a sus amigos los
honra y alaba. Para que así sea Dios glorificado y alabado en sus sanctos, que
por ser el sancto de los sanctos quiso repartir con ellos de sus celestiales
thesoros, quae michi et vobis, etc.
[50r] Jhs. Mª
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