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San Juan Bautista de la Concepción
Obras I - S. Juan B. de la C.

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  • EL CONOCIMIENTO INTERIOR SOBRENATURAL
      • CAPITULO 17 - Cómo el demonio, cuando ve que no puede estorbar la perfección de la vida extraordinaria, sale a partido y se contenta con scurecerla y taparla. Los medios que para eso toma. Y cómo en estas ocasiones Dios la descubre y manifiesta volviendo por la fama y honra de la tal persona
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            CAPITULO 17 - Cómo el demonio, cuando ve que no puede estorbar la perfección de la vida extraordinaria, sale a partido y se contenta con scurecerla y taparla. Los medios que para eso toma. Y cómo en estas ocasiones Dios la descubre y manifiesta volviendo por la fama y honra de la tal persona1

 

            1.         Viendo, pues, el demonio, enemigo de nuestro bien, los grandes y particulares fructos que al mundo se le siguen de la certidumbre y conocimiento del cierto y verdadero espíritu, procura por mil vías y modos taparlo y encubrirlo, y no es y ha sido pequeño el que pretende hacer con los peccadores, murmuradores e invidiosos de todo bien. Pero el propio demonio por sí propio procura por mil vías tapar y escurecer las mercedes secretas que Dios hace a un alma, no sólo aa los que están a la mira, sino a ella propia, para que, desestimando el bien que


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recibe, lo desprecie y se haga indigna dél, para que aborrezca aquel camino extraordinario y no venga a alcanzar colmo de virtudes; para que no eche por el atajo donde más presto se encuentra con Dios, sino que se contente con la vida ordinaria y camino carretero que los demás llevan. Que ya que este traidor no puede en todo destruir, conténtase con hacer mal en parte y salir a partido quien todo no puede. Habiéndose como los corsarios, que, si no pueden apoderarse de una ciudad por estar bien fortalecida, conténtanse con quemarle los sembrados y aportillarle la fortaleza. Lo propio hace satanás: que, viendo que el justo está ya lejos de su poder, procura quitarle los mejoros en la forma que puede, particularmente en la que ahora decimos, que es enturbiarle el agua clara que ha de beber en las fuentes del Salvador2 para que, bebiendo con miedo y temor, se vaya a la mano y beba con tiento, haciendo su estómago a menos de lo que pudiera si con algunas conjeturas ciertas conociera [50v] ser voluntad de Dios echar por aquel camino.

 

            2.         Sería inposible, si no es con particular ayuda de Dios, poder descubrir los enredos y marañasb con que el demonio procura scurecer la verdad del spíritu que ha de alegrar y consolar a un alma. Lo primero procura hacer simia, mona y rendajo de Dios, quiriendo con ficciones dibujar y pintar en un alma una semejanza de lo que Dios hace, para que a él con sus enredos le den la honra que dan a Dios o, por lo menos si es conocido, sea con la mentira deslumbrada la verdad, y así lo uno y lo otro se tenga por engaño. Son como los ladrones que quieren que, a vueltas del buen vino, gasten el vinagre y que, a vueltas del paño fino, vareen el cordellate3, todo por un precio, y a más no poder que nadie se aventaje con su buena mercaduría a la suya mala, sino que, por guardarse el merchante de lo malo, se prive de comprar el bueno, y el que vende por ese camino se prive de sus ganancias. Fíngese este demonio amigo de nuestro bien, ofrece su ayuda y compañía para en lo escondido y soledadc tirar y disparar saetas a los rectos de corazón.

 

            3.         En la vida de san Francisco, religioso carmelita4, se lee que en los primeros años de su conversión, yendo en peregrinación a los lugares sanctos, llegando una noche cerca de Sanctiago de Galicia, se le apareció en figura de peregrino en medio de unas montañas. Díjole que dónde iba tan tarde y por lugar tan peligroso de bestias y animales que allí le podían quitar la vida, que sin falta debiera de ser voluntad de Dios aquel encuentro para que juntos y en compañía se fuese el propio viaje, que también él lo llevaba en aquella romería. Llegada ya bien la noche,


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encontraron dos caminos, donde el sancto dificultó por dónde habíe de echar. El demonio, que pretendía atajarle los pasos y entregarlo a las bestias, dijo que por mano izquierda, que él bien lo sabía. El sancto, a quien pocas veces engaña el corazón, temió no fuese engaño y camino torcido en ocasión tan rigurosa; y con estos temores fue por aquel camino algún rato, en el cual ya el demonio le pareció era tiempo de tirar algunas piedras y disparar jaras. Enpezóle a decir: ¿Dónde vas, pobre y afligido peregrino? Cuéntame el motivo desta jornada. ¿No sabes que el Spíritu Sancto dice: "¡Ay del solo, [51r] que si cayere no tendrá quien le levante!"5? Cuánto mejor fuera en tu tierra y en tu casa tratar del mejoro de tu alma, que en fin en el poblado hay muchas ayudas de costa; pero en esta soledad y campo ¿qué ha de haber sino tropezones, miedos y asombros? En todo esto el sancto suspenso, aunque triste y melancólico de oír tal conversación, como el demonio más fue descubriendo, más fue conocido de suerte que, haciendo el sancto la señal de la cruz, el demonio, enemigo de ella, desapareció con estruendo y ruido; y luego acudió Dios, que no estaba lejos, para coronar al victorioso: diole una voz y díjole que no era aquel el camino de su peregrinación, que volviese atrás y echase por mano derecha.

 

            ¡Oh sancto Dios mío, verdad y luz de las almas, qué de veces pasa esto propio con las almas que se determinan de ser peregrinas y caminar por soledad y buscar a Dios en vida y con obras extraordinarias!: que, envidioso el demonio de tanto bien suyo, se quiere y finge compañero en el viaje para que, habiendo cobrado alguna amistad, con llaneza le digad sus enredos y enseñe caminos torcidos y dificulte el viaje. ¡Oh, qué de veces aflige a un alma descubriéndole dos caminos en su soledad!, donde él tenga ocasión de decir: ¿Dónde vas, alma, perdida? ¿No ves que la vida que tienes en la tierra es vida obscura, llena de tinieblas, porque los hombres en esta vida sólo gozan de la noche hasta la otra, donde todo será luz y claridad? ¿Este camino no ves qué pocos pasan por él, porque es extraordinario? Pues si tú vas soloe y tropezares y cayeres, ¡ay de ti! que no habrá quien te levante porque esta vida que tú haces, esta oración que tienes y contemplación de que gozas no hallarás quien la entienda ni quien te un buen consejo ni quien te diga si vas bien o mal. Vida es llena de espesura y apreturas que sentirás en el corazón. Vuélvete atrás, tórnate a poblado donde hallarás muchos que profesan una vida común y guardan unas leyes ordinarias; en fin, en fin hallarás compañía y muchos que te digan si vas bien. Huye de ser singular en cosas semejantes, que es terrible [51v] cosa subir un hombre donde, si cai, se descalabre y quiebre la cabeza.

 

            4.         Con estas y otras palabras procura este ángel de tinieblas dificultar la vida extraordinaria del justo para que, dificultando su certidumbre, no consiga los muchos bienes que quedan dichos; antes, por


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huir de estos temores e incertidumbres, procure volver atrás y echar porf vida más ordinaria y baja. Unas veces sube, levanta y encarece la perfección de la vida que uno tiene, para luego persuadirle que es inposible que un hombre alcance aquello en esta vida, y así la suya se la vuelva incierta y dudosa. Otras veces le persuade e induce a hacer defectos y faltas; y para con ellas deslumbrarle la verdad de las mercedes que Dios le hace, unas veces le pinta a Dios muy misericordioso para que se descuide en la perfección de la vida, otras muy recto y justiciero para que entienda no es Dios el que la guía pues tales faltas permite en aquel estadog. Unas veces aduerme el cuerpo demasiado cuando el alma está ocupada en la contemplación, para que así haga cosas no advertidas; otras veces lo dispierta demasiado, para que entienda no es oro lo que reluce. Pues tanta atención y acuerdo tiene de las cosas, procura causar en este hombre exterior diferentes movimientos que, siendo primo primos que llaman los theólogos, aunque sean desordenados no son peccados, para ver si con esa desordenación exterior podrá hacer algún trampantojo interior, y darlo por mal jinete que soltó las riendas y alargó la soga. Y no hizo, sino que son resabios del caballo que, sin licencia de su amo, muchas veces da corcobosh, que siendo sini consentimiento del hombre interior, no dañan. Todo esto hace el demonio por ver si puede dañar la intención segura y pacífica que un alma tiene adquirida por alguna vía extraordinaria en el camino de la virtud.

 

            5.         Yo de una persona6 a quien el demonio, no hallándole entrada, porque -según me contó- en la vida extraordinaria que tenía sólo pretendía alcanzar un gran rendimiento de su persona al mismo Dios, ante cuyos pies deseaba estar humillada y que Dios la quisiese por sierva y esclava, sin meterse (como dicen) en otros dibujos, luces, revelaciones o iluminacionesj. Que ésta es una puerta, a mi [52r] parecer, con que se da en los ojos al demonio para que él no burle de un alma, porque los trampantojos que él puede hacer no son en la humildad y rendimiento que esta alma pretende, sino cuando alguna vez sale de ese districto y la topa con algún deseo de cosas altas; entonces es cuando, transfigurándose en ángel de luz7, promete muchas cosas por ver si puede dar con un alma en tierra para que lo adore y reverencie tiniéndole por quien no es. Pues digo que, hallando la puerta cerrada para esos intentos, procuraba otra aunque fingida, unas veces de cerca otras de lejos, haciéndose ángel de gran consejo, dando reglas, amonestaciones y consejos para torcer el camino sentenciado por bueno, ofreciendo otro mejor y mayor. Otras veces aguardaba que la tal persona se durmiese y en el sueño ponía lo que, dispierto, no le


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consentían para que, entendiendo esta persona era lo propio lo que le pasaba en sueño que dispierto, lo volviese dudoso. Y otras veces dice que, durmiendo, la levantaba en alto para que entendiese ser arrobo y éxtasi que padecía, que en fin en aquella ocasión mal podría por entonces juzgar quién andaba en eso.

 

            6.         Otras veces (que quiero descubrir las cosas que se me ofrecieren con que el demonio procura scurecer la verdad de un spíritu a trueco de que no consigan los fines dichos) hace que, tiniendo a las tales personas por sanctas, persuade que todo lo que hablan y dicen son revelaciones y profecías para que, no siéndolo según la verdad, viendo que en algunas cosas de las que dicen faltan, las tengan por mentirosas y engañadoras diciendo: si esta persona, como dicen, fuera sancta, ella acertara en las cosas que le encomendaste o en el consejo que te dio; y pues salió torcido, no es todo oro lo que reluce.

 

            7.         Otras veces persuade que este spíritu extraordinario no se concede sino a personas que ya no son hombres, y que no se compadece con comer, beber, hablar y tratar con gentes, para que con facilidad sentencien contra ellos los que los vieren participan en algo en este trato común; de suerte que, en viéndolos comer o beber o salir por las calles, ya descreen y pierden el concepto que de ellos tenían, para que así no se aprovechen de su virtud por las sospechas que de ella tienen que no es verdadera.

 

            8.         Otras veces persuaden, por algún peccado que hicieron las tales personas permitiéndolo Dios así para más humillarlas, [52v] que no hay que hacer caso de ellas pues por un peccado mortal todo se pierde y nada queda de provecho. Haciendo mal argumento de lo presente a lo por venir, porque, aunque es verdad que las tales personas por aquel breve rato están caídas, como al justo todo se le vuelve para mayor bien, de la culpa y del peccado que cometió salió con mayor fervor y humildad para procurar muchos mejoros. Y es certíssimo que todo lo que Dios quita cuando uno pecca, lo torna cuando vuelve en gracia suya; y así, cuando a un hombre, en quien tenemos buena fee, le viéremos caído, no la hemos de perder para cuando se levanta, que suele volver sobre sí con ventajas del stado primero. Y más, que más fácil es de encender lumbre en un fuego que ayer la tuvo que en un lugar frío donde jamás se encendió; y estas personas, a quien Dios hace algunas singulares mercedes, y cain en alguna culpa, muy fácil es con un soplo de tornarse a su antiguo estado. Y más, que, cuando un hombre de éstos caiga en un peccado mortal, muchos dones suele Dios poner en ellos que se compadecen con el peccado mortal, y así, aunque en ellos haya que desechar el peccado, puede haber otras muchas cosas que aprender y tomar de ellos, pues queda el don de consejo, de sabiduría y de entendimiento. Y es certíssimo hay algunas personas que tratar con ellas después de su caída convertirán una piedra del conocimiento y grandes bienes que de la culpa pasada sacaron.

 

            9.         Y para que con mayores veras abramos los ojos y consideremos los varios modos con que este astuto enemigo nuestro procura escurecer


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la verdad del spíritu, quiero que notemos que es muy ordinario, siempre que hace Dios alguna singular merced a un alma, según la grandeza del bien recebido procurar poner junto con ella quien la guarde y conserve y detenga al hombre no la pierda por alguna presumción o vanagloria; que es lo que cuentan del pavón, que a la hermosura de la rueda le puso la fealdad de los pies, para que la deshiciese mirándola. Y así a estas tales personas suele Dios, si por una parte les da y hace señores de alguna hermosura, darles unos pies feos o descubrirles en sí algunas faltas que de ordinario las humillen. Por tanto es necesario que el que hubiere de juzgar de estos celestiales pavones no sólo mire a los pies -si la persona, a quien Dios hace esta merced, si es mujer, si es mozo, [53r] niño, de bajo linaje, idiota, indiscreto-, no sólo ha de mirar eso, que es parte que Dios descubrió en él para que en esas bajezas como en paja se conserven las manzanas, fructa celestial que Dios de su jardín puso en la tal alma, sino debe mirar y poner los ojos en la rueda y cerco que Dios hizo de sus maravillas en la tal persona; porque estos pies feos no son necesarios para el que mira sino para el que posee, porque al que posee los tales bienes descubre Dios los tales males para que se humille y no se ensoberbezca. Pero el que mira y pone los ojos en su hermano cargado de beneficios, harta ocasión es de humillarse ver los tales beneficios en tercera persona y que a otro dan lo que él no merece, y que él está tan bajo y pobre que ha menester ir a mendicar a casa ajena virtud y exemplo con que su alma sea aprovechada.

 

            10.       Llano es que, aunque el tendero tiene necesidad de guardar la fructa en la paja o conservarla en el arena, y el vinatero el vino en la casca, hez y madre de la cuba, que el que va a comprar no ha de comprar la fructa y la paja y la arena, y el vino y la hez de que tiene necesidad para su conservación. De esa misma suerte, cuando Dios pusiere en estas tales almas grandes virtudes, vida y espíritu extraordinario, y para su conservación en las tales personas descubriere algunas faltas o defectos naturales, nosotros sólo debemos comprar y aprovecharnos del spíritu, de la virtud, de la vida y buen exemplo, apartando los ojos de esotros defectos que puso Dios en las tales personas para mayor bien suyo. Y el demonio procura dispertarlas para encandilarnos con ellas y que no veamos entre las hojas marchitas la fructa olorosak, la cojamos y nos aprovechemos de ella.

 

            Lo propio vimos en el phariseo que convidó a Cristo, que se cegó con los peccados de la Madalena para no ver tantas y tan heroicas virtudes como traía consigo. Y lo propio pretendió y quiso hiciera Cristo para que no pusiera los ojos en ella, pues dentro de sí decía: "Si éste fuese propheta, él supiera quién y cuál es esta mujer que le toca, que es peccadora"8. Y erraba, que por el propio caso que era propheta,


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conocía que aquellos peccados y vida pasada sólo servían de humillación y rendimiento a la persona; que ya Cristo no pone en esos peccados los ojos, que se permitieron para mayor bien suyo, [53v] sino en las muchas virtudes que consigo traía. Y ésas son las que Cristo cuenta al fariseo diciéndole cuán cortés, comedida y cumplida habíe andado aquella mujer en aquella ocasión9.

 

            11.       ¡Oh Señor! Seasmill veces bendito y glorificado, que quieres a los hombres ciegos para ver los menoscabos de sus hermanos, sus defectos y faltas, y los quieres con ojos de lince para contemplar sus virtudes. Quiéreslos de paso en nuestros males; pasos detenidos y estorbados en nuestras buenas obras. Por cierto, Señor mío, justicia pides, razón tienes. ¿Qué hombre, entrando en una feria, habíe de ser necesario decirle y amonestarle que no pusiese los ojos en el stiércol de las bestias, sino en las riquezas que traían cargadas? Porque es propiedad de puercos y lechones detenerse en el cieno y muladar, y de celestiales pajarillos ponerse y sentarse en las ramas floridas del árbor. Si vieres a tu hermano con algunos defectos, no te pares ni detengas en ellos, pasa adelante, que eso estiércol es y defectos de este hombre animal; pasa adelante y pídele a Dios que te haga pájaro celestial y divino que, sentado en las ramas de sus virtudes y dones extraordinarios, los cantes y publiques como bienes feriales que Dios puso en las tales almas para que tú los cambies y compres para tu propia persona.

 

            No seas como aquellos scribas y phariseos, que fueronl a Cristo a acusar a sus discípulos de que no se lavaban las manos cuando comían10 y de que cortaban spigas11, y aun del mismo Cristo quisieron macular que les curaba sus enfermos en sábado12. Venid acá, gente perdida, ¿no hay otra cosa que mirar en estos sacrosanctos discípulos? ¿No veis esa vida áspera, rigurosa, penitente? ¿No veis esa paciencia y sufrimiento con que os predican y sanan vuestros enfermos? ¿No veis la puntualidad en el cumplimiento de la ley? ¿Por qué no miráis eso, y dejáis el lavatorio de las manos? ¿Por qué no ponéis los ojos en los que Cristo da a los ciegos, en tantos milagros como en vosotros obra que, si se scribieran, no cupieran los libros en el mundo? ¿Por qué no miráis esa persona de Cristo de pies a cabeza, en quien no hallaréis falta ni defecto alguno por ser todo hermosom, lleno de toda gracia y dignon de ser deseado?13

 

            12.       ¡Ay, mis hermanos!, que es traza de satanás, para que no nos aproveche la vida inocente del justo, divertirnos de sus virtudes con los defectos o faltas naturales si en la tal persona las hay y, si no, buscar aparencias de ellas para deshacer con lo fingido lo verdadero y con lo aparente lo que es cierto. ¡Oh Señor mío!, y qué gran cosa sería si, cuando el religioso predica, advirtiésemos que dice verdades y que en aquel lugar por sólo Dios se cansa y fatiga por tu bien, y no cuando


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está fuera de allí de que es hombre [54r] peccador como tú; si el rico cuando ve el pobre, pusiese delante los ojos la paciencia y sufrimiento con que de noche y de día lleva sus trabajos, sufre sus enfermedades y pasa sus incommodidades, y no en otras faltillas a que, como hombre, está sujeto. ¡Qué de provecho sacaríamos de estos tales juicios!

 

            ¡Ay, hermanos!, y que hay de ellos que son como cedazos con que ciernen, que pasan y despiden de sí la flor de la harina y se quedan con el salvado; y como el cernadero que pasao la lejía y se queda con la ceniza, haciéndose muladares donde se deposita la basura de los pueblos. Que hay de ellos a quien, si les vais a preguntar por la virtud de vuestro hermano, sólo os dirán las faltas de su linaje, las inperfecciones de su persona. ¿Y las virtudes? Ya pasaron y corrieron. Que, como ellos sonp alquitaras, destilaronq y despidieron de sí el agua rosada y zumo destilado, y se quedaron con la hez y orujo de lo que estrujaron. Y todo esto es traza de satanás, como decimos, para que la vida pura e inocente no aproveche a los que la miraren y vieren.




1 Para los folios sucesivos hasta el 63v, véase Carisma y misión, 198-201.



a  sigue ella misma tach.



2 Cf. Is 12,3: "Haurietis aquas in gaudio de fontibus salvatoris".



b sigue que tach.



3 "Cierta especie de paño delgado, como estameña; dicho así por un cordoncillo que hace la trama" (COVARRUBIAS).



c  ms. soledan



4 Beato Franco (o Francisco) de Siena († 1291), hermano lego carmelita. Cf. LOMBARDELLI, G., La vita del beato Franco sanese da Grotti, dell'Ordine de' Carmelitani, Siena 1590. El relato de su conversión y del episodio referido en los cc.V y VI, pp.17-22.



5 Ecl 4,10.



d corr. de dida



e  corr. de solos



f  rep.



g  pues-estado al marg.



h  sigue de tach.



i   sigue licencia ni tach.



6 Esa persona es el propio autor, san Juan Bautista de la Concepción, como se desprende de un cotejo de este pasaje con su relato autobiográfico del tomo VIII manuscrito. Tales insidias diabólicas las padeció en Roma.



j  ms. illuminaciones



7 2 Cor 11,14: "Ipse enim Satanas transfigurat se in angelum lucis".



k sigue no tach.



8 Lc 7,39.



9 Cf. Lc 7,44-46.



l   ms. fuero



10           Mt 15,2.



11           Mt 12,2.



12           Lc 13,14.



m sigue y lleno tach.



n  sobre lín.



13           Evocación de expresiones bíblicas. Cf. Cant 4,7; 5,16; Jn 1,14.



o corr. de pasan



p sigue muladares tach.



q corr.






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