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CAPITULO 6 - Cómo los gustos fuera de Dios se vuelven
desabridos y amargos, y en el mismo Dios lo amargo es sabroso y está lleno de
gusto
1. Bien fuera que supieras, alma devota,
que no hay gustos sin mi gusto, placeres ni descanso sino por mi querer y
voluntad, y que tanto cuanto uno más se aleja de ella, tanto más dista y se
aleja de todo lo que le puede dar gusto y alegrar en la tierra. Por eso mi
sposa dijo que mis pechos, eran mejor que el vino1. De donde debes
advertir que no dijo que la leche de mis pechos era mejor que el vino, sino a
los propios pechos comparó al vino, dando a entender que la leche de mis pechos
era mejor que el vino no cuando está esa leche fuera y revertida, sino cuando
la leche está y se toma en los pechos. Pues ¿qué tiene el vino, que son mis pechos,
aun mejor que él? Una de sus propiedades es alegrar [142v] y regucijar al que
lo bebe. Pues esto hace mi leche no cuando está fuera de mis pechos, sino
cuando está en ellos. Quiero decir que los gustos en mí son gustos y, si de ahí
salen, salen fuera de cualquier gusto. Leche son de mis pechos todas las
criaturas de la tierra, todo lo criado visible e invisible, todo fue hecho con
una palabra de mi boca, todas son cosas quea alegran al hombre, lo
regucijan y entretienen. Pero, así como todas esas cosas no le pueden ser de
gusto si no es cuando las informe la luz y viste de su claridad, de esa misma
suerte todo lo que al hombre le puede dar gusto fuera de mí, que soy el que a
todas las cosas les doy el tal ser y conservación, ninguno puede tener con
ellas, antes, mill amarguras y desabrimientos: ha de ser vino en el pecho para
queb alegre al que lo hubiere de beber.
2. Aun acá vemos que hay vinos que,
sacándolos de su madre, pierden el sabor, color y olor y se vuelven vinagre. De
esa propia suerte, en apartando las cosas de mí en que el hombre busca gusto,
pierden todas estas tres cosas: olor, sabor y color, que son las cosas de que
priva y despoja la muerte cuando entra en una persona. Y la muerte hase de
advertir que no es otra cosa sino una privación y apartamiento de la vida. En
el punto que las cosas se descuajan y desencuadernan de mí, se apartan y
absentan de esta vida que les da el ser que tienen, y luego se entra por sus
puertas la muerte despojándolas de todo bien, color, olor y sabor.
Y aun
por eso estos gustos y este vino se compara a la leche en el pecho, porque
fuera de allí luego se corrompe por ser cosa tan delicada que, en sacándola de
su abrigo, ya no es lo que ser solía. Busca tú, alma cristiana, los gustos en
Dios, como vino en su madre y leche en su pecho, y hallarlo has de suerte que
te alegre, hallarlo has en vino claro, sabroso y oloroso, y en leche saludable.
Causa fue
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ésta por
qué, quiriéndole yo hacer fiesta a mi esposa, la entré en mis bodegas a que
bebiese del vino de la charidad2; no le saqué el vino y bebida afuera,
donde perdiera su fuerza y valor. [143r] Dentro de mí es donde san Pablo
aconsejaba que los hombres se holgasen y regucijasen: Gaudete in Domino, iterum
dico, gaudete3. Una y otra vez dijo que os alegréis y
regucijéis en el Señor, que para todo tiene. El spíritu de la Virgen en Dios, que
era su salud, se alegraba4.
3. Figura de esto que vamos diciendo fue
aquello de los hijos de los prophetas cuando, buscando y cogiendoc
hierbas, con grande cuenta pusieron una olla. Y como las hierbas cogidas y
arrancadas de su lugar tienen diferente sabor, cuando las empezaron a comer
vieron que estaba la muerte en ellas, según las hallaron de desabridas y
amargas. Y así dieron
voces al profeta Eliseo diciendo: Mors in olla, vir Dei; varón de Dios, la
muerte está en la olla. Entonces el propheta tomó unos polvos de harina y
echólos en la olla; y con eso quedó sabrosa de suerte que no tuvo más
amargura5.
Pues, si criados y compañeros de
propheta tan grande y sabio como Eliseo cogen hierbas que, guisadas y puestas
en una olla, son amargas y tienen en sí encerrada la muerte, dime tú qué
acierto piensas tener cuando los gustos y contentos los arrancas y cortas de
mí, que soy en quien están plantados y tienen (como he dicho) el tal ser. Es
certíssimo trocarán y volverán lo dulce en amargo, lad vida en muerte.
Y así como con grande facilidad el propheta de amargas las hierbas y la olla la
tornó dulce de suerte que ya no se sintiese en ella algo de amargura, de esa
misma suerte y con mayor facilidad el sustento y olla amarga que come el justo
en la tribulación se lo volveré yo dulce y sabroso. Así san Pablo, 2
Corintios 1e, me llama (y dice bien) "Padre de misericordias, que
consuelo en toda tribulación", y que a medida de las aflicciones envío yo
los consuelos. "Y de la misma manera que abundan y crecen las pasiones y
trabajos, de esa misma suerte (dice) abunda por Cristo la
consolación"6.
No hay
muerte tan muerte que yo no la pueda trocar en vida, ni lágrimas tan tristes
que no las pueda yo volver en regocijo, y días malos en días buenos. Acuérdate
del hijo pródigo cargado de hacienda, derramado por el mundo buscando fiestas,
qué presto se le acabaron, porque ésas no duran más de lo que dura una
florecilla cortada de su rama, que volviéndose en la propia ramaf
fructa de dura, quitada de allí se marchita y pierde en un momento. Pidióle este hombre ignorante a su padre
la hacienda. Gastóla con facilidad, [143v] y quedóse vestido de desnudez,
pobreza, ignominia y afrenta de suerte que, volviendo los ojos al cielo,
gozando de su luz, cayó en la cuenta y deseaba volver a
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casa de su padre a gozar siquiera del pan de sus
jornaleros7, porque allí vale más eso con seguridad que, con peligro y
brevedadg, todas las cosas del mundoh.
Piensa
esto, alma cristiana, considera que los gustos que deseas, aunque son flor, en
mí, flor y fructa de dura todo es uno, y que si de ahí los cortas, te durarán
lo que la florecilla cortada: todo es un instante y brevedad de tiempo,
hallarte has las manos vacías cuando pensabas las tenías más llenas, desearte
has volver a mi casa y querrás más en ella pesares, que es manjar de siervos,
que placeres, que tan presto se acaban, en la casa del mundo, que en fin, todo
es bueno y sabe bien en casa de padre. Por tanto, revertere, revertere
sunamitis, ut intuamur te8; vuélvete, esposa mía, que la gente de casa
de Padre te estái aguardando para te hacer fiesta y celebrar los
desposorios de mi cruz con palabras de presente. Etc.
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