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CAPITULO 13
- Consideraciones que ayudarán al alma a dejar gustos y contentos para
abrazarse con la cruz
1. Bien
veo, hija mía, que es cosa dificultosíssima apartarte de tus antiguos gustos y
entretenimientos, y que en su lugar pongas mi cruz, madero y palo tan desabrido
y amargo, lleno de mill injurias y afrentas. Muchas cosas debes aquí considerar
que te pondrán brío y ánimo para dejar el vestido de fiesta, poner haldas en
cinta y enpuñar espada, pues es tiempo de guerra.
Lo primero considera que, para
vestirnos una túnica, hemos menester quitarnos otra; y no ser como aquellos de
quien dijo san Pablo que no se querían desnudar sino sobrevestirse1. Y
quien se ha de vestir de pasión y muerte, que es con lo que en este mundo me
agrada un alma, es necesario que deponga de todo lo que es gusto y regalo, el
cual cairá bien después de lavado y jabonado en los trabajos este nuestro
hombre viejo.
2. Lo
segundo debes considerar que estosa gustos que dejas no los dejas sino
los suspendes por un rato y a tiempo, mientras acudes al cumplimiento de mi
voluntad y obras de misericordia y piedad. Un día tenía grande fiesta mi siervo
Tobías, en que habíe preparado una solenne comida para algunos de su tribu
temerosos de su Dios. Fuele dicho en
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aquel tiempo
cómo uno de los hijos de Israel estaba muerto en la plaza; luego al punto dejó
su regalo y comida, y ayunó, fue por el cuerpo y lo trujo a su casa para
poderlo enterrar a escondidas [155v] viniendo la noche: Estatimque exiliens de
acubitu suo, relinquens prandium, ieiunus pervenit ad corpus: tolensque illud,
etc. Cumque ocultasset corpus, manducavit panemb2. Y lo propio
hacía otras veces de noche, dejando el sueño, regalo y reposo de la cama y
abrigo. Si esto obliga, el dar sepultura un cuerpo y la compasión que se le
tiene, cuánto es mayor la obligación que se tiene a un alma y a millares de
ellas, que muchas veces quedan remediadas por sólo levantarse el siervo de Dios
de la mesa y comida de que goza al rincón y en el retrete, entrándose por esas
plazas y calles donde tantos me ofenden con tantas diferencias de peccados; lo
cual hecho, la mesa se les queda puesta y la comida aparejada. Para estas ocasiones san Pablo guardaba y
escondía en mí su vida3, para tomarla a tiempo debido. Y no digo yo
dejar los gustos los sanctos, pero dejabanc el pellejo, la sangre,
salud y vida, y si más tuvieran más dejaran, por acudir a lo que tanto
importaba y a lo que así era conocido ser mi voluntad; lo cual se lo tornaba yo
muy mejorado y multiplicado en ciento por uno.
3. De
noche, para tomar sueño, tapáis con cenizas frías la lumbre que tenéis en
vuestra casa, porque la tal luz os impide ese ejercicio; pero, llegada la
mañana, con dos soplos la apartáis y descubrís, tornándose a aparecer la misma
lumbre, procurando aumentarla con más leña. Cualquier género de
gustos y entretenimientos impiden la muerte corporal, que es llamada sueño. Esa
fue la causa por qué yo detuve en lo superior de mi alma tanta majestad y
gloria como gozaba de la junta y unión hipostática, para poder morir y padecer
por el hombre; y en mi muerte quedó ese fuego debajo de aquellas cenizas
heladas de mi cuerpo y carne, no apartándose un momento la divinidad del cuerpo
y del alma. Pero en la
resurrección, con un soplo de mi poder ardió la lumbre, creció el fuego hasta
volver glorioso y resplandeciente el cuerpo. Lo propio ha de suceder al justo
que fuere por mis pisadas: que para entregarse a los trabajos y a la pasión por
mi amor, es necesario detenga y cubra cualquier género de gustos con las
cenizas de las tribulaciones; y así libre, se entriegue, si fuere necesario,
por sus hermanos a la muerte. Que, esa pasada y los trabajos concluidos, en un
soplo sacude todo eso y sed torna a parecer el fuego primero, el cual
crece y es mucho mayor porque ya el justo tiene con qué lo atizar, que son las
obras hechas y los trabajos pasadose padecidos por mi amor.
4. Para plantar una viña nueva córtanse
sarmientos de las vides. Ellos
lloran y hacen su sentimiento, pero el hortelano y padre [156r]
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de familias córtalos cuando están los tales sarmientos
más llenos de virtud y luego, hecho hacecillos, los sepulta o pone en el agua,
donde se conserven con su virtud escondida hasta que se trasplanten y pongan en
el majuelo y viña nueva. A estos sarmientos y hacecillos comparó a David
aquella sabia y discreta mujer Abigaíl (1 Regum 25): Erit anima domini mei
custodita quasi in fasciculo vivencium, apud Dominum Deum tuum4; vos,
señor, que andáis cargado y cercado de trabajos, no tenéis que cuidar de
vuestra alma, que muy a cargo de Dios (dice) está el guardarla, porque la
pondrá en el hacecillo de los que viven, que es como si dijera el hacecillo de
sarmientos que están con su vida abscondida y conservada en el agua de la
gracia. Esto propio
debe consolar a un justo cuando se viere cortado y apartado del mundo y
cercenado de todo género de gustos y contentos, apretado como en haz,
comprimido como con soga, que entonces yo los conservo, guardo y defiendo con
mi gracia hasta quef, plantati in domo Domini, in atris domus Dei
nostri florebunt5. Los que están, dice David, plantados por la eterna
predestinación en la casa del Señor, florecerán en esta Iglesia militante, id
est, no perderán su virtud hasta que sean transplantados en la
triunphanteg.
[157r] Jhs. Mª
SEGUNDA
PARTE DEL DIÁLOGO, EN QUE DIOS BUSCABA AL ALMA, CON QUIEN SU MAJESTAD SE HABÍE
CONCERTADO A QUE DEJASE GUSTOS Y SE ABRAZASE CON SU CRUZ; Y ELLA SE LE HABÍE
RETIRADO Y ESCONDIDO, DEJANDO LOS PRIMEROS CONCIERTOS EN SÓLO PALABRAS DE
FUTURO, EN ESPECULACIÓN Y PENSAMIENTOS.
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