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San Juan Bautista de la Concepción
Obras I - S. Juan B. de la C.

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  • DIALOGOS ENTRE DIOS Y UN ALMA AFLIGIDA
    • DIÁLOGO SEGUNDO
      • CAPITULO 17 - Cómo un alma se ve necesitada de ayuda del cielo para desasirse de cualesquier gustos y acudir desinteresada a las obras de Dios; y cómo a esto acude su divina Majestad con grande puntualidad, para que el justo salga con la victoria
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CAPITULO 17 - Cómo un alma se ve necesitada de ayuda del cielo para desasirse de cualesquier gustos y acudir desinteresada a las obras de Dios; y cómo a esto acude su divina Majestad con grande puntualidad, para que el justo salga con la victoria

 

            1.         Bien se deja entender que contentarse y satisfacerse un alma en este mundo con unos pocos de gustos, aunque sean spirituales y cuan divinos ella quisiere, que es ignorancia y poco saber, porquea eso es lo menos, poco o nada de lo queb tú, Dios mío, puedesc dar a quien de veras ted ama y por tie gusta de trabajar y desaposesionarse de todo lo que tiene, porque, en fin, éstos no son durables, perpetuos ni permanecederos.

 

            "Lo que se recibe, dice Aristóteles que se recibe al modo y forma del que lo recibe"1. Y como quiera que el hombre en este mundo sea criatura tan variable que nunca esté de una manera, es fuerza que estos gustos se han de trocar y mudarf según el viento que corre en la persona que los recibe. Y así me parece que gustos, que se han cada día de mal lograr, que es mejor dejarlos para tiempo y lugar más apacible, que será cuando un alma goce de vos.

 

            Verdad es que, como es tan grande la hambre [164r] del alma que os desea, tengo por dificultoso que siempre haya de trabajar en ayunas. Causa muy suficiente por qué vos, Señor, según dice David, prevenís al justo para sus trabajos en bendiciones de dulcedumbre2, y aun os quedáis a su lado en la tribulación3 para que no pase muchos malos ratos.

 

            2.         Ignorancia es la del niño que, cuando sale del vientre de su madre, llora porque deja un poco de abrigo que allí tenía y un aposento tan estrecho donde lo gozaba, pues en su trueco y conmutación le dan este aposento grande del mundo y abrigo más natural y conforme a su naturaleza, que es el elemental y el calor del sol. También es ignorante cuando llora porque le quitan el pecho, pues en su lugar le dan manjar más sólido con que se haga fuerte y robusto; y tan ignorante es en esta ocasión que es necesario la madre use con él de mill stratagemas, puniéndole acíbar y cosas desabridas en el propio pecho para que de él se desaficione y vuelva a estotros manjares. Lo propio vemos en los pajarillos del campo, pues, para los echar del nidog, los padres los pican; y para que salgan [de] debajo de las alas de la gallina los pollos, los ablientan y persiguen. Todo esto nace de la poquedad y cortedad de la naturaleza, que, contenta con cosas pocas, seh halla mejor con


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lo poco que con lo mucho, respecto que para lo mucho tiene necesidad de ensancharse y agrandarse para aquello que es más y proporcionar su potencia según las cosas que ha de actuar.

 

            Nuestra almai, mientras está en este cuerpo cubierta y tapada como con velos, está llena de esta ignorancia y medida con la cortedad de la propia naturaleza de suerte que, aunque es verdad que en la tribulación se ensancha y dilata, según aquello que dice David: In tribulacione dilatasti michi4, y ahí es donde goza de un calor celestial que se produce de la misma tribulación, con que se cute y hiere como el eslabón cuando golpea el pedernal, con todo eso, la naturaleza, contenta con cosas pocas, y aquellas que son más conforme a su cortedad, está más contenta y vive más a su gustoj y su placer cuando está en su retrete, en el abrigo de su oración, y con algunos gustos y sentimientosk, que cuando hace enpleo en los trabajos de esa oración. De suerte que, como a pajarillo ignorante, es necesario sacarla de ahí, darle la mano y volar sobre ella, para que acometa cosas grandes y dificultosas, a semejanza de mis apóstolos y discípulos a quien, en la subida que hice a los cielos para me apartar de ellos, los hube de reñir las faltas pasadas y culpas cometidas5. Siempre se presupone que es más alta la vida contemplativa que la activa; pero, cuando por voluntad de Dios un alma se ocupa en padecer y trabajos ejercitando esa oración, es más esto segundo porque ahí se halla el ejercicio de la oraciónl. [164v] San Gregorio lloraba el pontificado que le habíen dado, en quien, con hartas veras y ocasiones que se le ofrecerían, repetía muchas veces aquellas palabras de Job: Quare vita data est miseris?6 (¿para qué se les da y alarga la vida a los miserables?), pareciéndole que sólo se podía llamar vida la que se empleaba en el retrete y escondido tratando con Dios, porque la que se gasta en ocupación de las criaturas más parece miseria y muerte que vida. Así lo digo yo, Señor mío, pero del desengaño que de tu divina boca tengo, hallo que en esta vida muerte se ha de escoger, para después vivirlo todo junto en tu presencia, puesto caso que esta vida más se hizo para gimir y llorar que para gozar. Sólo hallo yo una y mill dificultades en el scogerla y abrazarla porque, como la criatura es flaca, ha menester quien le ayude a bien morir, no sea negocio que, por haber scogido cosas dificultosas, faltándole las fuerzas, se trueque la muerte, y habiendo de ser sólo del cuerpo, sea también del spíritu. El cual tiene grande necesidad de reparos para no apagarse con las muchas y grandes ocasiones que exteriormente se le ofrecen; y uno de los mayores que de tu poderosa mano, Señor, puede recebir, es que su luz sea grande y su fuego muy encendido, que éste más se aumenta con el aire y soplos del enemigom; o por lo menos sea fuego que esté


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y quede tan escondido que, padeciendo eln cuerpo, no padezca el alma, que, en fin, las cuchilladas dadas en el broquel o devisa de palo o de corcha no se sienten como si diesen en la cabeza o brazo. El alma es la que se debe guardar y mirar, que es la cabeza y parte principal del hombre; que el cuerpo, como pedazo de palo, retrato, imagen o sarga vieja, los sanctos no reparaban en sus menoscabos, antes lo ofrecían muy de buena gana, guardando y defendiendo el alma.

 

            3.         Todo esto, Señor mío, que con humildad te pido, es justo, pues tu misericordia ni tu justicia no querrán que, por hacer yo bien a otros, reciba yo daño y, por ganar lo ajeno, pierda lo propio, puesto caso que la caridad bien ordenada ha de enpezar dendepropio. Ya yo veo, Señor, que el bien que tú haces a otros por medio de alguna persona, en esa persona enpieza; que, en fin, pasa por sus manos, y ellas y lo que en ellas se recibe es pegajoso, y no viene tan por cuenta que no venga medida señalada para el que lo recibe y distribuye. Cuando más, Señor, que con las sobras y con lo que se revierteo de la medida y bienes que tú envías a tus siervos, con eso me debo contentar, pues es verdad que jamás tú das officio que no des lo suficiente para lo ejercitar; y si fuese con menoscabos, no se podría decir que se recebía [165r] lo suficiente.

 

            Y aunque es verdad que las obras y actos interiores los procura el demonio estorbar, y para eso hace lo que puede, y su poder no es mucho por los muchos marros que le da un alma en lo secreto de su corazón, donde y con quien trata con Dios, pero en las obras exteriores y ejercicios públicos ya tú, Señor, sabes la grande batería con que un hombre es combatido, porque para esas tales obras ayúdase el demonio de sus güestes, mete gente en campaña, que la tiene de repuesto asalariada en el mundo, no deja medio que no toma ni piedra que no mueva. Y así, aquí es necesario la grande ayuda y suficiencia no sólo para la obra, sino también para la persona.

 

            4.         Mucho me consuela acordarme de lo que hecistes con la mujer que estaba de parto, de quien habla san Juan en el Apocalipsi 12: quep, viéndose de parto con un dragón a sus pies para le tragar la criatura, siéndole fuerza el parir porque el tiempo era llegado y los dolores le apretaban, cuando al parecer era lance forzoso hacer presa el dragón en hijo y madre por estar tan sin fuerzas y sin defensa elq uno y el otro, entonces tomaste tú, Señor, la criatura y diste con ella en un trono de gloria en el cielo, y la madre, como con alas, voló a un lugar seguro que tú le tenías aparejado; y junto con esto, la vestiste del sol, la adornaste con las strellas y le diste por chapines la luna; que parece desencuadernaste el cielo para favorecer aquel parto y que no se mal lograse la criatura ni perdiese la madre. Tratar, Señor, de bien de almas es parto spiritual, donde el demonio muestra su osadía y poder para lo estorbar o perder. Obra es que, si de parte del que obra o lo que se obra se considera, se hallará bien delicada y necesitada de tu


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favor para que no se mal logre y que tú, Señor, acudas con todo un cielo entero, que todo será menester para obra que tanto vale, que recibas la criatura y obra que se hace por tuya, y le des lugar y asiento en el cielo, y a la madre alas con que vuele y se escape de los peligros de la tierra.

 

            Aunque la confianza de Elías, en la muestra que quiso dar de que vos, Señor, érades el verdadero Dios de Israel, fue grande, pero no dudo sino que pasaríe grandíssimas aflicciones viéndose opuesto a tantos prophetas que le contradecían y eran de la parte contraria. Y que vuestro siervo, para salir con la suya, era necesario bajase fuego del cielo que quemase su sacrificio, y no fuego así como quiera, sino muy grande que venciese su contrario, que era el agua que sobre él habíe derramado el sancto propheta. Y que el perder en esta ocasión (si acaso, por sus peccados -que eso siempre piensa el humilde- o por los de aquel pueblo, no bajase fuego) no era de menos consideración que perder el propheta la vida, Dios su crédito y posesión que tenía en aquel pueblo, [165v] y quedar el dios falso en posesión de verdadero y los prophetas mentirosos con reputación de verdaderos7. Pero, como estas ocasiones son, Señor, en las que tú te muestras y descubres en ellas el amor que a tus amigos tienes, no la dejaste pasar, que con grande puntualidad acudiste a la oración de tu propheta, y bajó fuego del cielo que abrasó el sacrificio, mostrando que, así como el fuego entre todos los elementos es el más activo, así tú, Señor, eres el que más presto acudes a nuestras necesidades.

 

            Bien veo yo, Señor, que, tratando un alma contigo obras grandes, debe ser grande la confianza que en ti debe tener, pero ¿quién le quitará la consideración de sus pocos méritos, de sus muchas culpas y los temores de los peligros ordinarios que en sí trai encerrados la grandeza de las obras y el considerar cuánto inporta a tu r honra y gloria el salir con la impresa? Que ya se sabe que una cosa cuanto más se ama más se desea y mayor temor se tiene de que no se pierda. A todo esto tiene obligación tu bondad, tu misericordia: a acudir en ocasiones semejantes, donde tú, Señor, quedas glorificado, el mundo vencido, el demonio avergonzado y los hombres aprovechados; en darless una ayuda grande, que, si fuere necesario, se desencuaderne un cielo entero, baje fuego que abrase el sacrificio, vida y vivifique las obras que de nuestra parte están muertas, y la victoria quede por tuya y de tu siervot.




a corr.



b sigue tú, Dios mío, puedéis tach.



c  tú-puedes al marg.



d sigue vos tach.



e corr. de vos



1 Cf. STO. THOMAS In Sentent., 4, d.48, 1: "Quod recipitur in aliquo, recipitur per modum recipientis"; Quaest. de Veritate, 12,6: "Quidquid recipitur in aliquo, est in eo per modum recipientis"; etc.



f  corr. de mudarse



2 Sal 20,4: "Quoniam praevenisti eum in benedictionibus dulcedinis".



3 Cf. Sal 17,1; 19,2; 31,7; etc.



g  corr.



h  sigue lla tach.



i   ms. allma



4 Sal 4,2.



j  ms. sto



k con-sentimientos sobre lín., en lín. contemplación tach.



5 Cf. Mc 16,14.



l   Siempre-oración al marg.



6 Cf. Job 3,20: "Quare misero data est lux, et vita his qui in amaritudine animae sunt?"; S. Gregorii Magni Vita, ex eius scriptis adornata: ML 75,281-282; 291-292.



m ms. enemigos



n  sigue cuy tach.



o sigue me tach.



p sigue siem tach.



q sigue otro tach.



7 Cf. 1 Re 18,22-40.



r  corr. de nuestra



s  les sobre lín.



t  sigue espacio de siete lín. en blanco.






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