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CAPITULO 7 - Para alcanzar perfección y lo que un alma
pretende, debe resignar su voluntad en la de Dios y dejar cualesquier gustos y
aguardar la cruz de Cristo, en quien están encerrados todos nuestros thesoros y
bienes
1. A los que de veras hubieren de ser mis
discípulos por san Matheo les pido verdadera negación de sí propios, que tomen
su cruz y me sigan1. En las cuales palabras bien claroa está lo
que al presente, hija, te enseño y persuado. Es el libro y la cartilla en que
enseño las primerasb y últimas letras de toda mi ley, porque aunque son
pocas, con esasc solas se compone toda la vida perfecta de mis
scogidos. Pocas son las letras que los hombres tienen y, con ser solamente
[28], hay tantos libros scritos y se podrían scribir tantos más que no cupiesen
en el mundo. Tres cosas son las que yo pido al varón apostólico: verdadera
negación, que tome su cruz y que me siga. Con estas tres letras compongo y hago un verdadero humilde, un
perfecto charitativo, un modesto, casto, misericordioso, docto y sabio. Y en
esas tres cosas halla [144r] el hombre cuanto quiere y ha menester para
componer su vida y edificar un templo muy sumtuoso para Dios en su alma y para
sí en la otra vida.
Estas tres virtudes son
como los colores naturales, que siendo muy pocos, mezclados unos con otros,
componen los intermedios y se hacen otros muchos. De esa misma suerte estas virtudes,
negación de sí propio, tomar la cruz que a cada uno Dios le hubiere dado y
seguir a Cristo,
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no siendo más que tres, con ellas se componen y hacen
todas las demás virtudes; de suerte que en toda la vida del hombre perfecto no
se hayd virtud en que no se halle mezcla de éstas que decimos: si
queremos hacer un limpio de corazón, un pobre de spíritu, un manso, etc., ahí
ha de haber negación propia, cruz y imitación de Cristo. En cosas bien pocas
está resumida y abreviada la vida perfecta: no les dejé muchos caminos porque
el hombre descuidado no los errase. Tres sendas son que, juntas, hacen un
propio camino, como los tres ramales de una soga tejen un solo cordel. Esa es
la receta con que cualquier enfermo sana y cualquier hombre flaco se fortifica.
Es la ejecutoria que hace hidalgos, libres de pechos, horros de tributos y
semejantes al mismo Dios. Son tres virtudes donde yo senté mi corte y donde me
halla el que me busca, donde tiene el hombre todo lo que quiere.
2. Pero hase de advertir que es menester
entender qué quiere decir negarse a sí propio, porque muchos ignorantemente entienden
que sólo es apartarse de lo que es malo, como si muchas cosas buenas, por
hallarse en ellas nuestra voluntad, no fuesen malas y muy necesario negarlas y
apartarse de ellas. Nuestra voluntad, después que salió estragada y depravada
con tantas y tan malas inclinaciones, dondequiera que se halla lo pervierte,
como el acíbar vuelve amargo el manjar dulce donde se echa. Los otros ayunaban,
y no miré ni acepté sus ayunos, con ser bueno ayunar, sólo porque en ellos se
halló su propia voluntad (Esaíase2). Saúlf me quiso
ofrecer sacrificios, y por hallarse en ellos su antojo y parecer, tanbién los
reprobé3.
Causa es
ésta por qué al hombre con tantas veras le pido que en sus obras destierre cosa
tan mala como es su voluntad y, en su lugar, ponga la mía, que es celestial y
divina y es quien todo lo saborea y quien a todo pone gusto y lo trueca de
amargo en dulce. De aquí es que, siendo bueno el recogimiento, el retirarse un
alma, el tener gustos, elevaciones y raptos, si eso es por su voluntad y
antojo, en eso suele muchas veces el demonio meter su cucharada y acibarlos de
tal manera que, pensando tiene gustos divinos, sean diabólicos y de satanás.
3. Has de tener, hija mía, muy sentado
este principio: que ni hay cielo ni gloria [144v] por sólo la voluntad del
hombre, sino tan solamente por la mía; y donde ésta no se hallare, bien puede
desechar las mejores cartas que de la baraja le hayan caído. No porque al que juegag le caiga
un siete de oro, es bueno: si no va de aquel manjar en tal ocasión, mejor es un
as o un dos o una desechada figura que la mejor carta de la baraja, porque ésa
viene y conforma con las demás que tiene a mano.
Debes tú mirar y estar muy atenta,
hija mía, para qué te llaméh y te escogíi, cuál es tu estado,
tu profesión y el fin que llevas en tus
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obras, cuál
ha sido mi voluntad en el camino que llevas. Que, aunque es verdad que las
riquezas son de suyo buenas, pero si tú vistes pobreza, no valdrán nada,
necesario será desecharlas y descartarlas, dejarlas para los ricos, a
quienj tengo yo encomendado el cuidado y sustento de mis pobres. Bueno
es el visitar hospitales, oír sermones, pero si el manjar de tu juego es
recogimiento, hase de quedar para los libres y gente que aún no rindió del todo
su propia voluntad. Buenos son los gustos y entretenimientos spirituales, el
rostro alegre y lleno de placer, pero si tu juego es de cruz, más te vale una
ruin figura desechada y abatida entre los hijos de los hombres que cuantas
elevaciones y raptos puedes imaginar; antes, ésos si te vinieren y estorbaren
el juego principal con que me has de ganar almas, te debes descartar de ellos y
quedarte siempre tan endiferente que siempre estés aparejada para que en ti se
haga mi voluntad, aunque sea por muerte de cruz.
Pon los
ojos, como muchas veces te tengo dicho: qué pocos libros hallas scritos de los
raptos y éxtasis, gustos y buenos días que mis apóstolesk y discípulos
tuvieron; antes, una de las mayores cortesías que yo les hacía, era enviarles
cruces sobre cruces, trabajos y cárceles sobre sus aflicciones, porque ése era
el manjar que querían y las cartas que llevaban, ésas eran conformes a las que
dende el principio profesaban, ése era el color que vestían. Y así, cuando afligidos
y desechados, iban regucijados de las consultasl y concilios donde los
azotaban. Y un san Pablo, haciendo cuenta y memoria de las cosas que en su vida
se le habíen ofrecido, dice que no se quiere gloriar de las revelaciones y
favores -que parece las descarta y pone al lado para que Dios las entre en la
baraja y las dé a quien él fuere servido-; sólo se gloría de sus trabajos,
[145r] que son cartas que vienen con las de su profesión4. Y con ellas
hizo un flux (como dicen los jugadores) tan grande y de tantos puntos que con
él ganó la primera gloria que los ángeles malos perdieron y la decimatercia
silla del apostolado, como dice san...: Meruit 13m sedem obtinere5.
4. La concordancia en estas cosas
entenderás de unas palabras que dice mi siervo Job, capítulo 3: Quare misero
data est lux, et vita hiis qui in amaritudine animae sunt? Qui expectant
mortem, et non venit, quasi efodientes thesaurum; gaudentque
vehementerm cum invenerint sepulcrum?6 ¿Para qué quiere la luz
quien no la busca, ni la vida para quien está lleno de tristeza? Quien aguarda la muerte, y no viene, con
nada se puede
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alegrar si
no es cuando viere abierta su sepultura; entonces se regucijará, como el que
busca y halla el thesoro. De suerte que, siendo la luz tan buena y la vida de
tanta estima, la desecha, porque no venía con la vestidura y librea de que
estaba compuesto el sancto Job. Sólo dice que se puede alegrar con las cuevas,
cavernas y sepulcros de los muertos, con aquellos güesos mondados, con
aquellasn carnes hediondas, con aquella obscuridad y tinieblas, que ése
era el manjar primero a que le habíen hecho el paladar.
Buena es, hija mía, la luz y la
vida, pero mis scogidos, que ya profesaron verdadera negación y imitación mía,
sólo estaban contentos con las tinieblas y obscuridad de los calabozos, con la
muerte y martirio, que ésta la estimaban en más que cuantos thesoros
puedeo hallar el que los busca. De aquí nacían los requiebros que
decían a la cruz cuando la veían aparejada, y a los otros instrumentosp
con que habíen de ser despedazados, porque eso buscaban.
Y si tú, alma, heciste esta propia
profesión y echaste por este camino y hasta aquí erraste el juego, descártate
de todo cuanto en ti hubiere: más vale de nuevo enpezar y recebir cartas, que
no estar ocupada con las que no valen para el juego que pretendes. Procura que
tu alma esté limpia y desembarazada, que entera se queda la baraja y Dios lleno
me soy, que de nuevo y en breve te puedo levantar a altíssimos grados de
perfección. Desnúdate de gustos, contentos y placeres, y aun de la propia luz y
vida si ésa te ha de impedirq; más vale entrar sin ojos en el cielo y
por muerte de cruz, que en el infierno con ojos y muerte honrada y regalada7.
Si te vieres pobre y en el juego poco ganado, llámame, pídeme, que yo te
oiré y enllenaré de mis bienes, y por mi cruz en breve te subiré a mi gloria y
bienaventuranza.
[145v]
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