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CAPITULO
22 - Cómo este conocimiento extraordinario se puede hallar en todo género de
gentes y en cualquier officio y estado. Y cómo hay otro conocimiento extraordinario connaturalizado con
las personas. Y de cuántas maneras se puede tener y obrar este conocimiento
1. Todo este tratado he scrito con cierta
ocasión que me dieron en Valladolid tratando de cierto ermitaño gran siervo de
Dios, cuya vida y exemplo lo habíe metido en los retretes más scondidos de los
príncipes y reyes. Y pareciéndoles que esa vida exterior no se compadecía con
otra vida interior y sobrenatural que la tal persona gozase, decían que no
habíe que hacer caso de él ni de lo que él dijese, quiriendo escurecer con las
tinieblas de sus palabras la luz que Dios podía darle por el rigor de su vida y
costumbres sanctas, que a cabo de muchos días había adquirido. Y así, en lo
pasado y en lo que falta por scribir, no sólo habré procurado defenderlo a él,
sino volver por todos aquellos a quien Dios fuere servido apartar para que en
esta vida enpiecen a gozar de los thesoros y maravillas que Dios tiene
guardadas para los que con veras le sirven y aman despreciando todo lo de la
tierra.
2. No es nuevo el spíritu de Dios hallarse
scondido en personas bien scondidas a los juicios humanos: no son todos ni
siempre ermitaños y gente solitaria la que alcanza vida extraordinaria y
sobrenatural; no siempre sona hombresb en la edad perfectos y
en la vida consumados. No
hay estado ni edad, vida u officio, tiempo o lugar donde no se pueda hallar el
spíritu divino levantandoc almas a vida perfectíssima:
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de hombres, de niños, de mujeres viudas, casadas,
doncellas, pobres, ricas, bajas, nobles, en los hospitales y en casa de los
reyes, en la soledadd, en los monasterios, en las plazas, en los
rincones, entre los labradores, mercaderes, caballeros, príncipes y reyes. De
todo este género de gente y de todas estas diferencias de vidas, stados y lugares
pudiéramos poner muchos y varios exemplos de personas que han venido a alcanzar
vida perfectíssima extraordinaria y sobrenatural con que han agradado a Dios
grandemente, [66v] y aun asombrado el mundo y cegado muchos entendimientos
cortos, que no saben ni alcanzan cómo este soberano y divino spíritu a todos
busca en todo tiempo y lugar para reposar en los humildes y limpiose de
corazón; que es fácil, si el hombre quiere, en cualquier officio, edad, tiempo
y estado humillarse, rendirse y limpiarse para que Dios le scoja y aparte para
sí sólo.
3. Parece
hemos hasta aquí ido tratando de una vida perfecta y consumada. Y pues lo que
aquí he pretendido ha sido tratar de todo género de gentes, fuera bien tratar
desta vida no sólo según su consummación, sino según parte, pues parte de esta
vida, digo de estos dones sobrenaturales, se pueden hallar en hombres no
consumados ni perfectos, antes en algunos que son y han sido peccadores. Y esta parte de vida
no la llamo gracia habitual, con la cual el hombre en parte esté en amistad de
Dios y en parte en enemistad -que esto es imposible-, sino algunos dones
particulares que se compadecen y pueden hallar en todo género de gentes, como
son: el don de profecía, de milagros, de consejo y sabiduría. Para que, sabiendo
y conociendo esto los hombres, no porque vean que uno no es de vida perfecta y
heroica quieran sentenciar y calificar por vicio la virtud o el don que le dio
Dios, pues vemos que a muchas personasf dio y comunicó el infinito
poder de Dios tales y tantas virtudes que asombran los hombres y no las acaban
de entender ni penetrar, sin ser capaces de lag gracia y amistad de
Dios.
4. Y pues lo principal de nuestro tratado
ha sido tratar de los diferentes y levantados conocimientos de los hombres que
gozan vida perfecta, será bien tratar del conocimiento que se compadece y
pueden tener los que no tienen ni gozan esah vida perfecta y
sobrenatural, ese rendimiento y transmutación en Dios. Bien sé que en esta materia debo temer,
por no la haber estudiado ni leído libros ni saber más que lo que he entendido
tratando con algunas personas. Aquí no se trata desta materia en mala parte por
la vía que los hombres con pacto y concierto secreto con el demonio pueden
saber, conocer y entender, sino de dones particulares y mercedes que Dios haya
hecho [a] algunas personas.
5. Pues
digo, según lo que Dios me da a entender (y si en esto no acertare, bórrelo
quien lo leyere y entienda no alcanzárseme más, pretendiendo en todo sujetarme
a la fee de la sancta Iglesia, doctrina [67r] y lección de los sanctos), que
esta merced de dar Dios algún conocimiento sobrenatural puede ser en muchas
maneras: unas veces lo
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da como
connaturalizado con la propia persona, de suerte que siempre y por siempre se
halla dispuesta esta tal persona para estos extraordinarios conocimientos,
procurando recogerse adentro y como enajenarse de las cosas que pueden
inquietar o perturbarle, que en fin ésta es obra del hombre interior y ha
menester hallarlo desocupado de todo lo de acá fuera, pues vemos que uno que ha
de leer una lición u oírla ha menester estar libre de cosas que le den pena y
cuidado.
6. Mucho
quisiera saber explicar el modo cómo este conocimiento extraordinario interior
connaturalizado con la persona de cosas extraordinarias se diferencia de todos
estotros conocimientos que arriba dejamos dichos y explicados. Diré lo que Dios
me diere a entender. Y así noto que el conocimiento sobrenatural extraordinario
de que hemos ido hablando, que es el que un alma ha venido a alcanzar con
grandes mortificaciones, vida rigurosa y enajenamiento de cosas exteriores y
aun de sus propios sentidos, digo que ese conocimiento -como queda dicho- es
agua que se coge en su fuente propia, y que de la superabundancia que un hombre
tiene y Dios le ha dado se revierten esos dones y entre ellos eli que
alcanza el entendimiento de ese conocimiento sobrenatural; y como agua que se
coge en fuente, corre y se pasa, de suerte que viene a ser muchas veces una luz
sobrenatural tan sutil y tan veloz que, si un alma no tienej mucha
atención, se le pasará y no la percibirá. Esotro conocimiento connatural de que
ahora vamos tratando (que en fin podrá ser éste nos declare más el primero) es,
digamos, como agua de pozo o agua de charco estantía, parada, que siempre que
un hombre quiere, siendo donk coevo con sul naturaleza
singular, coge cuando quiere y se aprovecha dél a todo tiempo que a él sea
acommodado según la disposición mediana que dejo dicha ha menesterm.
7. Tiene
otra diferencia, y es que, así como el agua que corre lleva buenos pescados y
el agua es muy delgada, dulce, sabrosa, que cría buenos humores, de esa misma
manera el primer conocimiento sobrenatural tiene y lleva efectos admirables,
tiene divinas y celestiales propiedades, cría y engendra en la persona que
tiene los tales conocimientos buenos humores, que son ansias y deseos de Dios,
[67v] produce un spíritu quieto, tranquilo, sosegado, pacífico que en lo
corporal llamamos bien acomplesionado. Pero el agua acharcada no es tan dulce,
tan clara ni cría tales pescados. Así estos conocimientos sobrenaturales, que
por don particular puso Dios para que acompañasen a la naturaleza, no son tan
claros, de tanto provecho, ni hacen los efectos sobrenaturales eficaces que
causan los primeros.
Los primeros conocimientos van enderezados
siempre o casi siempre al mayor bien del alma y tienen por blanco inflamar,
encender y aficionar la voluntad. Estotros conocimientos connaturales se quedan
de ordinario como indiferentes, que parece no tienen otro fin más que dar luz
al entendimiento. Pongamos un exemplo, que estas cosas poco se
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pueden
declarar si no es por exemplos. Miremos la luz del sol o la luz de un candil;
toda es luz y con cualquiera vemos las cosas que están en este aposento o en
las partes donde están aplicadas. Pero diferéncianse en que la luz del sol es
más clara, y con ella nacen y crecen los sembrados y se visten los campos de
rosas y flores. Y así el conocimiento sobrenatural que un alma tiene
participado y cogido del sol de justicia, Cristo, es luz clara que enseña y
muestra las cosas que a un alma le inportan para su salvación, y esta luz hace
crecer las virtudes, propósitos y buenos deseos, y que la voluntad reverdezca y
se vista de buenas obras. Pero
estotro conocimiento es como el de la luz del candil, que sólo sirve de
alumbrar y mostrar las cosas sin hacer trueco en ella o en la persona a quien
las demuestra. Otras muchas diferencias pudiera mostrar entre el un
conocimiento y el otro, pero no hay que cansarnos.
8. Este
conocimiento de que ahora vamos hablando dije denantes que era necesario
aplicarse o ponerse en tal disposición que el entendimiento pueda recebir o
percebir. Que, como es potencia del alma metida y envuelta en este cuerpo, de
tal manera puede estar lleno destas species y retratos naturales que no pueda
conseguir o ejercitar el don sobrenatural que tiene, porque el entendimiento es
como un cristal: si lo ponéis a la sombra está opaco y oscuro, y si lo aplicáis
al sol echa rayos de sí.
9. Este
conocimiento puede ser en dos maneras: la una es obrada por [68r] algún ángel,
a quien Dios ha cometido el acompañar a aquella persona communicándole aquel
don. Y de esta manera ya viene a ser don más singular respecto que, cuando este
ángel mediante esta operación ande unido con el tal entendimiento, en fin ya
parece causa extrínseca y no se puede llamar tan propiamente don y luz
connaturalizada con la misma persona, como otra luz y conocimiento que pudo
Dios poner en el entendimiento de alguna persona, como la luz que puso en los
ojos, los cuales sin antojos1 ni otra ayuda ven de cerca y de lejos. Y así pudo Dios poner
en algunos entendimientos una luz con que vean y conozcan de cerca y de lejos,
sin que ningún ángel por vía de antojos que le levanten o alargue el
conocimiento.
10. Cuando
este conocimiento es por algún ángel, aunque digo que no es este conocimiento
tan connaturalizado con la persona, pero es más noble y más provechoso, pues se
entiende que no haríe Dios aquella merced a tanta costa como es ocupar un ángel
en aquello sin particular fin o algunos intentos extraordinarios. Pongamos un exemplo. Si estando vos en la corte supiésedes o
viésedes alguna cosa de consideración, no sería necesario buscar misterio al
conocimiento que tuvistes de la tal cosa; pero si el rey os la enviase a decir
con algún privado suyo y le dijese os diese luz de lo que habíe sucedido, es
certíssimo habíemos de buscar algún misterio o fin particular por qué el rey os
hacía sabidor
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de aquello. De esa misma suerte conocer un hombre con
algún conocimiento sobrenatural que Dios haya dado y connaturalizado con la
persona parece que no hay que reparar, porque quien tiene ojos ver tiene; pero
dar Dios un ángel que dé luz y descubra mediante esa luz cosas extraordinarias,
es llano que le hemos de buscar más misterio que el ordinario. Y así, digo que
este conocimiento será más principalo.
11. Digo másp, que, cuando esta luz
es dada por algún ángel, es muy ordinario andar acompañada con hablas,
preguntas o respuestas, de las cuales usa el ángel para con palabras suplir la
falta del entendimiento acerca del conocimiento que le pretendió dar, el cual
entendimiento, por no estar tan dispuesto para percebir, ayudóse de palabras o
de preguntas. Yo no trato ahora aquí de engaños y ilusionesq del
demonio [68v] porque siempre voy tratando de estos conocimientos en buena
parte, que bien sé en cosa tanto se pueden mezclar y disimular las falsas
revelaciones y engaños de el demonio, como en estas iluminaciones r que
ahora vamos tratando y particularmente en esto de hablar. El demonio, mientras
está más apartado, puede estar más disimulado; porque parece como imposible, si
un hombre es siervo de Dios y tiene razonable entendimiento, si se le llega
cerca no conocerlo, porque siendo espíritu maligno y de fuerzas muy limitadas y
enbotadas por el peccado, no puede él unirse y juntarse con un alma con aquella
suavidad, dulzura y amor con que Dios se junta y une, de la cual unión resultan
los bienes arriba dichos al entendimiento y a la voluntad. Y así dende afuera
es de donde él hace sus tiros y pretende persuadir sus engaños: si no puede
alumbrando en la forma dicha como el ángel bueno, porque nos puede o
porque no se atreve por no ser descubierto, procura con hablas y amonestaciones
hacer sus engaños. Pues
digo que ahora yo no trato del conocimiento que por esta mala partet
puede tener un hombre.
12. Antes
de pasar adelante quiero poner un exemplo deste conocimiento que voy tratando:
de una mujer que he visto y hablado, que por haberme dicho ha sido llamada y
examinada de los inquisidores, trairé aquí lo que sé de ella abstrayendo del
modo de luz que tiene: si es causada de algún ángel su operación,
connaturalizada y pegada con la persona, o si es don de iluminaciónu
que Dios le ha dado. Yo la hablé y deseé saber cuál fuese de estas dos luces,
y una vez me parecía de una manera y otras de otra: y pudo ser fuese de
entramas. Y porque
entiendo estos papeles no se leerán tan presto, no me parece
inconvenientev poner el pueblo. Muchos días había que me habíen dicho
en La Solana, pueblo en la Mancha, habíe una mujer que tenía don de profecía,
aunque no siempre le ponían este nombre, sino decían que sabía y conocía cosas
extraordinarias. Deseé verla, yw viniendo a visitar un convento que en
el propio pueblo tenemos, procuré estar algunos ratos con ella. Díjome cosas
particulares en esta materia. Díjome
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que, sin que
ella supiese cómo ni de qué manera, sabía cosas particulares, a las cuales
[69r] daba crédito porque siempre sucedían como ella las sabía; sabía y conocía
en su pueblo muchos años antes casamientos entre tales y tales personas,
muertes, riñas, perdimientos de hacienda y otras cosas semejantes de las
personas absentes, lo que le encomendaban, que por ser conocimiento de cosas
contingentes no necesariasx, me parecía que no debiera de ser ilusióny
del demonio. Preguntéle cómoz sabía aquello. Respondióme que, cuando le
pedían encomendase a Dios algún negocio, lo procuraba hacer interiormente; y
que, cuando entraba dentro de sí, veía claro en la misma cosa los fines que
tenía. Púsome un exemplo diciendo que el cura de aquel lugar le rogó lo
encomendase a Dios. Yo -dice- lo hice, y estando así dentro de mí, vi a mi cura
muerto y puesto en las andas y la gente que entraba al entierro: conocí qué
año, qué mes, semana, día y hora. Las dudas que acercaa desto se me
ofrecían, unas conocía en qué estaba su dificultad y por particular
conocimiento sabía su resolución, otras veces me hablaban y decían lo que
convenía acerca de aquello que yo deseaba preguntar o preguntaba. En esta
muerte deseé saber si seríe bien decírselo al cura para que se previniese:
habláronme y dijéronme que no, porque era hombre muy temeroso y que tenía
suficiente cuenta con su alma.
Digo que, si éste es don de Dios y
no es algún engaño, que debe ser el ángel de su guarda u otro a quien Dios haya
cometido aquel officio, porque dice muchas veces ve un hombre hermosíssimo
junto a ella que le habla, y otras veces le oye sin verlo; y siempre le habla
cosas sanctas y buenas; pídele siempre se abstenga y aparte de ofender a Dios,
procure hacer buenas obras y recebir el sanctíssimo sacramento a menudo, tenga
mucha oración. Informéme de esta mujer: es casada, de buena vida aunque no
extraordinaria. Llamo extraordinaria de las que hacen grandíssimas penitencias,
viven apartadas y tienen altos grados de oración. Parecióme en eso una
mujer de vida común, que reza su rosario, sus devociones y acude a todas las
obras de buena cristiana. Llamado [he] estos dones, aunque sobrenaturales,
connaturales por parecerme se deben de haber dado sin algunos méritos o
particulares disposiciones, y también porque esta mujer [69v] tiene un padre,
buen hombre, que dice muchas cosas y sabe -aunque acerca de cosas naturales y
conocimientos de tiempos- particulares, y esto sin lo haber estudiado ni
aprendido. Tiene esta
mujer un niño muy chiquito que tiene el propio conocimiento de la madre, de
suerte que, estando con la madre sentado, le suele decir: "Madre, aderece
la cama, que viene padre malo del campo"; esto y otras muchas cosas. Este
espíritu u ángel que la madre dice que le habla, dice el niño que lo ve y,
cuando va al escuela, se encuentra con él y le avisa de algunas cosas
enderezadas a este conocimiento.
13. Yo
no quiero calificar esto ni darlo todo por bueno. Lo que digo es que esto
es público y la mujer a religiosos y a siervos de Dios
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no repara en decirles éstas y otras cosas, de que me
pudiera alargar; y que, siendo esta persona buena cristiana, no es justo
sentenciar esto por malo, puesto caso que puede ser bueno y don sobrenatural de
que Dios le haya hecho merced. Y sabemos que dende el principio del mundo hay y
ha habido personas que tengan particulares iluminaciones y conocimientos,
quiriendo Dios hermosear esta Iglesia celestial con diferentes luces y lumbreras.
Como el cielo, que, si no fueran como el sol, luna o estrellas, serán como los
cometas y estrellas errantes que salen en la región del aire a quien llamamos
cielo aéreo, las cuales siendo de unos vapores gruesosb y de tal manera
dispuestos, se encienden y duran dando luz hasta que se consumen y acaban a
cierto tiempo. Y si es verdad que hay piedras a quien Dios dio tal virtud y
propiedad que en la noche den luz, y un animalillo que llamamos luciérnago de
noche parece un candil encendido y se puede leer a su luz en un libro, ¿por qué
Dios en el hombre, criatura racional y de tanta eminencia, no podrá dar y poner
otra luz que, si no ordinaria, connaturalizada o naturalizada con la propia
persona, con la cual luz vea cosas extraordinarias absentes y presentes?
14. Puesto caso que éste es don que se puede
compadecer con cualquier estado que el hombre tenga, hemos de entender que
estará más dispuesto para él cuando esté en gracia de Dios que cuando esté en
peccado. Los ángeles malos quedaron con [70r] sus dones naturales y por el
peccado en ellos quedaron como lesos, estorbados, detenidos y botos2.
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