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CAPITULO 7 -
En que consuela Dios al alma en el trueco del stado primero al segundo; y le
descubre grandes bienes que en ese estado de vida le tiene guardados y
escondidos
1. Y
para que en este segundo estado tú, hija mía, vivas muy consolada y no
entiendasa que en él se baja lo sobrenatural de que gozabas y tenías en
el primer estado, quiérote advertir que, aunque es verdad que en el primer
estado la vida era más pura, más sin mezcla y compostura, pero en este segundo
estado los propios bienes comunico, [93v] sino que no los puedes gozar tan al
descubierto porque el alma quedó más añublada con los bienes naturales, y los
bienes sobrenaturales que yo le comunicaba más encubiertos y sepultados por
haberse trocado y encubierto en los trabajos que en esta segunda vida te
comunico. El discreto mercader, según diferentes tiempos y caminos, trueca su
caudal de suerte que unas veces, en caminos y pasos segurosb, lo lleva
en dineros, otras veces lo lleva en paños y mercadurías y otras en cédulas; y
todo es dinero y riqueza, no obstante que el hombre ignorante no vea dineros sino
cuatro dedos de papel que monta el valor del entriego que hizo. Tiempos hay y
por caminos llevo yo a un alma que con seguro le puedo yo dar a gozar muchas
cosas que son oroc acendrado y perlas finas; otros caminos hay en que
es necesario trocarle ese oro en mercaduría, en trabajos y disgustos; y otras
veces, en una cédula y papel ascondido, con cifra que sólo sabe el que la da y
escribe. Todos son bienes, todas son riquezas, aunque con diferentes colores.
2. En el primer estado, hija mía, salías de
tid alejándote de tu ser natural; en el segundo, yo salgo de mí y me
voy a ti. Mira la
diferencia que hubiera si tú fueras a casa de un rey o el rey fuera a tu casa:
que el rey en la suya descubre sus grandezas y thesoros, dondee nada hay
que no güela a rey, pero si viniese a tu casa, todo quedaba tapado y escondido,
descubriéndose la persona del rey por sola su palabra que dice "yo soy
rey". En la primera visita que tú hacías, necesariamente habíes
de estar elevada con la consideración y vista de tantas grandezas como el rey
te descubría; en la segunda, en que el rey te visitaba, habíes de estar
estrechada, confusa y necesitada de grande fee, atendiendo a las palabras y
promesas que el rey te prometía y decía.
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Pues considérate de
esta manera en estos dos estados que me has propuesto. En el primero, saliste
de ti y trújete a mí, entréte en lugar y parte donde, en la manera que se
puede, gozabas de mis bienes y tesoros; nada hay en esta visita que no esté
pregonando grandeza de rey, regocijadaf y entretenidag el alma.
En el segundo, que yo bajo y vengo a tu casa y me entro por tus puertas
disimulado, el propio soy, sino que mis grandezas están en palabras y promesas.
Es estado en que el alma
ha menester una fee grande y una confianza perpetua, para no vivir desconsolada
en este segundo estado acordándose del primero, entre quien no hay menos
diferencia que gozar en el uno o padecer en el otro. Y aunque es verdad que el
alma en este segundo estado se mortifica, eso le nace de falta de fee y
confianza, [94r] que, si tuviese la que debe, más contenta debe estar, porque
en ella es hecha mi voluntad con promesas dobladas de lo que antes tenía y
poseía. Porque esto tiene el que compra al fiado: que compra más caro, promete
y ofrece más que al contado. Así yo, cuando en el primer estado me entriego en
un alma porh comunicación de gustos y consuelos, doy mucho menos, por
ser a luego pagar, que cuando me entriego en esta alma en los trabajos, por los
bienes que le ofrezco, que es necesario sean mayores y de precio más subido
porque, entregándose el alma de presente, aguarda por la paga para cuando sea
mi voluntad. Y como este modo de tratar y cambiar es más provechoso y de más
ganancia para el alma, no hay que andar buscando quién sea lai causa
del trueco y mudanza del primer estado al segundo que un alma tiene cuando,
habiendo dejado los enbebecimientos que tenía fuera de sí, se recogió y volvió
en sí ocupándose en cosas de mi gusto, porque yo soy la causa, yo lo quiero y
pretendo porque tengo mis desvelos en cómo has de serj aprovechada.
3. El día que hace apacible y sereno sale
la abejuela de su corcho y cerca, y rodea los jardines y prados; en ellos se
entretiene y goza cogiendo lo más puro y lindo de las flores. Pero el día
áspero y riguroso estáse dentro de su corcho, labrando y trocando en miel la
flor que el buen día habíe cogido; así se está encerrada, entretenida y
desentrañada por acudir a su propio officio según el tiempo que corre. En el
cual officio se debe considerar por mejorada, pues en él lo que es flor, que
con facilidad se marchita, se vuelve miel, manjar sólido para su amo y para
ella propia en tiempo de necesidad. Si has estado atenta, hija mía, no tendrás
necesidad de que te acommode este exemplo y similitud. Pues es fácil de
entender que, en el día que yo te envío sereno y claro, los rayos de mis
divinos favores y consuelos te sacan de ti de suerte que, volando por mis
jardines y cielosk, coges mill flores, considerando la grandeza de mi
ser, de mi bondad y misericordia, gózaste en la muchedumbre de mis atributos. Pero, el día que se muda el tiempo
apacible en borrascoso, el tiempo sereno en tempestuosol, lloviendo
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sobre esta tal persona muchedumbre de trabajos, esle
fuerza recogerse a casa, entrar en su corcho y meterse dentro de sí, cesando la
primera elevación y puniéndose en el segundo estado, en el cual su ocupación
debe ser volver las flores de que gozaba fuera de sí en miel, manjar sólido
para su dueño y para sí. Quiero decir que lo que era flor y gozar fuera de sí
en el primer estado, en el segundo sea un rendimiento y sujeción a mi voluntad
y querer porque, en los que de veras me aman, la consideración de mis grandezas
en el éxtasim se les vuelve amor y encendimiento en el segundo estado,
deseando en él desentrañarse y deshacerse por dar este soberano manjar bien
sazonado a su esposo. En el cual estado el alma se diferencia del primero como
quien goza [94v] de flores, que con facilidad se pasan, a [quien goza de] cosas
que duran. Porque es cosa que cada día se esperimenta: que esto de
gozar divinos consuelos en la tierra se pasa y trueca con facilidad, siendo de
más dura mis dones y gracias que yo tapo y encubro en los trabajos.
Lo cual
se puede ver en la flor y fructa del árbor: que la flor dura quince o veite
días y la fructa, que de esa flor sale, dura muchos meses y aun años. Cuando yo
saco un alma de sí a que en esta vida goce estos favores, gózalos en flor; y
así le ha de ser fuerza no le seann de dura. Pero las mercedes que yo
hago a un alma trocándole esos gustos en disgustos y trabajos, son de dura y de
perpetuidad por haberse vuelto las flores fructa. Y aun pudo ser que estuviese
entre estos dos estados aquella alma sancta que decía: Flores mei, fructus
honoris et honestatis1. Como si dijera, viéndose caminar del primer
estado al segundo, de la elevación de los gustos a la bajeza de los trabajos y
mortificación: ¡Ay, cómo mis flores se me han vuelto fructos de honra y
provecho! Y todo lo que para ti es de más y mayor bien, yo lo procuro y
pretendo y soy la causa y busco las ocasiones necesarias para hacer en ti estas
mudanzas.
4. Advierte, hija mía, porque no padezcas
algún engaño, queo el primer estado de que vamos tratando se puede
considerar como estado de contemplación, pues es verdad que en él es un alma
elevada al conocimiento de su Dios y Señor, y el segundo estado se puede
considerar como estado de acción y trabajo, en que la criatura se ocupa en
cosas exteriores. Y así no hay
duda sino que el primero es más alto, más subido y levantado, y el que le
tiene, tiene mejor parte que le cupo al que tiene y goza el segundo estado. Lo
que te digo, hija mía, es que, abstrayendo de la contemplación del un estado y
considerando sólo los gustos, que por ser sobre mi gusto me sacaron de mí y me
enbebieron en ellos, y abstrayendo de la acción del segundo estado y
considerando en él el rendimiento y conformidad que un alma tiene con la
voluntad de Dios, no hay dudar sino que consigo trai muchos
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mejoros, más
precio y más valor, como lo tiene el padecer por Dios o gozar por mi gusto. Y bien puede tener
tantas y tan subidas circunstancias la vida activa que, aunque sea más perfecta
la contemplativa, sea de más mérito la activa. Como un doblón es materia más
subida que uno o dos pedazos de platap; pero tan grandes pueden ser los
pedazos de plata que tengan más precio que el doblón. Oro es labrado el [que]
goza, trueca y cambia en el primer estado un alma que, elevada y sacada de sí,
goza mis favores divinos; pero tantos pueden ser los trabajos en el segundo
estado y los pedazos que mi [95r] siervo se hace que valga másq y tenga
precio más subido la plata que el oro.
Jhs. Mª
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