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CAPITULO 12 - Nuevas explicaciones para las más flacas de
las almas que se afligen por haber cambiado de estado
1. Paréceme, esposa mía, en la
conversación pasada he procurado satisfacer tus dudas últimas que tenías y las
dificultades que descubrían losa deseos de más agradarme. Helas
satisfecho con notables y cosas comunes, pidiéndote fee en las cosas que en ti
yo obrase, rendimiento, confianza y espera hasta la otra vida, donde un alma
conoce y quedará del todo satisfecha y harta de la hambre que aquí tenía de más
saber
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y entender el acierto de sus caminosb. Considero
que hay almas flacas que a tiempo creen y en el tiempo de la tribulación
huyen1; y que suele la speranza larga afligir demasiado. Y así me
parece acudir con lo pasado a los más fuertes y con lo que ahora diré, a los
más flacos.
Y para
que mejor lo entiendas será necesario tornes a la memoria la causa de tu última
pena y aflicción, que fue ver en ti un trueco de estado de mayor perfección, a
tu parecer, a otro en que era fuerza tratar con las criaturas; de un estado en
que te parecía estabas escondida ante mi rostro de las contradiciones de los
hombres a un estar expuesta a las borrascas y tempestades de los tiempos y
pareceres de los que contigo trataren. Si tú, alma, supieses las causas por qué
este estado de que hasta aquí has gozado lo acceleré en ti, no te espantarías
del trueco y la mudanza en el segundo, que es el que más bajo consideras.
2. Advierte que, si un rey viese a un
pobrecito en peligro de la vida en medio de una plaza donde un toro furioso le
quiere acometer, y que no habíe otro que lo librase o pudiese librar sino el
mismo rey, y él se bajase y, echando mano de su espada o cogiéndole [111v] de
la mano, lo subiese donde el mismo rey estaba y lo tuviese allí hasta que
pasase el peligro; si después de todo esto le dijese que se bajase a su lugar
antiguo y camino ordinario, no debía quejarse porque lo apean y bajan de aquel
lugar, antes dar muchas gracias a un rey tan poderoso y misericordioso, que
siendo quien es, se dignó de bajarse a hacer obras por un hombre pobre que tan lejos
estaba de merecer tal cosa, y estar de allí en adelante muy contento como
persona que tiene nueva vida y procurar en ella hacer tales obras que venga a
alcanzar con perpetuidad y seguridad el lugar primero. Advierte, pues, y está atenta, esposa mía,
que muchas veces está un alma en tan notable peligroc, así en lo
espiritual como en lo temporal, que si yo no usase con ella obras
extraordinarias y milagrosas, no saldríe con la vida del cuerpo o la del alma.
En la cual ocasión sólo miro mi bondad y mi misericordia, según la cual gusto
conservarled la una vida y la otra, que pase adelante, viva y me sirva.
Y después de pasada esa ocasión y peligro, ceso yo con ella en las obras
extraordinarias que hacía y la torno a su primer estado. Y para que mejor estés
en ello, quiérote poner un exemplo en las cosas más fáciles.
Muchas
veces se ven los hombres en ocasiones de ira, enojo y cólera; que, después de
haber salido de ellas libres, ellos de sí propios se asombran y la obra llaman
milagrosa, porque en sí no conocen fuerzas para tal resistencia. Conocen que
Dios los sacó de sí por aquel rato, pues no se perdieron siendo ellos de un
natural colérico repentino. Y después, en otras ocasiones fáciles, se ven muy
lejos de aquel estado, de aquella primera merced y de aquel milagro,
porquee sin porqué se enojaron y lo echaron
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todo a trece
(como dicen). El mismo exemplo corre en las cosas corporales, en que
pudo peligrar su salud o vida corporal, saliendo libres de los grandes peligros
y después caídos en los fáciles. Esto propio debes tú considerar, alma
míaf, cuando yo (dice tu Dios) te levantare y elevare [112r] a estado
que no pensaste y mereciste, y después, muy sin pensar, te hallaste en otro
primero y más bajo; y entender que por aquel tiempo convino y que fue singular
merced y misericordia de tu Dios que él en sí te guardase y escondiese por el
tiempo que Su Majestad fuese servido y, pasado ése, te tornase a tu primera
vida y estado para que en él caminases tu poco a poco con vida ordinaria, en la
cual debes vivir muy agradecida por lo pasado y con grandes fervores y deseos
por alcanzar otros grandes bienes en lo por venir.
3. Dígote lo segundo, que las obras de que
yo tengo de sacar grandes bienes de honra y gloria para mí y provecho para los
hombres, siempre train consigo grande dificultad, particularmente en los
principios, que es cuando a lag obra se le da el tal ser y tal vida,
cuando se tiran los cordeles y zanjan los cimientos en lo profundo, cuando para
la hechura y comienzo de la tal obra es necesario saber y poder, cuando se
opone el ser con el no ser, cuando se juntan y acometenh a contrastar
la obra infinidad de dificultades. En estos principios así dificultosos de
estas tales obras es cuando yo las tomo a mi cuenta y me encargo de ellas; y
aunque en otro tiempo las haya de poner en manos de los hombres y encomendarlas
al curso ordinario, en los principios harto es que esos hombres estén a la mira
y viendo cómo yo soy poderoso para dar principio a las tales cosas y quitarles
sus dificultades, y cómo les doy honra conociéndome a mí por sólo autor de
ellas.
Pasados
estos principios y vencidas estas dificultades, honrada ya la obra, gusto y
quiero honrar al hombre y que ponga él también su mano y que donde yo dejo él
enpiece. Digo, dejo el modo extraordinario con que obro en los tales
principios, cuando no parece la mano del hombre sino sola la de Dios; que en lo
demás de la obra siempre va la mía en compañía de la del hombre, porque menos
es mano muerta, lerda y perezosa, sino que la mía va escondidai y
tapada y la del hombre es la que se parece, porque ansí conviene para darle
mayor honra.
Ahora
debes considerar los dos estados de vida de que tú dificultaste y de que yo te
voy respondiendo: el uno es cuando mirabas en los principios los comienzos de
la obra, cuando costándote [112v] poco trabajo yo sacaba los fundamentos y
cimientos de la obra, cuando las maravillasj que yo obraba, en ti
causaban asombro y elevación, cuando podías decir aquellas palabras de la
Sabiduría: Ludens coram eo onni tempore, que tú jugabas y te regocijabas cuando
yo trabajaba y tenías tus contentos entre los hijos de los hombres2. Yo no dudo sino que en este
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estado te hallaríes muy a gusto. Y cuando en la obra hay
más trabajo y dificultad, tú tienes menos y más descanso, que en fin deleitable
cosa es mirar dende fuera las borrascas de la mar, sus tempestades y
contrastes. Gustoso es al niño dormir en las haldas de la madre mientras ella le
está ganando la comida; amargo, desabrido, pesado y triste dispertarlo y
ponerle el azadón en la mano y decirle que de su sudor ha de comer el pan y
tener el sustento; riguroso y amargo, el entrar en la mar, tomar el remo, subir
y bajar la vela, regir el navío, tener cuenta con la chusma, cortar el agua y
resistir las velas.
4. Pero debes advertir que en este segundo
estado, aunque la obra no puede con la calificación primera que le daba el
autor de todas las cosas por estar sólo a su cargo, pero quedas tú y las
personas que en ella entienden más honrados y calificados, porque obran más y
más a costa suya, porque los comienzos de Dios los llevan adelante y lo que en
todo evento Dios perficionó ellos acaban. Debes considerar cómo mis apóstolos y
discípulos no ganaron la honra y el crédito cuando, muriendo yo en una cruz y
obrando tan a solas la redención del género humano, ellos miraban, sino cuando,
después de hecha, ellos la publicaron por el mundo y la aplicaban a los hombres
por medio de su predicación. En este tiempo es cuando adquirieronk
tantosl títulos y nombres como mis profetas les dieron llamándolos
nubes que fecundaban la tierra, príncipes que presiden en las monarquías del
mundo, soles que alumbran, y otra infinidad de ellos. En este segundo estado
que tenían no podían dejar de tener mill zozobras y trabajos, como yo se lo
dije y ellos lo esperimentaron. Vida y estado fue desabrido, pero de mucha
honra y provecho que consigo trujo. Trueco fue que [113r] no se debieron dar
por engañados sino por mejorados, pues ahora gozan los premios eternos que
merecieron los trabajos que entonces por mi amor padecieron. Y lo propio te
sucederá a ti, mi esposa, si estos desabrimientos y amarguras las llevares con
paciencia, si en estos truecos estuvieres con veras rendida, sperares el fin de
todas las cosas y fueres fiel hasta la muerte, donde hallarás corona de gloria
que se da al que venciere y fuertemente peleare, etc.
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