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CAPITULO 9 -
Cómo la cruz de Cristo fue llena de amarguras y la nuestra es muy suave, lo
cual nos debe animar a tomarla con grande gusto y gana
1. En
estas palabras últimas que mi esposa dice en los Cantares, en que a mí, que soy
su esposo y amado, me llama hacecillo de mirra, debes notar cómo a toda mi vida
y a toda mi cruz la llama haz y manojo de cruces amargas. Porque en mi vida,
aunque es verdad hubo algunos días y fiestas que celebra el alma devota, que
llamáis gozosas, como fueron mi nacimiento, reyes, presentación, etc., junto
con ese gozo hubo mirra amarga de inmensidad de trabajos y cruces amargas. No
podrás tú contar las muchas cruces que en el pesebre yo tuve porque, aunque
estuve recostado en la paja que para mí podía servir de algún abrigo, con todo
eso no componían tantas cruces aquella paja como yo con gusto y con amor tenía
por ti y por los hombres abrazadas. Y si los ángeles cantaban gloria y paz, yo
publicaba con mis lágrimas y
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sollozos pasión y guerra. Y si allí tenía una madre que con amor me regalaba, un mundo
entero tenía que me aborrecía. Y, si no, considera cuál debía ser el
sentimiento de mi corazón cuando, viéndome con un amor tan inmenso como el que
mi corazón abrasaba por el hombre, y que él se enpezase a mostrar tan ingrato y
desconocido, pues para su criador, Padre, Señor y hacedor no tuvo siquiera un
rincón donde recebirlo, sino que la necesidad [148r] hubo de compeler a mi
madre me echase en un pesebre, lugar de bestias. ¡Qué dolor podía
causar en mí una representación tan viva y tan en los principios de mi vida de
lo que el hombre habíe de hacer conmigo en el discurso y al fin de ella!
Bien me
holgué verme entre los hombres, pero fiestas y holgura era que habíe de pasar
por picas y espadas de dolor, afrentas y trabajos que tú no los podrás contar,
y por bien que los mires y pruebesa te sabrán a mirra y hacecillo de
amargura.
2. En la fiesta de los reyes ocasión fue
de alegría y de regocijo, pero en ella me trujo mi Padre y me mostró la tarea y
obra que había de hacer en el mundo cuando, puesto en la cruz, había de
derribar aquella pared que estaba entre el pueblo gentílico y judaico, y hacer
de dos uno a tanta costa de mi sangre. Para cuyas muestras me ofrecieron oro,
mirra y incienso1, mostrando que las ganancias y victorias de aquel
pueblo se habíen de alcanzar por pasión, muerte y sepultura, significada por la
mirra y el incienso; y que, para que tuviese el valor que la obra pedía, era
necesario que el que muriera fuese Dios, significado por el oro, para que así pudiese
satisfacer al Padre de rigor de justicia. De suerte que, bien mirado, lo que
traían aquellos reyes era venir a descargar a mis cuestas las cruces, penas y
maldades de su pueblo, para que juntamente con las del pueblo judaico las
ahogase en mi pasión.
3. Lo propio hallarás, hija mía, en todas
las fiestas que consideráis de mi vida que llamáis gozosas. Por donde a toda mi vida mi sposa llamó
hacecillo de mirra. Donde tanbién advierte queb no la llamó haz de leña
del árbor que se saca la mirra sinoc haz de mirra, porque el árbor que
lleva ese licor algo tiene que no es mirra y, apurado y distilado, algo le
queda que no es tan amargo como la propia mirra. Pero en mi vida nada
consideraba mi sposa que no fuese mirra amarga y, como quintaesencia,
distilados mis trabajos y afrentas, de suerte que mi cruz por todas partes era
cruz pesada. Pero la que yo ofrezco a los hombres no la doy ni ofrezco como
hacesd de mirra, sino como "yugo suave y carga
liviana"2, de suerte que, si por una parte la miras y te parece
cruz y yugo, si la miras por otro lado, la hallarás hecha árbor florido cargado
de celestial fructo.
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Mi sposa dicee que subirá a la
palma y cogerá su fructo3. Que, aunque es verdad que la subida es un
poco dificultosa, pero, en fin, arriba se halla fructa. Y no de menos
consideración y valor que a la misma vida, de suerte que cuando en esa
cruzf le parece al hombre que se va más alejando de la vida y
acercándose a la muerte, [148v] es al revés, que se va alejando de la muerte y
acercándose a la vida. Pero cuando yo subí en esa cruz, aunque por el amor que
al hombre tenía la llamé exaltación4, mira el fructo que del hombre
cogía y lo que los hombres me daban, pues no pararon hasta darme la muerte y
muerte tan ignominiosa. En fin, en fin, tu cruz fue como cruz
pinctada en paño y en lienzo, que tiniendo sólo la aparencia, abriga y honra;
pero la mía fue de palo, que me desnudó y despojó y fue deshonra y maldición.
4. La
diferencia de tus trabajos a los míos es como el que camina en alta mar, que se
le levanta borrasca y tempestad, a quien no le aguarda remedio sino clamar al
cielo y ser anegado y zabullido en medio de aquel profundo; o el que camina
costa a costa sin perder la tierra de ojog: que, yendo siempre a vista
de ella, acude a favorecerse en tiempo de tempestad y a tomar refresco por
momentos. Pero el que engolfado camina por la mar alta [toma] el bizcocho con
el gusano y pan podrido. Quien por el hombre tomó la primera derrota y se
engolfó en alta mar fui yo, que así lo tengo dicho por mi siervo David: Veni in
altitudinem maris, et tempestas demersit me5. Engolféme en la cruz y en
los trabajos, levantóseme tempestad y borrasca, no tuve a quién clamar sino al
cielo, y tanto que de dar voces me enronquecí: Laboravi clamans, raucae factae
sunt fauces meae6. Y al fin, me zabullí en la mar y me anegué en
los trabajos, dando conmigo en la muerte y sepultura. Pero el hombre, aunque es verdad que
camina por estos propios trabajos y por esta mar, pero va costa a costa, no
pierde tierra de vista, no zahonda ni se engolfa, toma refrescos y tiene mill
ayudas de costa con que yo le ayudo, le entretengo y sobrellevo.
5. Mi
siervo David me llamó dilectus quemadmodum filius unicornium7; el amado
(dice) del Padre eterno es como el hijo del unicornio. Cuando el unicornio
llega a beber las aguas, hiérelas con el cuerno, y de llenas de veneno y
ponzoña déjalas saludablesh y sanas. Cuando yo llegué a beber el agua
de los trabajos, todos estaban turbios, hediondos, feos, abominables y llenos
de ponzoña, pues bebiéndolos me dieron muerte. Pero esas aguas y trabajos
dejélos saludables y claros por haberlos tocado con mi persona, de suerte que
al que los bebe le dan salud y vida, siendo representados en aquella piscina de
Jerusalén, donde bajaba un ángel a herir el agua y, después de aquella moción,
el quei entraba salía sano8. Yo, como [149r] ángel del gran
consejo, toqué los trabajos
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y moví la piscina de las afrentas y deshonras del
mundo; y hallándolas hediondas y abominables, las dejé gloriosas y tanto que
mis sanctos y escogidos en sólo eso ponen su honra y gloria y de sólo eso se
precian.
6. Pues, si la cruz que yo mando al hombre
que tome y que con ella me siga tiene tantas ayudas de costa, tantos bienes,
tantas glorias, trofeos y choronas, no tienes tú razón, hija mía, de la
desechar y apartarte de ella, querer gustos y contentos a solas en tu rincón, y
dejarme tan a solas con la que yo por ti llevé. Poco le sirviera a Moisés haber
herido las aguas del mar Bermejo con la vara y haberlasj
divididok y que se apareciesen caminos floridos en la tierra, si el
pueblo no le siguiera y echara por donde él habíe echado9. No basta, hija mía, que yo con mi cruz
haya herido estas aguas de los trabajos y afrentas si tú no vas en mi
seguimiento con tu cruz. Es necesario que pases por esos caminos que,
aunque de mar amargol y cenagosos, ya son caminos floridos y deleitables.
Que en breve te hallarás al fin cantando psalmos y hipnos con los hijos de
Israel, porque, habiendo a tus enemigos dejado ahogados, a ti te saqué libre y
sin lesión alguna, hasta te poner en los prados amenos de mi gloria y
bienaventuranza.
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