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CAPITULO 17 - Cómo el demonio, cuando ve
que no puede estorbar la perfección de la vida extraordinaria, sale a partido y
se contenta con scurecerla y taparla. Los medios que para eso toma. Y cómo en
estas ocasiones Dios la descubre y manifiesta volviendo por la fama y honra de
la tal persona1
1. Viendo,
pues, el demonio, enemigo de nuestro bien, los grandes y particulares fructos
que al mundo se le siguen de la certidumbre y conocimiento del cierto y
verdadero espíritu, procura por mil vías y modos taparlo y encubrirlo, y no es
y ha sido pequeño el que pretende hacer con los peccadores, murmuradores e
invidiosos de todo bien. Pero el propio demonio por sí propio procura por mil
vías tapar y escurecer las mercedes secretas que Dios hace a un alma, no sólo
aa los que están a la mira, sino a ella propia, para que, desestimando
el bien que
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recibe, lo
desprecie y se haga indigna dél, para que aborrezca aquel camino extraordinario
y no venga a alcanzar colmo de virtudes; para que no eche por el atajo donde
más presto se encuentra con Dios, sino que se contente con la vida ordinaria y
camino carretero que los demás llevan. Que ya que este traidor no puede en todo
destruir, conténtase con hacer mal en parte y salir a partido quien todo no
puede. Habiéndose como los corsarios, que, si no pueden apoderarse de una
ciudad por estar bien fortalecida, conténtanse con quemarle los sembrados y
aportillarle la fortaleza. Lo propio hace satanás: que, viendo que el justo
está ya lejos de su poder, procura quitarle los mejoros en la forma que puede,
particularmente en la que ahora decimos, que es enturbiarle el agua clara que
ha de beber en las fuentes del Salvador2 para que, bebiendo con miedo y
temor, se vaya a la mano y beba con tiento, haciendo su estómago a menos de lo
que pudiera si con algunas conjeturas ciertas conociera [50v] ser voluntad de
Dios echar por aquel camino.
2. Sería
inposible, si no es con particular ayuda de Dios, poder descubrir los enredos y
marañasb con que el demonio procura scurecer la verdad del spíritu que
ha de alegrar y consolar a un alma. Lo primero procura hacer simia, mona y
rendajo de Dios, quiriendo con ficciones dibujar y pintar en un alma una
semejanza de lo que Dios hace, para que a él con sus enredos le den la honra
que dan a Dios o, por lo menos si es conocido, sea con la mentira deslumbrada
la verdad, y así lo uno y lo otro se tenga por engaño. Son como los ladrones
que quieren que, a vueltas del buen vino, gasten el vinagre y que, a vueltas
del paño fino, vareen el cordellate3, todo por un precio, y a más no
poder que nadie se aventaje con su buena mercaduría a la suya mala, sino que,
por guardarse el merchante de lo malo, se prive de comprar el bueno, y el que
vende por ese camino se prive de sus ganancias. Fíngese este demonio amigo de
nuestro bien, ofrece su ayuda y compañía para en lo escondido y soledadc
tirar y disparar saetas a los rectos de corazón.
3. En
la vida de san Francisco, religioso carmelita4, se lee que en los
primeros años de su conversión, yendo en peregrinación a los lugares sanctos,
llegando una noche cerca de Sanctiago de Galicia, se le apareció en figura de
peregrino en medio de unas montañas. Díjole que dónde iba tan tarde y por lugar
tan peligroso de bestias y animales que allí le podían quitar la vida, que sin
falta debiera de ser voluntad de Dios aquel encuentro para que juntos y en
compañía se fuese el propio viaje, que también él lo llevaba en aquella
romería. Llegada ya bien la noche,
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encontraron dos caminos, donde el sancto dificultó por dónde
habíe de echar. El demonio, que pretendía atajarle los pasos y entregarlo a las
bestias, dijo que por mano izquierda, que él bien lo sabía. El sancto, a quien
pocas veces engaña el corazón, temió no fuese engaño y camino torcido en
ocasión tan rigurosa; y con estos temores fue por aquel camino algún rato, en
el cual ya el demonio le pareció era tiempo de tirar algunas piedras y disparar
jaras. Enpezóle a decir: ¿Dónde vas, pobre y afligido peregrino? Cuéntame el motivo desta jornada. ¿No
sabes que el Spíritu Sancto dice: "¡Ay del solo, [51r] que si cayere no
tendrá quien le levante!"5? Cuánto mejor fuera en tu tierra y en tu casa
tratar del mejoro de tu alma, que en fin en el poblado hay muchas ayudas de
costa; pero en esta soledad y campo ¿qué ha de haber sino tropezones, miedos y
asombros? En todo esto el sancto suspenso, aunque triste y melancólico de oír
tal conversación, como el demonio más fue descubriendo, más fue conocido de
suerte que, haciendo el sancto la señal de la cruz, el demonio, enemigo de
ella, desapareció con estruendo y ruido; y luego acudió Dios, que no estaba
lejos, para coronar al victorioso: diole una voz y díjole que no era aquel el
camino de su peregrinación, que volviese atrás y echase por mano derecha.
¡Oh
sancto Dios mío, verdad y luz de las almas, qué de veces pasa esto propio con
las almas que se determinan de ser peregrinas y caminar por soledad y buscar a
Dios en vida y con obras extraordinarias!: que, envidioso el demonio de tanto
bien suyo, se quiere y finge compañero en el viaje para que, habiendo cobrado
alguna amistad, con llaneza le digad sus enredos y enseñe caminos
torcidos y dificulte el viaje. ¡Oh, qué de veces aflige a un alma
descubriéndole dos caminos en su soledad!, donde él tenga ocasión de decir:
¿Dónde vas, alma, perdida? ¿No ves que la vida que tienes en la tierra es vida
obscura, llena de tinieblas, porque los hombres en esta vida sólo gozan de la
noche hasta la otra, donde todo será luz y claridad? ¿Este camino no ves qué
pocos pasan por él, porque es extraordinario? Pues si tú vas soloe y
tropezares y cayeres, ¡ay de ti! que no habrá quien te levante porque esta vida
que tú haces, esta oración que tienes y contemplación de que gozas no hallarás
quien la entienda ni quien te dé un buen consejo ni quien te diga si vas bien o
mal. Vida es llena de espesura y apreturas que sentirás en el corazón. Vuélvete
atrás, tórnate a poblado donde hallarás muchos que profesan una vida común y
guardan unas leyes ordinarias; en fin, en fin hallarás compañía y muchos que te
digan si vas bien. Huye de ser singular en cosas semejantes, que es terrible
[51v] cosa subir un hombre donde, si cai, se descalabre y quiebre la cabeza.
4. Con estas y otras palabras procura este
ángel de tinieblas dificultar la vida extraordinaria del justo para que,
dificultando su certidumbre, no consiga los muchos bienes que quedan dichos;
antes, por
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huir de estos temores e incertidumbres, procure volver
atrás y echar porf vida más ordinaria y baja. Unas veces sube, levanta
y encarece la perfección de la vida que uno tiene, para luego persuadirle que
es inposible que un hombre alcance aquello en esta vida, y así la suya se la
vuelva incierta y dudosa. Otras veces le persuade e induce a hacer defectos y
faltas; y para con ellas deslumbrarle la verdad de las mercedes que Dios le
hace, unas veces le pinta a Dios muy misericordioso para que se descuide en la
perfección de la vida, otras muy recto y justiciero para que entienda no es
Dios el que la guía pues tales faltas permite en aquel estadog. Unas
veces aduerme el cuerpo demasiado cuando el alma está ocupada en la
contemplación, para que así haga cosas no advertidas; otras veces lo dispierta
demasiado, para que entienda no es oro lo que reluce. Pues tanta atención y
acuerdo tiene de las cosas, procura causar en este hombre exterior diferentes
movimientos que, siendo primo primos que llaman los theólogos, aunque sean
desordenados no son peccados, para ver si con esa desordenación exterior podrá
hacer algún trampantojo interior, y darlo por mal jinete que soltó las riendas
y alargó la soga. Y no hizo,
sino que son resabios del caballo que, sin licencia de su amo, muchas veces da
corcobosh, que siendo sini consentimiento del hombre interior,
no dañan. Todo esto hace el demonio por ver si puede dañar la intención segura
y pacífica que un alma tiene adquirida por alguna vía extraordinaria en el
camino de la virtud.
5. Yo
sé de una persona6 a quien el demonio, no hallándole entrada, porque
-según me contó- en la vida extraordinaria que tenía sólo pretendía alcanzar un
gran rendimiento de su persona al mismo Dios, ante cuyos pies deseaba estar
humillada y que Dios la quisiese por sierva y esclava, sin meterse (como dicen)
en otros dibujos, luces, revelaciones o iluminacionesj. Que ésta es una
puerta, a mi [52r] parecer, con que se da en los ojos al demonio para que él no
burle de un alma, porque los trampantojos que él puede hacer no son en la
humildad y rendimiento que esta alma pretende, sino cuando alguna vez sale de
ese districto y la topa con algún deseo de cosas altas; entonces es cuando,
transfigurándose en ángel de luz7, promete muchas cosas por ver si
puede dar con un alma en tierra para que lo adore y reverencie tiniéndole por
quien no es. Pues digo que, hallando la puerta cerrada para esos intentos,
procuraba otra aunque fingida, unas veces de cerca otras de lejos, haciéndose
ángel de gran consejo, dando reglas, amonestaciones y consejos para torcer el
camino sentenciado por bueno, ofreciendo otro mejor y mayor. Otras veces
aguardaba que la tal persona se durmiese y en el sueño ponía lo que, dispierto,
no le
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consentían
para que, entendiendo esta persona era lo propio lo que le pasaba en sueño que
dispierto, lo volviese dudoso. Y otras veces dice que, durmiendo, la
levantaba en alto para que entendiese ser arrobo y éxtasi que padecía, que en
fin en aquella ocasión mal podría por entonces juzgar quién andaba en eso.
6. Otras veces (que quiero descubrir las
cosas que se me ofrecieren con que el demonio procura scurecer la verdad de un
spíritu a trueco de que no consigan los fines dichos) hace que, tiniendo a las
tales personas por sanctas, persuade que todo lo que hablan y dicen son
revelaciones y profecías para que, no siéndolo según la verdad, viendo que en
algunas cosas de las que dicen faltan, las tengan por mentirosas y engañadoras
diciendo: si esta persona, como dicen, fuera sancta, ella acertara en las cosas
que le encomendaste o en el consejo que te dio; y pues salió torcido, no es
todo oro lo que reluce.
7. Otras veces persuade que este spíritu
extraordinario no se concede sino a personas que ya no son hombres, y que no se
compadece con comer, beber, hablar y tratar con gentes, para que con facilidad
sentencien contra ellos los que los vieren participan en algo en este trato
común; de suerte que, en viéndolos comer o beber o salir por las calles, ya
descreen y pierden el concepto que de ellos tenían, para que así no se
aprovechen de su virtud por las sospechas que de ella tienen que no es
verdadera.
8. Otras veces persuaden, por algún
peccado que hicieron las tales personas permitiéndolo Dios así para más
humillarlas, [52v] que no hay que hacer caso de ellas pues por un peccado
mortal todo se pierde y nada queda de provecho. Haciendo mal argumento de lo
presente a lo por venir, porque, aunque es verdad que las tales personas por
aquel breve rato están caídas, como al justo todo se le vuelve para mayor bien,
de la culpa y del peccado que cometió salió con mayor fervor y humildad para
procurar muchos mejoros. Y es
certíssimo que todo lo que Dios quita cuando uno pecca, lo torna cuando vuelve
en gracia suya; y así, cuando a un hombre, en quien tenemos buena fee, le
viéremos caído, no la hemos de perder para cuando se levanta, que suele volver
sobre sí con ventajas del stado primero. Y más, que más fácil es de encender lumbre en
un fuego que ayer la tuvo que en un lugar frío donde jamás se encendió; y estas
personas, a quien Dios hace algunas singulares mercedes, y cain en alguna
culpa, muy fácil es con un soplo de tornarse a su antiguo estado. Y más, que,
cuando un hombre de éstos caiga en un peccado mortal, muchos dones suele Dios
poner en ellos que se compadecen con el peccado mortal, y así, aunque en ellos
haya que desechar el peccado, puede haber otras muchas cosas que aprender y
tomar de ellos, pues queda el don de consejo, de sabiduría y de entendimiento.
Y es certíssimo hay algunas personas que tratar con ellas después de su caída
convertirán una piedra del conocimiento y grandes bienes que de la culpa pasada
sacaron.
9. Y para que con mayores veras abramos
los ojos y consideremos los varios modos con que este astuto enemigo nuestro
procura escurecer
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la verdad
del spíritu, quiero que notemos que es muy ordinario, siempre que hace Dios
alguna singular merced a un alma, según la grandeza del bien recebido procurar
poner junto con ella quien la guarde y conserve y detenga al hombre no la
pierda por alguna presumción o vanagloria; que es lo que cuentan del pavón, que
a la hermosura de la rueda le puso la fealdad de los pies, para que la
deshiciese mirándola. Y así a estas tales personas suele Dios, si por una parte
les da y hace señores de alguna hermosura, darles unos pies feos o descubrirles
en sí algunas faltas que de ordinario las humillen. Por tanto es
necesario que el que hubiere de juzgar de estos celestiales pavones no sólo
mire a los pies -si la persona, a quien Dios hace esta merced, si es mujer, si
es mozo, [53r] niño, de bajo linaje, idiota, indiscreto-, no sólo ha de mirar
eso, que es parte que Dios descubrió en él para que en esas bajezas como en
paja se conserven las manzanas, fructa celestial que Dios de su jardín puso en
la tal alma, sino debe mirar y poner los ojos en la rueda y cerco que Dios hizo
de sus maravillas en la tal persona; porque estos pies feos no son necesarios
para el que mira sino para el que posee, porque al que posee los tales bienes
descubre Dios los tales males para que se humille y no se ensoberbezca. Pero el
que mira y pone los ojos en su hermano cargado de beneficios, harta ocasión es
de humillarse ver los tales beneficios en tercera persona y que a otro dan lo
que él no merece, y que él está tan bajo y pobre que ha menester ir a mendicar
a casa ajena virtud y exemplo con que su alma sea aprovechada.
10. Llano es que, aunque el tendero tiene
necesidad de guardar la fructa en la paja o conservarla en el arena, y el
vinatero el vino en la casca, hez y madre de la cuba, que el que va a comprar
no ha de comprar la fructa y la paja y la arena, y el vino y la hez de que
tiene necesidad para su conservación. De esa misma suerte, cuando Dios pusiere
en estas tales almas grandes virtudes, vida y espíritu extraordinario, y para
su conservación en las tales personas descubriere algunas faltas o defectos
naturales, nosotros sólo debemos comprar y aprovecharnos del spíritu, de la
virtud, de la vida y buen exemplo, apartando los ojos de esotros defectos que
puso Dios en las tales personas para mayor bien suyo. Y el demonio procura
dispertarlas para encandilarnos con ellas y que no veamos entre las hojas
marchitas la fructa olorosak, la cojamos y nos aprovechemos de ella.
Lo
propio vimos en el phariseo que convidó a Cristo, que se cegó con los peccados
de la Madalena para no ver tantas y tan heroicas virtudes como traía consigo. Y
lo propio pretendió y quiso hiciera Cristo para que no pusiera los ojos en
ella, pues dentro de sí decía: "Si éste fuese propheta, él supiera quién y
cuál es esta mujer que le toca, que es peccadora"8. Y erraba, que por el propio caso que era
propheta,
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conocía que aquellos peccados y vida pasada sólo
servían de humillación y rendimiento a la persona; que ya Cristo no pone en
esos peccados los ojos, que se permitieron para mayor bien suyo, [53v] sino en
las muchas virtudes que consigo traía. Y ésas son las que Cristo cuenta al
fariseo diciéndole cuán cortés, comedida y cumplida habíe andado aquella mujer
en aquella ocasión9.
11. ¡Oh Señor! Seas tú mill veces bendito y
glorificado, que quieres a los hombres ciegos para ver los menoscabos de sus
hermanos, sus defectos y faltas, y los quieres con ojos de lince para
contemplar sus virtudes. Quiéreslos de paso en nuestros males; pasos
detenidos y estorbados en nuestras buenas obras. Por cierto, Señor mío,
justicia pides, razón tienes. ¿Qué hombre, entrando en una feria, habíe de ser
necesario decirle y amonestarle que no pusiese los ojos en el stiércol de las
bestias, sino en las riquezas que traían cargadas? Porque es propiedad de
puercos y lechones detenerse en el cieno y muladar, y de celestiales pajarillos
ponerse y sentarse en las ramas floridas del árbor. Si vieres a tu hermano con
algunos defectos, no te pares ni detengas en ellos, pasa adelante, que eso
estiércol es y defectos de este hombre animal; pasa adelante y pídele a Dios
que te haga pájaro celestial y divino que, sentado en las ramas de sus virtudes
y dones extraordinarios, los cantes y publiques como bienes feriales que Dios
puso en las tales almas para que tú los cambies y compres para tu propia
persona.
No seas
como aquellos scribas y phariseos, que fueronl a Cristo a acusar a sus discípulos
de que no se lavaban las manos cuando comían10 y de que cortaban
spigas11, y aun del mismo Cristo quisieron macular que les curaba sus
enfermos en sábado12. Venid acá, gente perdida, ¿no hay otra cosa que
mirar en estos sacrosanctos discípulos? ¿No veis esa vida áspera, rigurosa,
penitente? ¿No veis esa paciencia y sufrimiento con que os predican y sanan
vuestros enfermos? ¿No veis la puntualidad en el cumplimiento de la ley? ¿Por
qué no miráis eso, y dejáis el lavatorio de las manos? ¿Por qué no ponéis los
ojos en los que Cristo da a los ciegos, en tantos milagros como en vosotros
obra que, si se scribieran, no cupieran los libros en el mundo? ¿Por qué no
miráis esa persona de Cristo de pies a cabeza, en quien no hallaréis falta ni
defecto alguno por ser todo hermosom, lleno de toda gracia y
dignon de ser deseado?13
12. ¡Ay, mis hermanos!, que es traza de
satanás, para que no nos aproveche la vida inocente del justo, divertirnos de
sus virtudes con los defectos o faltas naturales si en la tal persona las hay
y, si no, buscar aparencias de ellas para deshacer con lo fingido lo verdadero
y con lo aparente lo que es cierto. ¡Oh Señor mío!, y qué gran cosa sería si,
cuando el religioso predica, advirtiésemos que dice verdades y que en aquel
lugar por sólo Dios se cansa y fatiga por tu bien, y no cuando
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está fuera de allí de que es hombre [54r] peccador
como tú; si el rico cuando ve el pobre, pusiese delante los ojos la paciencia y
sufrimiento con que de noche y de día lleva sus trabajos, sufre sus
enfermedades y pasa sus incommodidades, y no en otras faltillas a que, como
hombre, está sujeto. ¡Qué de provecho sacaríamos de estos tales juicios!
¡Ay,
hermanos!, y que hay de ellos que son como cedazos con que ciernen, que pasan y
despiden de sí la flor de la harina y se quedan con el salvado; y como el
cernadero que pasao la lejía y se queda con la ceniza, haciéndose
muladares donde se deposita la basura de los pueblos. Que hay de ellos a quien,
si les vais a preguntar por la virtud de vuestro hermano, sólo os dirán las
faltas de su linaje, las inperfecciones de su persona. ¿Y las virtudes? Ya pasaron y
corrieron. Que, como ellos sonp alquitaras, destilaronq y
despidieron de sí el agua rosada y zumo destilado, y se quedaron con la hez y
orujo de lo que estrujaron. Y
todo esto es traza de satanás, como decimos, para que la vida pura e inocente
no aproveche a los que la miraren y vieren.
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